lunes, 27 de abril de 2009

LIBERTAD, ¡DIVINO TESORO!

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El comportamiento errático de esos que se llaman “los líderes” de la sociedad, está provocando, sin duda, toda la sucesión de crisis que estamos viviendo. Esas crisis, siempre suponen cambios bruscos en muchos aspectos, a veces son para bien, y otras, como supuestamente es el caso, son para mal. Con cuatro millones de personas en el paro, se avecinan tiempos de angustiosa carestía, y lo peor, es que nadie, de momento ahonda en las verdaderas causas de esta grieta que amenaza por romper la estabilidad de la sociedad actual, o aprovechar el aparente inexorable cambio para mudar a mejor.
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A mi modo de ver, todo ese desorden, que algunos siempre han alentado, tiene su origen en un concepto de libertad mal entendido. “Bendito sea el caos, porque es síntoma de libertad”, decía el Viejo profesor, Enrique Tierno.
Hoy, está en boca de todos, todos quieren “liberarse”. Todos piden –libertad-, las mujeres reivindican su liberación; los jóvenes la exigen, los políticos la invocan; libertad de información, libre elección de trabajo, de médico y de todo. Al final, si todos la piden, lo que parece es que nadie la tiene.
¿Por qué se habla ahora tanto de libertad? ¿Será tal vez, porque tenemos menos libertad que nunca?
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Lo que ocurre, es que al final acabamos por confundirlo todo, y nos creemos que la libertad en democracia es el arte de elegirse un dictador a medida cada cuatro años, o que la libertad de información consiste en que podremos elegir entre treinta canales, a cual más absurdo; cuando en realidad, en el primer caso, lo que estamos es dejando de ser cada vez menos libres poniendo en manos de cuatro ineptos nuestro futuro; o en el segundo de los casos, perdiendo también la capacidad de criterio, para dejar de encender la caja tonta, por muy tonta que sea, terminando por acostumbrarnos a ella, como si se tratara de una droga imprescindible para vivir.
Cuando no hablamos de usar del propio cuerpo, para matar seres inocentes, y “ganar libertad” en nuestra vida...
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Estamos en un estado general de enajenación mental, de confusión total que conviene dejar claros algunos conceptos:
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- La libertad no es un capricho, no es la «real gana», ni el derecho a despilfarrar nuestra propia alma, en gilipolleces.
- La libertad es lo que nos hace hombres, no bestias instintivas.
Por eso, no es, no puede ser una veleta esclava de todos los vientos.
- La libertad tiene que ser la posibilidad de realizar nuestro proyecto de vida sin que nadie lo impida desde fuera, ni nada lo devalúe desde dentro.
- La libertad es pues, algo que está al servicio de nuestra autorrealización.
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Decía Platón “La libertad está en ser dueños de la propia vida.”
Y también dijo Stuart Mill “La única libertad que merece este nombre es la de buscar nuestro bien por nuestro propio camino.”
Por eso toda libertad empieza por seguir un camino, salirse de ese camino o no tenerlo –(caos total), con la disculpa de que caminando a campo traviesa somos más libres- es carecer de verdadera libertad.
No hay libertad sin voluntad y no hay libertad sin razón, sin sujetarse a las reglas que toda razón impone. «Quién, en nombre de la libertad -Como decía Ortega-, renuncia a ser el que tiene que ser, ya se ha matado en vida: es un suicida en pie. Su existencia consistirá en una perpetua fuga de la única realidad que podía ser
Quien no tiene un proyecto claro de vida, quien no sabe lo que es y quiere ser, jamás será libre. Podrá no sentirse encadenado, pero lo estará a su propio vacío.
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¿ Quién es libre de verdad ? ¿Quién puede asegurar que su razón es más fuerte que sus pasiones? «Veo lo bueno y elijo lo malo», confesaba San Pablo. Los que todavía aspiramos a la santidad, pero aún no somos santos comprobamos a diario cómo sustituimos la libertad por el capricho, por los prejuicios, por lo más barato de nosotros mismos. ¿Soy yo libre cuando «libremente» hago el idiota? Cuántas veces la única libertad que ejercernos es la de elegir nuestra propia esclavitud.
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La libertad es un don que hay que utilizar bien, es algo que me enriquece, pero… además el verdadero amor a la libertad es amor a los otros.
El ejemplo más claro es el del hombre más libre que jamás ha existido sobre nuestro la tierra; Jesús de Nazareth:
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- Que fue radicalmente libre porque libremente se entregó a realizar la obra de su Padre.
- Porque libremente aceptó la muerte por los demás.
- Porque, hasta esa misma muerte, y por defender la vida, siempre apostó por la Verdad.
- Porque no estuvo atado a las pasiones ni al pecado.
- Porque se realizó plenamente a sí mismo sin pensar jamás en si mismo.
- Porque fue liberador y fue liberador porque antes había sido verdaderamente LIBRE.

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Así, a solo unos cuantos años vista, de aquella vieja pregunta de Lenin “Libertad ¿para qué?”; podemos responder que ser libre para ser libre puede ser un motivo de orgullo, pero no sirve para nada; porque “la libertad no es un fín” (Giussepe Manzini). El hombre se hace libre para que sus manos sin cadenas puedan construir algo mejor: su propia vida y ayudar a la construcción CORRECTA de la vida de los demás.
Liberémonos, Amemos la libertad; porque al final la solución a nuestras crisis, empieza por el uso correcto y responsable de ese concepto tan abstracto y necesario que es de la libertad.
En la responsabilidad y en el compromiso está anclada nuestra verdadera libertad, y sin esa disposición preliminar, el hombre será comido por las crisis, seremos pasto de los tiranos y nuestro futuro, además de nuestros dineros, acabarán irremisiblemente hipotecados.
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Ahora, todavía es tiempo, hay que esperar cuando se está desesperado, pero es recomendable, andar cuando se espera; andar SIEMPRE en pos de la verdadera libertad.
Escoger siempre la libertad por el otro, es decir, la libertad PARA AMAR, nunca para alimentar nuestros deseos egoistas.

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4 comentarios:

Guerrera de la LUZ dijo...

Bendita y anhelada libertad verdadera.
Libertad que rompe todas las cadenas.

Besazos. Precioso post, me encanta cómo has ahondado en el tema.

Caballero ZP dijo...

Aunque he estado desconectado me he enterado gracias a Harto, seguro que estará contenta de que estemos pendiente suya.
Desde tu blog le deseo una pronta recuperación.
Saludos

Militos dijo...

El precio que a veces se paga por la libertad es muy alto, lástima que no se sepa aprovecharla en todo su valor.
Un beso

Militos dijo...

Se me olvidó lo más importante: el precio más alto por la libertad lo pagó Jesucristo.

Otro beso Arcendo

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