ALMIBAR INDIGESTO

Uno ya empieza a estar hastiado de tanta mojigatería, sobre todo cuando es fingida.
Porque después de cuatro años de gazmoñerías, el que más y el que menos, intuye que tras el forzado hocico sonriente, se esconde el áspero rictus de la malevolencia, y que el guante de seda, tan sólo cubre la silueta del puño encrespado de la ojeriza. Ya no engañan ni a sus amigos.

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Ya no es posible soportar tanta farsa.
“Desde el respeto”, no se puede insultar. (Ld)
“Por buenas intenciones”, no se debe mentir. (Ld)
Con una sonrisa, no todo se puede decir.(Ld)
¿Dónde queda la consideración a la verdad?, ¿Se sabe a donde fueron la honra y el honor?,
¿Es acaso respeto y cortesía; la insolencia, el agravio, la injuria y la calumnia?
Me cansa, me satura ya, este talante entendido como mentirosa y artificiosa táctica saca votos. Me empalaga el exceso de edulcorante en tanta mala leche.
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Por eso, decididamente me resuelvo por todo lo contrario.
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Por quienes, en sus cometidos han demostrado laboriosidad y eficacia.
Por quienes, sólo conciben alcanzar las metas propuestas honradamente y con esfuerzo, sudando la camiseta.
Por quienes, perciben la responsabilidad y saben ser serios, cuando hay que serlo.

Por quienes, aprecian el regalo de la sonrisa, no como acto reflejo, sino como la consecuencia voluntaria de agrado al otro y el reflejo de una conciencia sana.
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Empacha ya tanto talante. ¿El azúcar?... en el café, y con mesura.

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