La desunión, la confrontación y la discrepancia son las características principales que aquejan a este mundo y con fuerza redoblada a nuestra querida España.
Nadie está con nadie, todos contra todos y en todos los ámbitos.
Los obreros están contra el empresario, el empresario contra la crisis, Los sindicatos contra la realidad, Zapatero contra los españoles, Rajoy contra Zapatero, la derecha y algunos de sus votantes contra Rajoy, los separatismos contra el Estado, el laicismo contra los creyentes, los musulmanes contra la mujer libre, la mujer contra el hombre, el hombre contra el hombre y todos contra la razón y por consiguiente todos contra Dios.
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Bien es verdad que, todavía hay quien permanece en un estado aparente de feliz estabilidad, pero eso es, o bien porque son los artífices directos de este premeditado plan de destrucción, o bien porque otros, en el colmo de su ingenuidad, creen poder obtener pingües beneficios de todo este caos; lo que ocurre que estos provechos, si lo son, serán puramente materiales, que en nada edifican, que en nada ganaran en la gran apuesta final; esa que es ineludible y segura para todos.
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Si la unión hace la fuerza, la desunión la debilita, esa es la consigna. Y ante esta verdad, lo que es prioritario, lo que urge es recobrar esa unión perdida.
Sin embargo, conviene dejar claro los conceptos:
Unidad no significa uniformidad. “Uniforme” , de la cual se deriva "uniformidad" , "se aplica a la cosa que no presenta variaciones o cambios en su conjunto o totalidad ". Así aplicando ese concepto de uniformidad absoluta, todos los miembros de una misma comunidad, tendrían que vestir el mismo “uniforme” (ropa, moda), comer lo mismo, tomar las mismas bebidas y seguir el mismo patrón, sin variaciones.
Esta claro que ese modelo de “uniformidad absoluta” es odioso. No es aceptable, ni como personas, ni como cristianos. La religión que profesamos permite variaciones de conducta y práctica en materias opinables; lo contrario sería pecar contra el libre albedrío y es absolutamente rechazable. Así la uniformidad se convierte en una perversión, en un empobrecimiento de la unidad.
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La unidad deseable es la que busca el entendimiento, el diálogo y el consenso. Esa unidad a la que me refiero, respeta la diversidad, pero busca la avenencia en base al amor por el otro, llámese altruismo o religión. La Unidad proviene de la Vida y por lo tanto es algo viviente, mientras que uniformidad es algo mecánico.
Es esa unión añorada, la que está siendo atacada hoy, directamente por los que se afanan en destruir sistemáticamente, cualquier posibilidad de acercamiento y de respeto.
Es esa unidad anhelada, la que hoy está desapareciendo rápida y peligrosamente de nuestras vidas; provocando el caos actual y todas estas crisis que está sufriendo el mundo.
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Ante esto, hay que manifestar que no hay nada mejor contra ese egoísmo destructor que la unidad.
Sin embargo, como en tantas otras cosas, nada mejor que predicar con el ejemplo; así pues, como buenos cristianos deberíamos empezar por buscar esa armonía en nosotros mismos. Unidad de vida, unidad familiar, unidad religiosa; los tres pilares, sobre los que podemos empezar a construir, ese nuevo mundo que esperamos.
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Unidad de vida, en nuestro quehacer diario, significa mantener una coherencia, sin fisuras, entre lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos. Defendiendo nuestros principios ante los vendavales que nos vengan, y pese a quien pese.
Hacer de nuestra vida, una vida de servicio; primero, llevando nuestras capacidades de asistencia al más próximo (prójimo) y después con todo aquel que nos crucemos. Y todo ello, sin perder de vista, la presencia constante de Dios. Procurándonos la formación debida y el contacto, a través de la oración, con Aquel que nos mandó ser “perfectos en unidad”.
Nadie está con nadie, todos contra todos y en todos los ámbitos.
Los obreros están contra el empresario, el empresario contra la crisis, Los sindicatos contra la realidad, Zapatero contra los españoles, Rajoy contra Zapatero, la derecha y algunos de sus votantes contra Rajoy, los separatismos contra el Estado, el laicismo contra los creyentes, los musulmanes contra la mujer libre, la mujer contra el hombre, el hombre contra el hombre y todos contra la razón y por consiguiente todos contra Dios.
