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Uno de mis caballos de batalla, al que me subo cada vez que entro en este blog, es predicar la coherencia. Sé que soy terco y machacón, incluso pesado en este punto, pero me parece básico para la persona y cuanto más para el que aspire a ser discípulo del Maestro de la Verdad.
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El cristiano, en estos tiempos no sólo debe ser creyente sobretodo debe ser creíble, debe dar razones de su fe, con su vida. Y es esa credibilidad la que nace de la coherencia entre nuestros actos y nuestras palabras.
Es hora de testimoniar la Luz en tiempos de tiniebla. Y para eso, se hace imprescindible, la voluntad de servicio y sobretodo el deseo de conocimiento del Amor a través de la oración, tenemos que recuperar el contacto, oír sus indicaciones, escuchar atentos La Palabra.
Uno de mis caballos de batalla, al que me subo cada vez que entro en este blog, es predicar la coherencia. Sé que soy terco y machacón, incluso pesado en este punto, pero me parece básico para la persona y cuanto más para el que aspire a ser discípulo del Maestro de la Verdad.
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El cristiano, en estos tiempos no sólo debe ser creyente sobretodo debe ser creíble, debe dar razones de su fe, con su vida. Y es esa credibilidad la que nace de la coherencia entre nuestros actos y nuestras palabras.
Es hora de testimoniar la Luz en tiempos de tiniebla. Y para eso, se hace imprescindible, la voluntad de servicio y sobretodo el deseo de conocimiento del Amor a través de la oración, tenemos que recuperar el contacto, oír sus indicaciones, escuchar atentos La Palabra.
Para mis pies antorcha es tu palabra,
luz para mi sendero» Sal 118 [119], 105.
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Son tiempos difíciles para la Luz y la palabra, la sociedad ha cobrado un ritmo de vertigo que no es bueno, hay demasiadas luces que no dejan ver la Luz, hay demasiado ruido, para escuchar… lo importante.
A pesar de las apariencias, en la mayoría de los casos, esas llamadas constantes a través de los medios al altruismo y a la solidaridad, a veces, no esconden más que oscuros intereses que nada pretenden solucionar.
De hecho, lo lamentable es que nos hemos acostumbrado a las situaciones más inhumanas en la televisión y en la calle, nos estamos haciendo tremendamente insensibles y egoístas. El aumento de personas que ya empiezan a vivir en la indigencia, los que viven en soledad, los numerosos casos de violencia doméstica, la destrucción masiva de vidas y la separación de las familias son muestras, no de progresismo, ni de evolución, sino signos visibles de la deshumanización social que estamos viviendo, aceptándola sin parpadear.
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Urge entonces, a pesar del ambiente, primero, pausar y escuchar, y después, rezar y actuar. Porque Dios nos busca en cada tiempo de nuestra vida para ser portadores de la Luz de la esperanza a nuestros hermanos los hombres.
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Son tiempos difíciles para la Luz y la palabra, la sociedad ha cobrado un ritmo de vertigo que no es bueno, hay demasiadas luces que no dejan ver la Luz, hay demasiado ruido, para escuchar… lo importante.
A pesar de las apariencias, en la mayoría de los casos, esas llamadas constantes a través de los medios al altruismo y a la solidaridad, a veces, no esconden más que oscuros intereses que nada pretenden solucionar.
De hecho, lo lamentable es que nos hemos acostumbrado a las situaciones más inhumanas en la televisión y en la calle, nos estamos haciendo tremendamente insensibles y egoístas. El aumento de personas que ya empiezan a vivir en la indigencia, los que viven en soledad, los numerosos casos de violencia doméstica, la destrucción masiva de vidas y la separación de las familias son muestras, no de progresismo, ni de evolución, sino signos visibles de la deshumanización social que estamos viviendo, aceptándola sin parpadear.
