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Después de aquel impresionante y bonito “Sueño de Militos” (Ver aquí), en el que hacía referencia al pasaje bíblico de la Transfiguración; hoy, dadas las circunstancias se hacía necesario un comentario mío a las lecturas de la misa de este domingo; para devolverle la pelota a mi hermanita y dedicar este post a todos mis lectores y a ella muy especialmente.
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Tal vez, si quisiéramos sintetizar en una sola palabra el mensaje de la Palabra de Dios de este domingo pasado, sería ese verbo ascendente: ¡subir!.
Probablemente en estos tiempos de crisis (en todos los sentidos), en los que todo se nos hace más cuesta arriba, parece paradójico que la Iglesia se empeñe en aumentar nuestro sacrificio. Sin embargo, si nos paramos a pensar, caemos en la cuenta de que es ese el único remedio y la única alternativa, cuando estamos hundidos; por lo tanto, es el mensaje más propicio precisamente en estos momentos en los que estamos en el hoyo: subir, y subir…aunque cueste.
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Dos de las lecturas, la primera y la última, de la misa dominical nos hablan de subir, de ascender a la cima, como condición previa para sentir y vivir plenamente una experiencia religiosa inigualable.
En la lectura del Génesis, se nos cuenta el suceso de Abrahám, de cómo tuvo que SUBIR al monte Moria para sacrificar a su hijo Isaac por imperativo del amor de Dios.
En tanto que, en la lectura del Evangelio de Marcos, se nos narra, como Jesús también SUBIÓ a un monte, con sus discípulos, para tener un encuentro maravilloso e inusual con su Gloria.
¿Qué tendrá de sagrado la altura?....¿Por qué hay que SUBIR?.
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En la historia, se sabe que desde siempre, la predilección por los lugares altos, desde siempre se ha creído que allí, más cerca del cielo, se siente uno, más cerca de la divinidad.
En nuestra misma geografía podemos encontrar múltiples vestigios arquitectónicos de esa preciosa creencia, Los principales templos estaban casi siempre edificados sobre cimas o montañas; y también muchas Iglesias, santuarios, monasterios y ermitas están también sobre cerros, montes o colinas…
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Algo tendrán las alturas…Sigamos pues, con las Escrituras:
Abraham SUBIÓ a aquel monte para ser tentado en la altura, y Abraham, pasó aquella difícil prueba, viviendo allí una experiencia desconcertante; que acabó como tenía que acabar, con la respuesta inequívoca de Dios ante la enorme fidelidad de Abraham.
Dios, así, le ama y se fija en él para ser el padre de una gran descendencia.
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Después Cristo, también como Abraham, y como también antes lo hizo Moisés en el Sinaí; SUBE a aquel monte Tabor, para transfigurarse delante de sus amigos, revistiéndose de luz y revelándose como el “Hijo amado de Dios”.
Siempre subiendo….Aunque, si nos damos cuenta la vida de Jesús fue una subida interminable que culminó con la ascensión dolorosa y salvadora al Calvario para morir allí, crucificado.
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Así pues, las enseñanzas de estas lecturas y también de esos edificios en lo alto, son partes del mismo mensaje simbólico y real… SUBIR, SUBIR, aunque cueste…, en lo alto está la salvación, en lo alto está la Gloria.
Nuestra vida así, no debe apalancarse en el hoyo, estamos hechos de barro, pero nuestra alma aspira a volar alto… nuestro destino está arriba, con Él.
Sabemos que el camino no es fácil, no es llanura, y la cuesta…cuesta, pero si queremos llegar tendremos que emprender el Camino; en él habrá bajadas y subidas, caídas y puestas en pié, desconciertos y quebrantos, pero sabemos también que solo es la altura la que nos permitirá ver cercana la Gloria de Nuestro Dios.
Pero..., esa ascensión en nuestra vida ha de ser diaria y constante, como decía San Josemaría Escrivá:
Después de aquel impresionante y bonito “Sueño de Militos” (Ver aquí), en el que hacía referencia al pasaje bíblico de la Transfiguración; hoy, dadas las circunstancias se hacía necesario un comentario mío a las lecturas de la misa de este domingo; para devolverle la pelota a mi hermanita y dedicar este post a todos mis lectores y a ella muy especialmente.