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Bien es verdad que, todavía hay quien permanece en un estado aparente de feliz estabilidad, pero eso es, o bien porque son los artífices directos de este premeditado plan de destrucción, o bien porque otros, en el colmo de su ingenuidad, creen poder obtener pingües beneficios de todo este caos; lo que ocurre que estos provechos, si lo son, serán puramente materiales, que en nada edifican, que en nada ganaran en la gran apuesta final; esa que es ineludible y segura para todos.
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Si la unión hace la fuerza, la desunión la debilita, esa es la consigna. Y ante esta verdad, lo que es prioritario, lo que urge es recobrar esa unión perdida.
Sin embargo, conviene dejar claro los conceptos:
Unidad no significa uniformidad. “Uniforme” , de la cual se deriva "uniformidad" , "se aplica a la cosa que no presenta variaciones o cambios en su conjunto o totalidad ". Así aplicando ese concepto de uniformidad absoluta, todos los miembros de una misma comunidad, tendrían que vestir el mismo “uniforme” (ropa, moda), comer lo mismo, tomar las mismas bebidas y seguir el mismo patrón, sin variaciones.
Esta claro que ese modelo de “uniformidad absoluta” es odioso. No es aceptable, ni como personas, ni como cristianos. La religión que profesamos permite variaciones de conducta y práctica en materias opinables; lo contrario sería pecar contra el libre albedrío y es absolutamente rechazable. Así la uniformidad se convierte en una perversión, en un empobrecimiento de la unidad.
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La unidad deseable es la que busca el entendimiento, el diálogo y el consenso. Esa unidad a la que me refiero, respeta la diversidad, pero busca la avenencia en base al amor por el otro, llámese altruismo o religión. La Unidad proviene de la Vida y por lo tanto es algo viviente, mientras que uniformidad es algo mecánico.
Es esa unión añorada, la que está siendo atacada hoy, directamente por los que se afanan en destruir sistemáticamente, cualquier posibilidad de acercamiento y de respeto.
Es esa unidad anhelada, la que hoy está desapareciendo rápida y peligrosamente de nuestras vidas; provocando el caos actual y todas estas crisis que está sufriendo el mundo.
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Ante esto, hay que manifestar que no hay nada mejor contra ese egoísmo destructor que la unidad.
Sin embargo, como en tantas otras cosas, nada mejor que predicar con el ejemplo; así pues, como buenos cristianos deberíamos empezar por buscar esa armonía en nosotros mismos. Unidad de vida, unidad familiar, unidad religiosa; los tres pilares, sobre los que podemos empezar a construir, ese nuevo mundo que esperamos.
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Unidad de vida, en nuestro quehacer diario, significa mantener una coherencia, sin fisuras, entre lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos. Defendiendo nuestros principios ante los vendavales que nos vengan, y pese a quien pese.
Hacer de nuestra vida, una vida de servicio; primero, llevando nuestras capacidades de asistencia al más próximo (prójimo) y después con todo aquel que nos crucemos. Y todo ello, sin perder de vista, la presencia constante de Dios. Procurándonos la formación debida y el contacto, a través de la oración, con Aquel que nos mandó ser “perfectos en unidad”.
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Si hemos intentado ese primer punto básico, la unidad familiar, que es el segundo, es un poquito más fácil. La consecuencia inmediata del servicio al prójimo, debe hacernos mirar en primer lugar, hacía nuestra propia familia; y si los miembros de esta, ven que lo que decimos, lo cumplimos; si ven en nosotros, nuestro esfuerzo y nuestra sincera honradez, ya tenemos ganado el primer punto, gracias a nuestro ejemplo.
Sin embargo, esa unidad familiar también será necesario fomentarla; tanto entre los esposos, como con los hijos.
Decía un viejo y buen dicho: “familia que reza unida, permanece unida”, ese puede ser nuestro primer y mejor apoyo; que por supuesto, ha de llegar acompañado de palabras, consejos, correcciones, respeto y educación entre todos los integrantes del núcleo familiar.
No es tarea fácil, pero no es imposible con un poco de esfuerzo y con la gran ayuda con la que contamos se hace milagrosamente realizable; y que nadie lo dude, es la mejor cosa que podemos hacer por los que más queremos y por el mundo que nos rodea.
Sin embargo, esa unidad familiar también será necesario fomentarla; tanto entre los esposos, como con los hijos.
Decía un viejo y buen dicho: “familia que reza unida, permanece unida”, ese puede ser nuestro primer y mejor apoyo; que por supuesto, ha de llegar acompañado de palabras, consejos, correcciones, respeto y educación entre todos los integrantes del núcleo familiar.
