Esta sociedad está vencida por los cuatro costados y en los cinco continentes. Parece que la fuerza del destino es poderosa y nos aboca al abismo, parece que estemos deseando que nunca amanezca, parece que nos empeñamos tercamente en que el final de la noche nunca coincida con el principio del nuevo día. Este mundo parece una causa perdida.
Nos hemos aburguesado, nos gusta ser así, en todos los aspectos de nuestra vida. No se salva nadie. Somos un subproducto humano. Es la hora de los mediocres y de los tiranos.
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Sin embargo, a esta sociedad que tanto alardea y se caracteriza por su descreimiento de todo y de todos; a esta sucia sociedad hedonista, y egoísta, que solo busca la tumbona del dinero, del placer y del poder…., todavía le queda un punto de luz al que agarrarse, ahora es casi, un ínfimo recuerdo en su memoria, sí…, pero todavía subsiste un reflejo del alma que fue, que es y que misteriosamente podría llegar a ser todavía, si ocurriera la conjunción, hoy tan lejana, del milagro del don, con el esfuerzo del perdón y del cambio.
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En este mundo pertinaz de laicismos, agnósticos y ateos, tenemos más “creyentes” que nunca.
Las hojas de los periódicos, las cadenas de televisión, las emisoras de radio se plagan de anuncios de brujos, nigromantes, echadores de cartas, lectores de posos del café, cuartos milenios…, etc, etc., etc.;
Lo que sucede es que, aquel espejo donde antaño se miraba nuestra noble alma, hoy está roto, distorsionado, su imagen es irreal…, es el retrato más feo del Dorian que somos; pero aún así…, algo sigue ahí, algo persiste, algo queda; nuestras ansias por conocer lo desconocido están ahí; nuestro fuero más interno, ese que nunca se equívoca y que algunos llamamos conciencia, nos dice que lo sobrenatural existe y nos espera; que existe lo absoluto y que a los humanos nos atraen anhelos de cielo, con más fuerza que la manzana de Newton a la tierra misma.
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Este es el mal de nuestros dias, ser y no ser al tiempo, creer y no creer. Aún así, pienso que los que sí tenemos, por la Gracia, las cosas claras, tampoco estamos dando respuestas útiles a las acuciantes necesidades humanas actuales.
Con pena, leía el otro día, en algún diario digital, sobre la pérdida de fieles de la Iglesia Católica en el mundo. Pienso que estas noticias nos tienen que hacer reflexionar.
Antes, en España, en época de Franco se decía que las iglesias se llenaban por obligación y por “el que dirán”; Franco murió y poco a poco (ya han pasado 34 años de aquello) la criba del tiempo, dejó en los templos a los que éramos y somos. Es cierto que ahora a nadie se obliga, como también lo es, que cada vez somos menos. Y es que, estoy convencido, algo debemos estar haciendo mal.
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Estamos de acuerdo en que la Iglesia no es un club que tenga que pugnar por ser el que mayor número de socios tenga…; pero no podemos permanecer ajenos, ni indiferentes ante el enorme éxodo de los hombres hacía la nada; estaríamos incumpliendo nuestro fín, estaríamos desatendiendo nuestra misión de apóstoles de la Luz, la Verdad y la Vida: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”. (Mc 16, 15).
“¿No gritaríais de buena gana a la juventud que bulle alrededor vuestro: ¡locos!, dejad esas cosas mundanas que achican el corazón... y muchas veces lo envilecen..., dejad eso y venid con nosotros tras el Amor?” (Camino 790).
Nuestra labor es ineludible, no puede caber ni el olvido, ni la omisión.
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El ambiente es malo, quizás no puede ser peor; somos los equivocados, los proscritos, los que todavía creen en cuentos. Pero un poco, esta situación nos la hemos buscado nosotros mismos. Con nuestros hechos y palabras, hemos empequeñecido nuestra fé, la hemos hecho demasiado fácil, tan manejable como inaceptable…, y el mundo necesita de coherencias hechas carne, de fé … y de misterio…. Porque Dios, Misterio es.
La Iglesia no ha sabido, no hemos sabido encontrar sitio, todavía en este siglo. Hemos claudicado de demasiadas cosas, fundamentales, necesarias, imprescindibles. Empezamos por abandonar la sotana, y continuamos despreciando la confesión personal, auricular y secreta; negamos la autoridad del Papa y cuestionamos al mismo Cristo en la Eucaristía. Para algunos la transubstanciación es sólo un recuerdo, sólo un recuerdo.
La oración ni es diaria, ni frecuente; las liturgias de guitarra y pandereta son reuniones edulcoradas que ya causan empalago al más pintado.
