lunes, 2 de marzo de 2009

A LA VUELTA DE LA ESQUINA

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Igual que en Adviento, este de la Cuaresma, también es tiempo de espera. Y son en estos momentos claves del calendario litúrgico, cuando la Iglesia, como Madre, nos propone con fuerza, la conversión.
Ese cambio, en nuestra vida, supone el reconocimiento de nuestros errores y el propósito firme de corregirlos. Sin embargo, a veces, cuesta hacerlo hasta el dolor, pero es peor cosa huir que aceptar nuestras faltas y seguir en ellos. Quien acepta su propia situación, convierte el hecho doloroso en la tarea de reorganizar su vida contando con la inestimable ayuda de Aquel que todo lo puede.
Por eso, el primer regalo que nos hace Jesús, después de la resurrección, es el primer fruto de su muerte y resurrección, el perdón de los pecados.
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Cuando el pecado entra en nuestro corazón nos esclaviza, oscurece la luz que hay en nosotros y debilita nuestra voluntad. Así, el pecado nos hace dar la espalda a Dios, a nosotros mismos y a nuestros hermanos. Y por eso, la limpieza, a través de la reconciliación es el necesario "camino de vuelta" al servicio a la voluntad de Dios y a los demás.
Dios nos espera cada día en cada confesionario y nos pregunta: “Si yo soy la luz del mundo...¿por qué vives en la tinieblas?...
Por eso urge una vuelta a Dios y por eso yo abogo desde aquí hoy, por una auténtica catequesis del sacramento del perdón.
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La Iglesia nos invita a todos a renovar continuamente nuestras vidas, y la confesión es el primer paso, el cimiento del edificio, la condición sin equanum para construir sobre sólido.
Sin embargo, para algunos resulta duro, les es difícil reconocer sus faltas, y menos delante de un extraño. Por eso, buscan excusas para eludir de sus vidas a Dios y rechazan este Sacramento.
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Multitud de gente dice, que en pleno siglo XXI, está pasado de moda; otros que el sacerdote es un hombre como todos y como es pecador no puede perdonar; otros incluso se justifican diciendo que ellos se confiesan con Dios directamente; mientras que algunos también apelan a que la debilidad humana es incorregible. Excusas, excusas, excusas… elaboradas o no, pero sin razón alguna.
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Lo primero que hay que decir, es que con la confesión nuestra vida adquiere una nueva dimensión y nuevas metas por las que luchar. Así nuestra vida se va renovando, siempre para mejor. Es la experiencia palpable de que Dios es un Padre bueno, siempre dispuesto a perdonarnos, sin rencores, sin, sin broncas, etc.
El valora, como padre, lo bueno y valioso que hay en nosotros; y lo malo y ofensivo, lo perdona.
Por eso, lejos de ser un coco, un peso insoportable, la confesión es uno de los más grandes motivos de optimismo y alegría de nuestra vida. Con Dios todo tiene arreglo, incluso las peores cosas pueden terminar bien, porque Dios tiene las últimas palabras: y estas son Amor y Misericordia.
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En cuanto al pretexto, de la no necesidad de intermediarios, basta echar un vistazo a la Escritura para rebatirlo:
Lo primero que hizo Jesús tras resucitar fue otorgar a sus discípulos, y nada más que a ellos y a sus sucesores, el poder de perdonar los pecados. "Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados, a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar " (Jn 20,22-23). Este es un dato constatable e irrefutable y es la razón definitiva: la más importante.
Claro que el sacerdote es un hombre como todos. Y también es cierto, que es un pecador que necesita ser perdonado. Pero, tiene esa facultad de perdonarnos por su Ministerio. La cuestión es de fácil comprensión, ¿Es que un médico enfermo, no puede curar?, por supuesto que sí, porque tiene conocimientos y autoridad para hacerlo.
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Frente a la otra excusa, “es que ese hombre no me gusta”. Existen otras razones que refutan esa afirmación:
Primero y principal; necesitamos objetividad exterior, porque nadie es buen juez en causa propia; y también porque necesitamos consejo, ayuda y formación de quien la pueda tener. Y además existe otro elemento de Perogrullo que desbarata todos los argumentos opuestos, que adornaré con un breve razonamiento:
Si el perdón cuesta, es porque es un tesoro de valor.
¿Rechazaría usted un tesoro porque no le gusta quien se lo entrega?. Yo desde luego, no.
Por eso, hay que saber que el confesor no es el dueño, sino el servidor del perdón. El perdón es algo que «se recibe». El sacerdote no es el artífice del perdón, es Dios quien perdona, a través del Sacramento.
En el Diario de Santa Faustina -Apóstol de la Divina Misericordia- el Señor le dice: "Cuando te acercas a la confesión debes saber que Yo Mismo te espero en el confesionario, sólo que estoy oculto en el sacerdote..." (1602).
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Teniendo esto claro, lo que hay que entender es, que como todo Sacramento hay que recibirlo del ministro que lo administra válidamente. De esta manera, comprendemos que el sacerdote, no es un hombre cualquiera, si no la persona que tiene el poder especial para perdonar mis pecados por el sacramento del orden, y esto es así, porque Dios mismo lo instituyó de esta manera, y no tiene vuelta de hoja.
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Existe también otro curioso subterfugio para evitar la confesión, ilustremos este caso con un ejemplo:
Cierta vez, un hombre le preguntó a un sacerdote:
- ¿Para qué confesarme si total sé que voy a volver a pecar?
Y el sacerdote le respondió:
- Por el mismo motivo por el que nos bañamos todos los días aunque sabemos que nos volveremos a ensuciar. Lo importante no es si uno se ensucia, sino tener el hábito de estar limpios.
Con la confesión sucede algo parecido: Dios sabe que somos débiles y que probablemente volveremos a pecar pero eso no es excusa, porque cada confesión fortalece nuestra voluntad para ayudarnos a vivir limpiamente, en su gracia, de forma diario.
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Por la importancia de la recuperación de su Gracia, he querido hacer estas pequeñas reflexiones hoy, aquí, para animaros a reencontrarnos con El, en esta Cuaresma. Porque la confesión es vital en la luchar para mejorar nuestras vidas y mejorar el mundo. Reconocer el error es principio de solución.
Salmo 51:4, 7 “Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos; para que seas reconocido justo en tu palabra, y tenido por puro en tu juicio. (v.7) Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve.”
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La confesión es el camino de la paz interior y el inicio de la nueva perspectiva que solo se logra sintiendo la mano de Dios, perdonando nuestros continuos desamores con el inefable abrazo de su inmenso AMOR.
Dios nos perdona con pedirlo, Dios nos perdona siempre, Dios nos perdona, a veces sin que lo sintamos, pero no importa, como decía “El Principito”: "Las cosas más esenciales son las que no se ven". Por eso… acercate a El, esta cuaresma, estás a tiempo, Dios te espera en el confesonario más próximo. Lo tienes… a la vuelta de la esquina.