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Urge entonces, a pesar del ambiente, primero, pausar y escuchar, y después, rezar y actuar. Porque Dios nos busca en cada tiempo de nuestra vida para ser portadores de la Luz de la esperanza a nuestros hermanos los hombres.
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Primero, Pausar y escuchar, parar el tiempo y el espacio. Si el mundo tiene prisas, si se empeña en emborracharnos con miles de informaciones, que muchas veces no son más que ruido, es prioritario huir de esa enajenación en el silencio, es necesario que nos detengamos, que tomemos conciencia del momento presente, del aquí y el ahora.
Que busquemos sin descanso, la experimentación gozosa del silencio, porque esa actitud silente y recogida, paradójicamente nos enseñará a ser más receptivos, porque estar en silencio es permanecer en estado de escucha permanente, y ese gesto, ya de por sí, elegido así, por voluntad propia, empieza a ser ya oración.
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Y después “Rezar y actuar”, pero para eso, antes hemos de saber interpretar la historia, y aprender sus lecciones.
Ser cristiano hoy no es fácil, nunca lo fue, pero siempre fue misión de audaces.
En otro tiempo la sociedad pagana fue progresivamente cristianizada con el generoso y valiente testimonio de hombres y mujeres que incluso dieron su vida por el ideal supremo. Por hombres y mujeres que buscaron la presencia de Dios constantemente a través de la oración y los sacramentos, por hombres y mujeres rezadores incansables, coherentes en sus palabras y en sus hechos.
Ahora nos quejamos de que la Iglesia de hoy se está descristianizando por culpa de esa sociedad pagana y paganizante, y muchas veces no miramos la razón en nosotros mismos.
Probablemente el motivo de esta secularización interna esté en una más que deficiente vida de oración y contemplación, y también ¿por qué ocultarlo?, en una formación doctrinal plagada de ambigüedades y relativismo.
Es decir, las mismas causas, pero invertidas de aquellos tiempos de los primeros cristianos; lo que ocurre es que ahora nos estamos dejando vencer, porque estamos olvidando lo básico.
Es pues hora de que empecemos por revisar nuestro contacto con Dios, que es nuestra vida de oración y nuestra formación en la verdadera doctrina de la Iglesia secular, si queremos empezar a cambiar las injusticias de este mundo. Porque del roce, nace el cariño, y sin ese necesario contacto todo es baldío.
Nuestra fé radica en Cristo, y tendremos que estar atentos a su Palabra, a través del silencio, de la oración y de los Sacramentos; para corresponder su Amor por nosotros, sin esa premisa, nada se puede hacer. Esa es la base.
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Nosotros, no somos cartujos, vivimos inmersos en el mundo, y algún día se nos pedirán cuentas del desempeño de nuestras misiones u omisiones dentro del mismo, en nuestro entorno, en nuestra familia, en nuestro trabajo, en nuestra comunidad social. Sin embargo, en este mundo, si rascamos un poco, también podemos encontrar grandes ejemplos a los que seguir, unos visibles y notorios, como los testimonios que nos dejaron las vidas de nuestros santos más recientes Juan Pablo y Teresa de Calcuta; otros más escondidos y callados, como los miles de religiosos de vida contemplativa que casi pasan de puntillas, como si no existiesen pero que realizan una labor intercesora insustituible desde la reclusión voluntaria en sus claustros. ¿qué sería de la Iglesia y del mundo sin ellos?...
Estos modelos vivos son tesoros que viven la esencia de la verdad, son la escuela del cristianismo genuino, son el ejemplo vivo de autenticidad que necesitamos.
Verdaderos paradigmas de la coherencia necesaria que el mundo necesita. Porque en definitiva, de eso se nos va a examinar…. de coherencia, que en este caso es fidelidad al Amor.
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Y hablando de cartujos, finalmente os presento dos vídeos excepcionales el primero es el trailer de una película, galardonada y de lo más recomendable, que os animo a disfrutar por los medios que creáis más adecuados, su título "El gran silencio"; el segundo es sólo música, pero música que eleva tanto el espíritu que se transforma en plegaria a mayor gloria de la Luz que necesitamos.