Después en nuestras vidas cotidianas somos como cualquier pobre diablo, como cualquier otro pagano. Procuramos trabajar poco y ganar mucho, trepar a costa del prójimo, escaquearnos de lo difícil y al final del día, correr al sofá en búsqueda avariciosa del mando a distancia de la caja tonta y del arrumaco con la parienta preservativo en mano…., eso si el domigo.. cumpli-miento y a Misa...
Nos hemos aburguesado, nos gusta ser así, en todos los aspectos de nuestra vida. No se salva nadie. Somos un subproducto humano. Es la hora de los mediocres y de los tiranos.
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Sin embargo, a esta sociedad que tanto alardea y se caracteriza por su descreimiento de todo y de todos; a esta sucia sociedad hedonista, y egoísta, que solo busca la tumbona del dinero, del placer y del poder…., todavía le queda un punto de luz al que agarrarse, ahora es casi, un ínfimo recuerdo en su memoria, sí…, pero todavía subsiste un reflejo del alma que fue, que es y que misteriosamente podría llegar a ser todavía, si ocurriera la conjunción, hoy tan lejana, del milagro del don, con el esfuerzo del perdón y del cambio.
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En este mundo pertinaz de laicismos, agnósticos y ateos, tenemos más “creyentes” que nunca.
Las hojas de los periódicos, las cadenas de televisión, las emisoras de radio se plagan de anuncios de brujos, nigromantes, echadores de cartas, lectores de posos del café, cuartos milenios…, etc, etc., etc.;
Lo que sucede es que, aquel espejo donde antaño se miraba nuestra noble alma, hoy está roto, distorsionado, su imagen es irreal…, es el retrato más feo del Dorian que somos; pero aún así…, algo sigue ahí, algo persiste, algo queda; nuestras ansias por conocer lo desconocido están ahí; nuestro fuero más interno, ese que nunca se equívoca y que algunos llamamos conciencia, nos dice que lo sobrenatural existe y nos espera; que existe lo absoluto y que a los humanos nos atraen anhelos de cielo, con más fuerza que la manzana de Newton a la tierra misma.
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Este es el mal de nuestros dias, ser y no ser al tiempo, creer y no creer. Aún así, pienso que los que sí tenemos, por la Gracia, las cosas claras, tampoco estamos dando respuestas útiles a las acuciantes necesidades humanas actuales.
Con pena, leía el otro día, en algún diario digital, sobre la pérdida de fieles de la Iglesia Católica en el mundo. Pienso que estas noticias nos tienen que hacer reflexionar.
Antes, en España, en época de Franco se decía que las iglesias se llenaban por obligación y por “el que dirán”; Franco murió y poco a poco (ya han pasado 34 años de aquello) la criba del tiempo, dejó en los templos a los que éramos y somos. Es cierto que ahora a nadie se obliga, como también lo es, que cada vez somos menos. Y es que, estoy convencido, algo debemos estar haciendo mal.
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Estamos de acuerdo en que la Iglesia no es un club que tenga que pugnar por ser el que mayor número de socios tenga…; pero no podemos permanecer ajenos, ni indiferentes ante el enorme éxodo de los hombres hacía la nada; estaríamos incumpliendo nuestro fín, estaríamos desatendiendo nuestra misión de apóstoles de la Luz, la Verdad y la Vida: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”. (Mc 16, 15).
“¿No gritaríais de buena gana a la juventud que bulle alrededor vuestro: ¡locos!, dejad esas cosas mundanas que achican el corazón... y muchas veces lo envilecen..., dejad eso y venid con nosotros tras el Amor?” (Camino 790).
Nuestra labor es ineludible, no puede caber ni el olvido, ni la omisión.
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El ambiente es malo, quizás no puede ser peor; somos los equivocados, los proscritos, los que todavía creen en cuentos. Pero un poco, esta situación nos la hemos buscado nosotros mismos. Con nuestros hechos y palabras, hemos empequeñecido nuestra fé, la hemos hecho demasiado fácil, tan manejable como inaceptable…, y el mundo necesita de coherencias hechas carne, de fé … y de misterio…. Porque Dios, Misterio es.
La Iglesia no ha sabido, no hemos sabido encontrar sitio, todavía en este siglo. Hemos claudicado de demasiadas cosas, fundamentales, necesarias, imprescindibles. Empezamos por abandonar la sotana, y continuamos despreciando la confesión personal, auricular y secreta; negamos la autoridad del Papa y cuestionamos al mismo Cristo en la Eucaristía. Para algunos la transubstanciación es sólo un recuerdo, sólo un recuerdo.
La oración ni es diaria, ni frecuente; las liturgias de guitarra y pandereta son reuniones edulcoradas que ya causan empalago al más pintado.