No es tarea fácil, pero no es imposible con un poco de esfuerzo y con la gran ayuda con la que contamos se hace milagrosamente realizable; y que nadie lo dude, es la mejor cosa que podemos hacer por los que más queremos y por el mundo que nos rodea.
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El tercer punto, probablemente es el más complicado; pero también contamos con las mejores directrices. Lo primero que tenemos que tener claro, son las palabras de la Escritura:
Hay un solo cuerpo; Efesios 4:4, “Un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación”. Todos somos miembros del mismo Cuerpo del que Jesús, el Salvador, es la cabeza.
La unidad en torno a Jesús, la hacemos hoy, ante su Vicario en la Tierra, Benedicto XVI; y es al que tenemos que seguir en todas sus oraciones y manifestaciones.
En la fé, como en todos nuestros actos, también hemos de buscar la coherencia, la santidad es la meta de todo cristiano. La gente de hoy, está ya muy cansada de oir hablar de Cristo y a la vez está ansiosa por ver a "Cristos" en medio del mundo. Ese es nuestro papel. Oración y acción, es la clave. Y esa acción también está llena de detalles, cosas pequeñas, pero de máxima importancia, ante las que convendría también recuperar la unidad de todos los cristianos, precisamente para mantener esa coherencia.
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Los seglares, tienen mucha culpa de lo que pasa y tendremos que corregir muchas cosas, pero es hora también de exigir, de alguno de nuestros pastores, también cierta coherencia.
Bastantes sacerdotes han pasado a ser una especie de asistentes sociales, sindicalistas, políticos... cualquier cosa menos ministros de la Iglesia.
Así, uno de los grandes problemas que tiene hoy la Iglesia Católica es la anarquía litúrgica llevada a la práctica por muchísimos de sus curas. La Misa en muchas parroquias ha dejado de ser el bello y sagrado acto de culto a Dios que es, para pasar a ser una simple reunión de amigos, sin mayor trascendencia.
Hace poco decía el Papa lo siguiente :
"La belleza de los ritos nunca será lo suficientemente esmerada, lo suficientemente cuidada, elaborada, porque nada es demasiado bello para Dios, que es la Hermosura infinita. Nuestras liturgias de la tierra no podrán ser más que un pálido reflejo de la liturgia, que se celebra en la Jerusalén de arriba, meta de nuestra peregrinación en la tierra. Que nuestras celebraciones, sin embargo, se le parezcan lo más posible y la hagan presentir".
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El tercer punto, probablemente es el más complicado; pero también contamos con las mejores directrices. Lo primero que tenemos que tener claro, son las palabras de la Escritura:
Hay un solo cuerpo; Efesios 4:4, “Un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación”. Todos somos miembros del mismo Cuerpo del que Jesús, el Salvador, es la cabeza.
La unidad en torno a Jesús, la hacemos hoy, ante su Vicario en la Tierra, Benedicto XVI; y es al que tenemos que seguir en todas sus oraciones y manifestaciones.
En la fé, como en todos nuestros actos, también hemos de buscar la coherencia, la santidad es la meta de todo cristiano. La gente de hoy, está ya muy cansada de oir hablar de Cristo y a la vez está ansiosa por ver a "Cristos" en medio del mundo. Ese es nuestro papel. Oración y acción, es la clave. Y esa acción también está llena de detalles, cosas pequeñas, pero de máxima importancia, ante las que convendría también recuperar la unidad de todos los cristianos, precisamente para mantener esa coherencia.
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Los seglares, tienen mucha culpa de lo que pasa y tendremos que corregir muchas cosas, pero es hora también de exigir, de alguno de nuestros pastores, también cierta coherencia.
Bastantes sacerdotes han pasado a ser una especie de asistentes sociales, sindicalistas, políticos... cualquier cosa menos ministros de la Iglesia.
Así, uno de los grandes problemas que tiene hoy la Iglesia Católica es la anarquía litúrgica llevada a la práctica por muchísimos de sus curas. La Misa en muchas parroquias ha dejado de ser el bello y sagrado acto de culto a Dios que es, para pasar a ser una simple reunión de amigos, sin mayor trascendencia.