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Tal vez, si quisiéramos sintetizar en una sola palabra el mensaje de la Palabra de Dios de este domingo pasado, sería ese verbo ascendente: ¡subir!.
Probablemente en estos tiempos de crisis (en todos los sentidos), en los que todo se nos hace más cuesta arriba, parece paradójico que la Iglesia se empeñe en aumentar nuestro sacrificio. Sin embargo, si nos paramos a pensar, caemos en la cuenta de que es ese el único remedio y la única alternativa, cuando estamos hundidos; por lo tanto, es el mensaje más propicio precisamente en estos momentos en los que estamos en el hoyo: subir, y subir…aunque cueste.
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Dos de las lecturas, la primera y la última, de la misa dominical nos hablan de subir, de ascender a la cima, como condición previa para sentir y vivir plenamente una experiencia religiosa inigualable.
En la lectura del Génesis, se nos cuenta el suceso de Abrahám, de cómo tuvo que SUBIR al monte Moria para sacrificar a su hijo Isaac por imperativo del amor de Dios.
En tanto que, en la lectura del Evangelio de Marcos, se nos narra, como Jesús también SUBIÓ a un monte, con sus discípulos, para tener un encuentro maravilloso e inusual con su Gloria.
¿Qué tendrá de sagrado la altura?....¿Por qué hay que SUBIR?.
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En la historia, se sabe que desde siempre, la predilección por los lugares altos, desde siempre se ha creído que allí, más cerca del cielo, se siente uno, más cerca de la divinidad.
En nuestra misma geografía podemos encontrar múltiples vestigios arquitectónicos de esa preciosa creencia, Los principales templos estaban casi siempre edificados sobre cimas o montañas; y también muchas Iglesias, santuarios, monasterios y ermitas están también sobre cerros, montes o colinas…
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Algo tendrán las alturas…Sigamos pues, con las Escrituras:
Abraham SUBIÓ a aquel monte para ser tentado en la altura, y Abraham, pasó aquella difícil prueba, viviendo allí una experiencia desconcertante; que acabó como tenía que acabar, con la respuesta inequívoca de Dios ante la enorme fidelidad de Abraham.
Dios, así, le ama y se fija en él para ser el padre de una gran descendencia.
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Después Cristo, también como Abraham, y como también antes lo hizo Moisés en el Sinaí; SUBE a aquel monte Tabor, para transfigurarse delante de sus amigos, revistiéndose de luz y revelándose como el “Hijo amado de Dios”.
Siempre subiendo….Aunque, si nos damos cuenta la vida de Jesús fue una subida interminable que culminó con la ascensión dolorosa y salvadora al Calvario para morir allí, crucificado.
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Así pues, las enseñanzas de estas lecturas y también de esos edificios en lo alto, son partes del mismo mensaje simbólico y real… SUBIR, SUBIR, aunque cueste…, en lo alto está la salvación, en lo alto está la Gloria.
Nuestra vida así, no debe apalancarse en el hoyo, estamos hechos de barro, pero nuestra alma aspira a volar alto… nuestro destino está arriba, con Él.
Sabemos que el camino no es fácil, no es llanura, y la cuesta…cuesta, pero si queremos llegar tendremos que emprender el Camino; en él habrá bajadas y subidas, caídas y puestas en pié, desconciertos y quebrantos, pero sabemos también que solo es la altura la que nos permitirá ver cercana la Gloria de Nuestro Dios.
Pero..., esa ascensión en nuestra vida ha de ser diaria y constante, como decía San Josemaría Escrivá:
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“La configuración progresiva con Jesucristo, que constituye la esencia de la vida cristiana, se realiza de modo arcano por medio de los sacramentos. Requiere, además, el esfuerzo de cada uno por corresponder a la gracia: conocer y amar al Señor, cultivar sus mismos sentimientos. Reproducir su vida en la conducta diaria, hasta poder exclamar con el Apóstol: vivo autem, iam non ego: vivit vero in me Christus; no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí.”