Después en nuestras vidas cotidianas somos como cualquier pobre diablo, como cualquier otro pagano. Procuramos trabajar poco y ganar mucho, trepar a costa del prójimo, escaquearnos de lo difícil y al final del día, correr al sofá en búsqueda avariciosa del mando a distancia de la caja tonta y del arrumaco con la parienta preservativo en mano…., eso si el domigo.. cumpli-miento y a Misa...
Así, con esta esquizofrenía, ¿a quien vamos a convencer?, ¡a nadie!, que de locos, falsos altruismos y Ongs está el mundo lleno.
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El problema fundamental de la Iglesia de hoy es que ya hemos dejado de hablar del Misterio de Dios, con nuestra vida y por eso ha dejado de interesarle al hombre.
Podremos tener todo el depósito moral y doctrinal de siglos de cristianismo en nuestro haber, pero ahora de nada sirve, si no lo llenamos con nuestras vidas, si no damos ejemplo, si no somos coherentes y consecuentes con lo que decimos y con lo que pensamos, y de nada sirve si no lo hacemos por Amor.
Si el mundo se duele de su vacío espiritual, la Iglesia debería ser la primera en llenar esta ausencia a través de un discurso vital que ayude al hombre a encontrarse con su Creador. El mundo necesita fé, aliento, reconciliación con su fín último; pero nunca lo tendrá si no nos empeñamos seriamente en ser “otros Cristos”, con Cruz incluida.
El mundo no necesita a estos animadores musicales de doctrina, que a la vuelta de la esquina tienen otra vida; sino a hombres y mujeres libres y valientes que puedan hablar de Dios sin pelos en la lengua, con la sinceridad de sus acciones, con la heroicidad de sus vidas cotidianas, con la firmeza y el cumplimiento de sus liturgias y que sepan rezumar la experiencia del encuentro personal con el Dios de la Vida y de la misericordia.
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En las manos de la Iglesia, en nuestras propias manos está el recuperar el refugio de la esperanza para un hombre sediento de Dios, pero perdido en la inmensa maraña de ideologías falaces y deshumanizadoras. Sin Dios, el mundo va a la deriva, es hora de guiar la nave con la fuerza del creyente, esa que mueve montañas; es tiempo de navegar junto al hombre que ansía nuevos horizontes de luces inmortales.
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El problema fundamental de la Iglesia de hoy es que ya hemos dejado de hablar del Misterio de Dios, con nuestra vida y por eso ha dejado de interesarle al hombre.
Podremos tener todo el depósito moral y doctrinal de siglos de cristianismo en nuestro haber, pero ahora de nada sirve, si no lo llenamos con nuestras vidas, si no damos ejemplo, si no somos coherentes y consecuentes con lo que decimos y con lo que pensamos, y de nada sirve si no lo hacemos por Amor.
Si el mundo se duele de su vacío espiritual, la Iglesia debería ser la primera en llenar esta ausencia a través de un discurso vital que ayude al hombre a encontrarse con su Creador. El mundo necesita fé, aliento, reconciliación con su fín último; pero nunca lo tendrá si no nos empeñamos seriamente en ser “otros Cristos”, con Cruz incluida.
El mundo no necesita a estos animadores musicales de doctrina, que a la vuelta de la esquina tienen otra vida; sino a hombres y mujeres libres y valientes que puedan hablar de Dios sin pelos en la lengua, con la sinceridad de sus acciones, con la heroicidad de sus vidas cotidianas, con la firmeza y el cumplimiento de sus liturgias y que sepan rezumar la experiencia del encuentro personal con el Dios de la Vida y de la misericordia.
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En las manos de la Iglesia, en nuestras propias manos está el recuperar el refugio de la esperanza para un hombre sediento de Dios, pero perdido en la inmensa maraña de ideologías falaces y deshumanizadoras. Sin Dios, el mundo va a la deriva, es hora de guiar la nave con la fuerza del creyente, esa que mueve montañas; es tiempo de navegar junto al hombre que ansía nuevos horizontes de luces inmortales.
¡María, Virgo potens, Stella Maris, guíanos..., ora pro nobis!
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Hermano de Sangre. Loquillo
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8 comentarios:
Tienes toda la razón, pero aferrémonos a la esperanza de que hay mucha gente q está dando su vida en un gota a gota x Dios y x los demás y todos participamos de esa gracia x la comunión de los santos.
Sólo el Espíritu Santo puede renovarnos, invoquémosle con fuerza, que está con nosotros.
Ánimo, querido Arcen. Luchamos juntos.
Besos.
(q bonito el vídeo)
Arcen,el único remedio,pienso yo,ante tan desalentador panorama que pinta,pintamos,consiste en ejercer para que nosotros mismos algo de esa bondad,de esa compasión y de esa admiración que Dios ha puesto en nosotros para ejercerlas tanto con nosotros mismos como con los demás.