Hace poco decía el Papa lo siguiente :
"La belleza de los ritos nunca será lo suficientemente esmerada, lo suficientemente cuidada, elaborada, porque nada es demasiado bello para Dios, que es la Hermosura infinita. Nuestras liturgias de la tierra no podrán ser más que un pálido reflejo de la liturgia, que se celebra en la Jerusalén de arriba, meta de nuestra peregrinación en la tierra. Que nuestras celebraciones, sin embargo, se le parezcan lo más posible y la hagan presentir".
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El Magisterio de la Iglesia se asienta en dos pilares; La escritura y la tradición; y no es bueno quedarse cojo, por descuidar cualquiera de ellos. Corregir las omisiones y los abusos que se producen y recuperar la sana tradición de la Iglesia es deber de todos, sacerdotes y laicos, y en ello nos debemos todos de afanar.
En otros posts, hablaré más profusamente de otros “detalles”, que por falta de espacio y tiempo dejo hoy en el tintero. Ahora, tan solo quiero apuntar, que con un poco más de delicadeza en lo pequeño y mucho Amor hacía lo grande, también entre todos podemos devolver la unidad a Nuestra querida Iglesia Católica.
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En definitiva, estamos hoy ante el aparente triunfo del relativismo y del laicismo. Esta situación lo único que ha generado ha sido desuniones generalizadas, donde todos están contra todos, alimentando envidias, provocando rencores, fecundando odios. El mundo está en crisis de humanidad, y estoy convencido que la solución pasa por recuperar la Unidad perdida. Esa debe ser la prioridad en todos nuestros actos.
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Pidámosle a la Madre común, ahora que estamos comenzando el camino del Adviento, que nos ayude a llevar una vida de coherencia y en la tarea de unir a nuestras familias, a nuestra Patria y a la Santa Iglesia en torno al Belén que esperamos.
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En otros posts, hablaré más profusamente de otros “detalles”, que por falta de espacio y tiempo dejo hoy en el tintero. Ahora, tan solo quiero apuntar, que con un poco más de delicadeza en lo pequeño y mucho Amor hacía lo grande, también entre todos podemos devolver la unidad a Nuestra querida Iglesia Católica.
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En definitiva, estamos hoy ante el aparente triunfo del relativismo y del laicismo. Esta situación lo único que ha generado ha sido desuniones generalizadas, donde todos están contra todos, alimentando envidias, provocando rencores, fecundando odios. El mundo está en crisis de humanidad, y estoy convencido que la solución pasa por recuperar la Unidad perdida. Esa debe ser la prioridad en todos nuestros actos.
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Pidámosle a la Madre común, ahora que estamos comenzando el camino del Adviento, que nos ayude a llevar una vida de coherencia y en la tarea de unir a nuestras familias, a nuestra Patria y a la Santa Iglesia en torno al Belén que esperamos.
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¡¡¡FELIZ ADVIENTO!!!
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12 comentarios:
Ahora no puedo leerte, ni comentarte. mañana tengo médico, reza un poquito. un beso
Con ese Gobierno lo único que saber hacer es dividir el pueblo,la familia,los valores y nuestra religión católica.
Saludos arcen
Los sindicatos están contra la realidad, pero saben muy bien cual es, pero cobran por lo que hacen, y tengo entendido que cobran bien.
Saludos genial post.
La unidad empieza con la familia, no con los partidos políticos.
Un saludo español...
Me adhiero a lo que escribes: la unidad tiene que empezar por la familia.Hay muchos niños sin dar clases de religión porque los padres no tienen tiempo para explicar a los hijos quién es Jesús y qué nos trae. Y es cierto que la Iglesia debería acortar un poquito la cuerda a algunos curas que hacen unas misas que parecen más reuniones de vecinos que otra cosa.No estoy en contra de que los párrocos se preocupen por los problemas materiales de sus feligreses, pero lo que más debería importarles es la deriva espiritual de los mismos.Por otro lado me gustaría que el Santo Padre se manifestara un poco más claramente sobre los abusos de algunos curas,sobre todo en América.Pero sigo creyendo que lo fendamental es la práctica de la fe,el asistir a misa,a clases de catecismo y a lecturas de la palabra en comunidad y en privado.Si de verdad somos buenos cristianos podremos defendernos con la sabiduría que nos da la fe y eso solo puede lograrse con la práctica frecuente. Como dijo Teresa de Jesús:debemos "tratar" a Dios diariamente para llegar a conocerle.
Un beso y como verás, ya tengo el blog arreglado. Besos
Tu entrada es una lección maravillosa. La desunión provoca que no se entienda el servicio desinteresado a los demás.