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4 comentarios:

eligelavida dijo...

Que buena explicación sobre lo que es este sacramento. Muchos creen que se trata de un precepto, una obligación que la Iglesia impone, y no se dan cuenta de que los cristianos no somos cumplidores de preceptos, sino testigos de Cristo que nos llama, como dice el vídeo.

Guerrera de la LUZ dijo...

Y nos perdona todas las veces que hagan falta, no tengamos miedo de abusar de la Misericordia: es infinita!!!. El demonio también nos puede querer engañar con eso.

Yo me confesé el miércoles de ceniza y ya me tengo que ir a confesar otra vez. Porque somos barro y el justo cae siete veces al día.

El Sacramento del perdón, qué grandioso¡¡¡ qué bueno es el Señor.

Gracias querido Arcen.

Un beso enorme cielo mío.

Militos dijo...

Off topic/
Luego te comentaré este post, ahora estoy visitando a quienes comentaron en mis Ocho Sueños y no pude contestar, como creo que a tí tampoco te dí las gracias, pues te las doy ahora.
Gracias por decir que mi blog es una joya aunque ya he visto que eso se lo dices a todas, jajaja.. No importa, ya se´que eres galante por naturaleza.
Tampoco vengo a reclamarte que no quieras hacer realidad mi octavo sueño, estás en tu derecho y lo respeto. la culpa es mía por tener esa clase de sueños.
De todas formas muchas gracias por tus palabras, las tendré en cuenta a la hora de nombrar herederos.
besito chiquitito

Militos dijo...

La Confesión es sólo obra de la gran Misericordia divina.
Muy útil este post para estos tiempos cuaresmales.

Off topic/
Te voy a mandar a confesar por levantar falsos testimonios sobre mí y decir que me he picado. Ya te contesté en mi blog.

Sin rencores, un beso

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