Quiero amar a todo el mundo,pero ¿como es posible ante esta situación laica,atea...?Mis mejores saludos amigo,hermano y hermanos
Arcendo lo más gracioso es que todo el mundo se mete con los Cristianos, con la Iglesia Católica, pero luego utilizan los recursos que esta pone a disposición de todos, sobre todo los comedores sociales.
Algunos deberían reflexionar sobre el tema, pero en vez de eso ayer en 59” se dedicaban a acribillar a un cura.
Saludos
Gracias a todos por la visita y por los comentarios..
#Para Ruby, Hace tiempo te dije que no, que aquí no, que ni lo intentaras porque no se te iban a publicar ninguna de tus giliprogreces sinsentido. Tienes la memoria muy flojita, lo mismo que tus argumentos.. por eso, efectivamente si, en este blog censuramos los insultos y la demagogia, que ya estamos hartos de tanta bazofia. Así que, vuelvo a repetir... ni lo intentes, es inutil, tus palabras ni convencen, ni llegan, aquí no tienen eco.
Saludos...de todos modos.
Tienes razón en todo. Y coincido con CZP en lo de que parece que la Iglesia Católica es el enemigo a abatir, cuando está haciendo tanto por los demás en estos tiempos de crisis. Pero ya sabemos lo que opinan los hijos de la viuda, que son los que ahora mandan en España...
Un abrazo
Arcendo: no voy a entrar en polémica, pero no me gusta tanta generalización, ni tanta culpabilidad a la iglesia. Los que se han ido lo han hecho para vivir en comodidad y sin ataduras, o lo que ellos creen son ataduras, sin aceptar el mensaje de "Mi yugo es suave..." ¿Que podíamos haberlo hecho mejor? ¿algunos o muchos eclesiásticos? de acuerdo, pero somos limitados, y no podemos culparnos de todos los males del mundo, ¡eso quisieran ellos!.
La Iglesia, que somos todos, está pasando por una criba que dura años, pero al final saldrá purificada. No quiere decir que ¡Tranquilos!. No podemos dormirnos sobre los laureles y cada uno debe sentirse responsable de lo cercano, no me refiero sólo a la familia, y si se puede, ir más allá a buscar con el ejemplo, la palabra y la luz de Dios a ls hermanos alejados de la fe. Ya sé que hay pastores, como dice Jesús que no son el buen pastor, pero el que quiere sabe buscar a los buenos que "Haberlo hailos", claro que es más apetecible para el cuerpo ir donde menos te exigen.
La solución nunca está en criticar a la Iglesia, ni en criticarnos a nosotros mismos, la solución está en dios y en buscarle por sobre todas las cosas, enseñando a que los demás le busquen.
Tampoco creas que estoy criticando tu post, es espléndido como siempre y una llamada de atención muy buena, pero un poco derrotista.
UN BESO, LUEGO SIGO
Perdona Arcendo: hoy vine tarde a tu Hoja porque acabé agotada de la natación y el frío de la calle y luego cuando empecé el comentario, estuve resolviendo problemas, con Tamara, del ordenador.
Ya poco me quedaba por decirte. No es que no quiera ver la realidad, la veo tan preocupante como tú, pero no creo que la solución sea echarnos las culpas. Y a mi me parece que los católicos de verdad estan reaccionando actualmente como se debe hacer. ¿Había que haberlo hecho antes? cierto, pero primero tuvimos que afianzar, en medio del maremoto que se nos vino encima, nuestra propia fe.
Precisamente he leído esta tarde algo que ya sabemos, pero que conviene recordar:
"Lo difícil no es creer en Dios, sino vivir de acuerdo con lo que se cree". Por eso muchos dicen no creer en Dios y lo que no creen es poder vivir como Dios quiere que se viva.
Nos queda como tú dices, nuestra Estrella de los Mares y Matutina que iluminará nuestras vidas para que nosotros seamos también la luz de otros.
Santa María Esperanza Nuestra, ruega por nosotros.
¿No me digas que la Ruby anda también por tu blog. ¿Viste lo verde que me puso en el blog de Carrero cuando los premios?
Un beso con mi admiración y cariño
Maravilloso video de Loquillo, no lo conocía. Pues ya estamos en "el fragor de la batalla y lo más crudo del frío invierno", así que a luchar por "las últimas banderas" que son las del Reino de dios, Y ojalá todos seamos hermanos de sangre en esta lucha.
Gracias Arcendo porque tú si que luchas sin descanso.
¿Qué tal la gripe?
Adiós hermano de sangre, un beso
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