Muchas gracias
María Jesús
Es difícil comentar este post tuyo, a mi parecer no has dejado nada por decir aunque alegas que entrarás en detalles.
Empezar por la unidad de vida es primordial, como dices, porque si no eres uno en tí mismo como vas a unir, ni unirte a los demás.
la unidad en la familia es obra de la entrega de por vida a ella.
Los sindicatos y todo eso ya no es cosa nuestra, pero la unidad de la Iglesia sólo tiene un referente el Magisterio de la Iglesia y el Papa.
Lo que hagan los curas CREATIVOS es un accidente. ya sabes lo que pienso sobre esto.
Un abrazo Arcendo y gracias por todo
Hola Arcendo ¿que...?por lo visto no te agrada poner tu apellido
y para identificar a alguien es indispenable. Va a colación de lo que voy a decirte.
No pude contestar tu comentario hacia mí, en el post de Militos, porque se me rompió el teclado del ordenador; pero no acostumbro dejar en suspenso algo dirigido a mí y porlo tanto lo hago aunque con retraso.
Tú (y perdona el tuteo) debes ser muy joven , al menos lo pareces en la forma tan impulsiva que juzgaste mi comentario sobre la política. Porque aunque muy correctamente, me diste a entender que me consideras una frÍvola personita a quien solo le atraen
"la poesía y otros asuntos de poco interés" pero...¡cuán equivocado estás!
Yo tengo sobre mis hombros 84 años
recién cumplidos y una vida de grandes experiencias respecto a lo que es polítca con tantos ¡Tantos!gobiernos conocidos y soportados en mi larga existencia. Te pido que leas "¿En que país vivimos?" en mi blog "Placer de Leer" que Militos puso gentilmente en su lista.
En tu referente del domingo escibiste algo sobre la unidad, muy acertado por cierto , pero te contradices a tí mismo porque en la realidad, no haces lo que pregonas tan enfáticamente.
saludos: Julana Gómez Cordero
Gracias a todos por las visitas y comentarios. Para Juliana, también por supuesto, sobre edades, podríamos hablar largo y tendido... lo que opinas, igual que lo que opino yo, opiniones son; sin embargo, sin animo de entablar ningun debate interminable, te diré que procuro (a veces no lo consigo, humano soy) tener unidad de vida, en todo lo que hago y en todo lo que pienso. Tu juicio es, si me permites aventurado, sin conocerme.
Si mis opiniones enfáticas o no te han molestado lo siento, no era mi intención; sin embargo tu intención si parece procurar la molestia, pero como viene desde el respeto, la publico y la acepto. Saludos, lo cortés no quita lo valiente.
Ya me gustaría ser coherente, pero creo que tengo alma de veleta, que no de poeta ;)
Y me encantaria ser una frivolona de la jet set :)
Hijo, no se que comentar de tu post. Has dicho lo que querias y bien.
Mira tu a mi los uniformes me encantan , no es que admire a lo hecho por Mao, me refiero a los que usaba de colegiala. Además con el uniforme te ahorras el mareo de que ponerte hoy.
Hablando en serio, pienso que la familia es la base de nuestra vida, nuestras raices.
Un beso y buenas noches.
Juliana: no juzgues así a mi amigo Arcendo. No intentaba ofenderte, sino partir una lanza por mí que ya te he dicho tengo otra visión de la política distinta a la tuya, pero no pasa nada. A nosotros nos gusta opinar y difundir lo que nos parece justo para los españoles, cada uno tiene sus principios y todos intentamos hacer lo mejor aunque a veces nos equivoquemos, pero siempre desde el respeto y la consideración.
Te diré querida juliana que Arcendo también valora la poesía y otros temas más inspirados que la política. Todo tiene cabida en nuestros blogs.
No deseo veros enemistados y menos por culpa mía. Un abrazo Juliana.
Un beso para tí Arcendo a quien he metido en este fregado.
Arcen, gracias x tu tiempo, tu esfuerzo y dedicación, está genial escrito este post y es importantísimo todo lo que comentas.
Lo tenemos muy xungo en esta lucha x la unidad, pero no hay que desfallecer.
Señora Juliana, en mi opinión no tiene ninguna importancia en un blog el apellido de una persona.
En nuestras vidas obviamente sí, nos identificamos con nuestra familia, pero yo no creo q usted conozca a la familia de Arcendo, me parece que no.
Besos.
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