Espero que además de gustaros, os sirva de recogimiento orante.
Que busquemos sin descanso, la experimentación gozosa del silencio, porque esa actitud silente y recogida, paradójicamente nos enseñará a ser más receptivos, porque estar en silencio es permanecer en estado de escucha permanente, y ese gesto, ya de por sí, elegido así, por voluntad propia, empieza a ser ya oración.
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Y después “Rezar y actuar”, pero para eso, antes hemos de saber interpretar la historia, y aprender sus lecciones.
Ser cristiano hoy no es fácil, nunca lo fue, pero siempre fue misión de audaces.
En otro tiempo la sociedad pagana fue progresivamente cristianizada con el generoso y valiente testimonio de hombres y mujeres que incluso dieron su vida por el ideal supremo. Por hombres y mujeres que buscaron la presencia de Dios constantemente a través de la oración y los sacramentos, por hombres y mujeres rezadores incansables, coherentes en sus palabras y en sus hechos.
Ahora nos quejamos de que la Iglesia de hoy se está descristianizando por culpa de esa sociedad pagana y paganizante, y muchas veces no miramos la razón en nosotros mismos.
Probablemente el motivo de esta secularización interna esté en una más que deficiente vida de oración y contemplación, y también ¿por qué ocultarlo?, en una formación doctrinal plagada de ambigüedades y relativismo.
Es decir, las mismas causas, pero invertidas de aquellos tiempos de los primeros cristianos; lo que ocurre es que ahora nos estamos dejando vencer, porque estamos olvidando lo básico.
Es pues hora de que empecemos por revisar nuestro contacto con Dios, que es nuestra vida de oración y nuestra formación en la verdadera doctrina de la Iglesia secular, si queremos empezar a cambiar las injusticias de este mundo. Porque del roce, nace el cariño, y sin ese necesario contacto todo es baldío.
Nuestra fé radica en Cristo, y tendremos que estar atentos a su Palabra, a través del silencio, de la oración y de los Sacramentos; para corresponder su Amor por nosotros, sin esa premisa, nada se puede hacer. Esa es la base.
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Nosotros, no somos cartujos, vivimos inmersos en el mundo, y algún día se nos pedirán cuentas del desempeño de nuestras misiones u omisiones dentro del mismo, en nuestro entorno, en nuestra familia, en nuestro trabajo, en nuestra comunidad social. Sin embargo, en este mundo, si rascamos un poco, también podemos encontrar grandes ejemplos a los que seguir, unos visibles y notorios, como los testimonios que nos dejaron las vidas de nuestros santos más recientes Juan Pablo y Teresa de Calcuta; otros más escondidos y callados, como los miles de religiosos de vida contemplativa que casi pasan de puntillas, como si no existiesen pero que realizan una labor intercesora insustituible desde la reclusión voluntaria en sus claustros. ¿qué sería de la Iglesia y del mundo sin ellos?...
Estos modelos vivos son tesoros que viven la esencia de la verdad, son la escuela del cristianismo genuino, son el ejemplo vivo de autenticidad que necesitamos.
Verdaderos paradigmas de la coherencia necesaria que el mundo necesita. Porque en definitiva, de eso se nos va a examinar…. de coherencia, que en este caso es fidelidad al Amor.
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Y hablando de cartujos, finalmente os presento dos vídeos excepcionales el primero es el trailer de una película, galardonada y de lo más recomendable, que os animo a disfrutar por los medios que creáis más adecuados, su título "El gran silencio"; el segundo es sólo música, pero música que eleva tanto el espíritu que se transforma en plegaria a mayor gloria de la Luz que necesitamos.
Espero que además de gustaros, os sirva de recogimiento orante.
