El género del Western en las pantallas, está de capa caída y no sólo por el creciente antiamericanismo militante que pulula por estas tierras. Ahora, salvo honrosas excepciones, se prefieren otro tipo de historias donde prive la violencia sin sentido, el sexo desbordado, aberraciones múltiples, guiones vacuos y festival de efectos especiales, que con la ayuda de la técnica digital, han alcanzado un realismo inusitado.
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A primera vista, sorprende que un género tan específicamente americano, tan ligado a su historia, alcanzara en todo el mundo un éxito tan extraordinario. Al margen de las simples historias de indios y vaqueros, que también las hubo, la explicación es, que supo transmitir una serie de valores de supervivencia, abnegación y heroísmo que hacía que sus historias tomaran tintes legendarios. Por eso, quizás, no estén ahora tan de moda. Esos valores, tampoco lo están.
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Sin embargo películas como "Raíces Profundas", "Centauros del desierto", "Solo ante el peligro" o "Cimarrón", siempre nos quedarán en la memoria como muestra de un cine épico, donde mucho de lo que cuenta, es aprovechable y donde se mezclan magistralmente documento y ficción.
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A lo largo del tiempo el western se fue consolidando hasta convertirse en el retrato más preciso de la propia evolución de los Estados Unidos desde la época de los colonos hasta la instauración de las grandes ciudades.
Pero el western no sería nada sin sus actores, directores y escritores, sin aquellos que pusieron las palabras y dieron voz y gesto a los personajes legendarios: Henry Fonda, Gary Cooper, James Stewart, Clint Eastwood, Anthony Mann, Sam Peckinpah, y sobre todo John Ford y John Wayne.
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John Ford en esta magistral cinta nos entrega dos de sus personajes más memorables, por un lado el idealista abogado encarnado por James Stewart y, como contrapunto a este, al ser solitario (y profundamente romántico) al que da vida John Wayne. A través de ellos Ford materializa la dialéctica entre el derecho y la violencia, así como entre el progreso colectivo a través de la democracia y el individualismo imperante en el lejano oeste.
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¡Qué belleza!, Diálogos inteligentes, grandes interpretaciones, dirección perfecta, guión sublime, música preciosa. Una obra maestra donde se habla del amor, de la amistad sincera y desinteresada, y de cómo un personaje, Ramson Stoddard, termina usurpando (y disfrutando) la vida a la que estaba llamado a vivir el rudo Tom Doniphon (John Wayne). También nos habla de la justicia, de la ley, de la verdad y de la leyenda... Sublime, pura poesía.
Tampoco, cuando se estrenó, ni fue elogiada por la crítica ni considerada por el público, sin embargo, esta película se ha convertido en uno de los títulos más significativos del género.
"El hombre que mató a Liberty Valance" marca también el final de una época, Tom Doniphon (John Wayne) al matar a Liberty (Lee Marvin); al matarlo ("al matarse"), estaba certificando la defunción de toda una época, y también una forma muy particular de hacer y entender el cine. La película rinde un homenaje a la grandeza del pasado, a un tiempo irrecuperable. Porque un hombre equipado únicamente con la razón y
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Un pasado donde, alguien perdidamente enamorado, que solo sabe regalar rosas con espinas era el verdadero idealista y además fue El hombre que mató a Liberty Valance.
La frase final lo resume todo:
"Esto es el oeste señor, si los hechos se convierten en leyenda, escribamos la leyenda”.
En definitiva cine en mayúsculas, cine del que ya no se hace. Por eso Wayne y Ford, Ford y Wayne, tanto monta, hoy son dos grandes leyendas del cine universal.
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3 comentarios:
Sin duda alguna, queda apuntda esa recomendación. Lo malo es que tendrá que esperar al verano, único momento en el que me siento totalmente libre para ver algo de cine. (Aparte, lo inquieto que soy y los problemas que tengo con los asientos me impiden mantenerme más de una hora pegado a una silla.)
Por cierto, que ayer por falta de tiempo -tiempo es lo único que necesito ahora en esta vida- no pude invitarle formalmente a la recomendación musical del miércoles. Ya está formalizada la demanda melómana.
Ya quedamos pocos que podamos recordar a nuestros ídolos,no se me olvidan por que eran películas como digo yo,un buen peilculón.
Todas las películas del Oeste, habidas y por haber vi con mi padre. ¡Le hubiera gustado leer este post tuyo. John Wayne fue su preferido.
¡Y qué tensión cuando entra Liberty!. Y la mirada de John!.
Pero ahora no tengo paciencia para volver a verlas.
Saludos
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