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Así, y no de otro modo ha de ser nuestra travesía, sabiendo que nos espera el abrazo amoroso del Padre que nos aguarda con los brazos abiertos en CRUZ; y entonces, tras esa azarosa ascensión por la escarpada montaña de esta vida.. al fín, podremos gritar alegres, lo mismo que decía el Salmo 115, también de la Misa de hoy:
“La configuración progresiva con Jesucristo, que constituye la esencia de la vida cristiana, se realiza de modo arcano por medio de los sacramentos. Requiere, además, el esfuerzo de cada uno por corresponder a la gracia: conocer y amar al Señor, cultivar sus mismos sentimientos. Reproducir su vida en la conducta diaria, hasta poder exclamar con el Apóstol: vivo autem, iam non ego: vivit vero in me Christus; no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí.”
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Así, y no de otro modo ha de ser nuestra travesía, sabiendo que nos espera el abrazo amoroso del Padre que nos aguarda con los brazos abiertos en CRUZ; y entonces, tras esa azarosa ascensión por la escarpada montaña de esta vida.. al fín, podremos gritar alegres, lo mismo que decía el Salmo 115, también de la Misa de hoy:
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“¡Camino en la presencia de Dios, en el país de la VIDA!”.
“¡Camino en la presencia de Dios, en el país de la VIDA!”.
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5 comentarios:
Cuando subimos estamos a mitad de camino del cielo...
Pero cómo cuesta subir cuando sabes que con lo que te vas a encontrar es con la Cruz. Que Dios nos ayude a llevarla hasta la cima que traspasa el dolor y abre la puerta de la Gloria.
Sólo con su ayuda y el amor que pongamos en la cruz de cada uno se puede llegar a lo alto.
También necesitamos mirar a nuestro alrededor para ver a quien podemos apoyar y en quien podemos apoyarnos. y unidos, como en ese video tuyo que una siempre lleva en el corazón, llegaremos, seguro que llegaremos.
Gracias por ayudarnos a continuar subiendo, a pesar de los tropiezos.
¡Muy buen comienzo de semana, campeón!
A mí, como soy una superficial, me dio por comenzarla riendo.
Beso wonderful
Querido subidor: fíjate, como este video siempre lo he contemplado hecha un mar de lágrimas, no me había fijado en lo bonitas que son las imágenes del mar.
Es difícil distinguir qué es lo mejor del video si las imágenes, la canción, el contenido, el amor que el autor puso en él, los blogs añadidos o el propio autor. Todo forma un TODO inseparable.
Gracias por facilitarnos el camino, pero ¿quién te lo facilita a tí?.
"Si te fallan las fuerzas", ¿llamarás?
¡Cuánto te quiero!
Por cierto, ¿qué ha sido de Planeta de Monoz o Cerrajero? Le echo mucho de menos.
Un beso
¡Cuánta razón hay en esta entrada! Subir y subir, eso es lo que no pide el Señor. Él no quiere actos extraordinarios ni nos exige victorias rimbombantes: sólo nos pide la callada lucha con nuestros demonios interiores, con aquello que nos puede hacer dejar la senda traza por Él. Y, aunque podremos perder la vida por el camino, la ganaremos, pues así lo prometió. ¿Que es difícil?, ¡pues claro que lo es! Pregúntale a San José María, que él estuvo en vida sobrado de su amistad y, aún así, decía que no podemos desmayar, no podemos bajar la guardia, pues el maligno siempre tratará de comprarnos con las quimeras del mundo.Arcendo: este es un post que merece un 10: me da ánimos, me conecta on el Espíritu, me da alas y me voy a trabjar con la alegría de saber que podemos ubir, que si seguimos, llegamos y si llegamos, estará el Padre esperándonos con los brazos abiertos. Felíz día te de Dios y muchas bendiciones desde Huelva para tí.(para Militos también, no se ponga celocilla....)
Querida Marisela: gracias por tus bendiciones. Cómo me conoces jajaja...
Off topic/ Te acabo de enviar un imail con una consulta.
beso
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