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El Gran Silencio (Trailer)
Monjes cartujos. Canto gregoriano.
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6 comentarios:
Estoy de acuerdo contigo. El cristiano no debe ser solo de palabra, sino de obras.
"Por sus obras les conoceréis", dijo Jesús.
Un abrazo
Tres cosas que no se encuentran fácilmente: el silencio, porque no es suficiente con el ruido que nos rodea, los jóvenes (y menos jóvenes) llevan siempre conectados los auriculares, será para no oir la voz interior; la oración, porque es difícil encontrar un momento para comunicarnos con los que tenemos delante, imagina con Dios, al que casi hemos olvidado; y la acción, porque es más fácil quedarse quieto que dejar la poltrona, tanto la de verdad como la del pensamiento.
Un abrazo, querido Arcendo. Vengan más reflexiones como éstas.
Lo más difícil es encontrar el silencio dentro de uno mismo. El exterior es más fácil. Sin embargo, la oración no es posible con el ajetreo interior.
Todo un reto para el alma humana lo que propones en este intenso post.
Un beso arcendo
Querido Arcendo:
"A Dios rogando y con el mazo dando" Una cosa debe ir siempre unida a la otra,los refranes populares suelen ser sabios.
Estoy algo averiado con una lumbálgia que me tiene inmóvil. No me olvido de visitarte, sólo que funciono a 1/4 de gas.
Qué importantísimo es el silencio... y la oración que nos lleva a abrirnos a la acción del Espíritu Santo que obra lo bueno en nosotros.
Gracias por recordarlo y explicarlo tan clarito Arcen.
La peli del Gran Silencio la vi en verano y me pareció extraordinaria, es impresionante.
Un abrazo muy grande tesoro.
Querido Arcendo:comentas bien, pues siempre ha habido dificultades para los cristianos, ya desde su inicio. Por eso me preocupa cada día más el hecho de que nos quejemos tanto de las persecucuines y los latigazos que nos dan por donde quiera. Yo estoy de acuerdo conque hay ruído, pero el discípulo tiene que tener claro que tener claro que no puede hacerle caso al mundanal ruído, por que si no ¿qué discípulos somos?. Hay que dejar de justificar la falta de oración con la falta de tiempo, pues para asistir al cine, a una cena, a un encuentro con los amigos, siempre lo encontramos.Si solo puedes ir a misa el domingo, vale, pero en casa, al levantarte y acostarte, te puedes quedar uno minutos a solas con el Señor. Es fácil, porque Él siempre está esperándote y no te regaña o te exige, solo espera por tu amor.La oración personal es muy importante,S. Teresa ya lo decía: es la amistad con Dios.Y siempre podemos hacer como Samuel: habla, Señor, que tu siervo escucha.Yo tengo una hermana en Jesús que, al salir al trabajo, se lee una pequeña lectura espiritual y por el camino la va analizando, tratando de discernir el mensaje de Dios para ella en esas palabras. El cristiano tiene que ver a Dios en todo:en el esfuerzo del trabajo, en el saludo al que no conoces,en la limosna al que pide y muy importante, en los pequeños sacrificios diarios que hacemos por Él.Como no gastar por gusto, sin ton ni son, hablar con aquel que nos cae mal,bañar al enfermo que huele fatl,tratar al desconocido y diferente de buenas maneras. No podemos olvidar que el fin de nuestro bautismo es hacernos hijos de Dios, hermanos de Jesús y por ello estamos llamados a la santidad.Hay que leer más a San Josemaría Escrivá de Balaguer:sencillo y directo, va al meollo del defecto humano, para encontrar su virtud.Los cristianos estamos llamados a ser sal y levaddura y para hacerlo,debemos tener una vida de oración,una "lectio divina" constante,debemos conocer a fondo qué quiere Dios para cada uno de nosotros, qué espera,y cómo hacerlo.
Un saludo fraterno a todos y mis bendiciones para tí.
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