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Como ya es de conocimiento público para todos los que aguantáis mis cosas en este blog y me animáis con vuestros comentarios y vuestro cariño; mi chaval recibió al Señor por primera vez, el fín de semana pasado.
Han sido días de preparativos y ajetreos, pero todo ha merecido la pena; que duda cabe que aunque todo parece haber vuelto a la rutina, dentro de nosotros, sabemos que el sábado marcó un antes y un después en nuestras vidas.
También, dentro de unos días, mi hija mayor recibirá otro Sacramento, la Confirmación. Así, mientras esperamos con alegría otro aluvión de Gracia en nuestra familia, permitidme que haga unas breves reflexiones, precisamente acerca de estos grandes regalos de Dios a los hombres.
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El vocablo sacramento proviene del latín “sacramentum”; y es una derivación del verbo sacrare ('hacer santo') y el sufijo mentum ("medio para"), esto es, sacramentum es instrumento para hacer (se) santo. Así, si convenimos que lo más importante de nuestras vidas, para lo que fuimos creados, es para estar con Dios eternamente, que es en realidad el verdadero significado de la santidad, comprenderemos las gran importancia de estas inestimables herramientas para llevar a cabo nuestro propósito y la consecución de nuestra meta natural.
Así, los Sacramentos, con todo merecimiento, son considerados en el punto 1116 del Catecismo de la Iglesia Católica, “como "fuerzas que brotan" del Cuerpo de Cristo (cf Lc 5,17; 6,19; 8,46) siempre vivo y vivificante, y como acciones del Espíritu Santo que actúa en su Cuerpo que es la Iglesia, son "las obras maestras de Dios" en la nueva y eterna Alianza.”
Por eso, dada su grandísima importancia, no podemos despreciar, ni depreciar ninguno de ellos, antes bien, darles un valor y una presencia, como ninguna otra cosa en nuestra existencia. "Hasta que Él venga" y "Dios sea todo en todos", estos son sus canales de comunicación con nosotros.
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Por eso, uno no deja de sentir, últimamente, probablemente desde las últimas décadas, cierta tristeza, por el desorden litúrgico que ha ocasionado la desfiguración de estos instrumentos divinos y por el menosprecio de los mismos.
Bien es verdad, que los sacramentos son administrados por seres humanos; sin embargo en ellos actúa Cristo mismo, de ahí se explica su eficacia infalible: porque siempre que el hombre se disponga debidamente a recibirlos y no ponga ningún obstáculo, Cristo está presente en TODOS los sacramentos.
Como bien explicaba el entonces Cardenal Ratzinger en su libro "Informe de la Fe": “la fe se halla organizada en torno a cuatro elementos fundamentales: el Credo, el Padrenuestro, los Diez Mandamientos, los Sacramentos. Esta es la base de la vida del cristiano, la síntesis del Magisterio de la Iglesia, fundado en la Escritura y en la Tradición. El cristiano encuentra aquí lo que debe creer (el Símbolo o Credo), esperar (el Padrenuestro), hacer (el Decálogo) y el espacio vital en que todo esto debe cumplirse (los Sacramentos).”
Sin embargo, la pena es comprobar como a diario, esta estructura fundamental ha sido abandonada en demasiadas catequesis actuales, que además de restarle la importancia debida pervierten su sentido, muchas veces saltándose “alegremente” también las formas en que se han de recibir estos signos de Dios, según la Santa Iglesia.
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Ante todo, debe quedar claro, que la fé, no se limita a una serie de prácticas monótonas de ciertas liturgias sin sentido. El sentido lo dá el Amor y la obediencia a las normas de quien es Madre y sabe como hacer eficaces esos instrumentos de Dios.
Claro que la religión es un conjunto de normas, como también lo es el Derecho y las leyes humanas, pero son normas positivas que regulan la vida social humana en un caso y facilitan el encuentro con Dios, marcado por El mismo, en el otro.
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Por eso, creo que conviene recordar ciertos puntos, que me parecen de extrema importancia, al menos en los dos Sacramentos que acaba de recibir mi hijo, por primera vez.
Han sido días de preparativos y ajetreos, pero todo ha merecido la pena; que duda cabe que aunque todo parece haber vuelto a la rutina, dentro de nosotros, sabemos que el sábado marcó un antes y un después en nuestras vidas.
También, dentro de unos días, mi hija mayor recibirá otro Sacramento, la Confirmación. Así, mientras esperamos con alegría otro aluvión de Gracia en nuestra familia, permitidme que haga unas breves reflexiones, precisamente acerca de estos grandes regalos de Dios a los hombres.
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El vocablo sacramento proviene del latín “sacramentum”; y es una derivación del verbo sacrare ('hacer santo') y el sufijo mentum ("medio para"), esto es, sacramentum es instrumento para hacer (se) santo. Así, si convenimos que lo más importante de nuestras vidas, para lo que fuimos creados, es para estar con Dios eternamente, que es en realidad el verdadero significado de la santidad, comprenderemos las gran importancia de estas inestimables herramientas para llevar a cabo nuestro propósito y la consecución de nuestra meta natural.
Así, los Sacramentos, con todo merecimiento, son considerados en el punto 1116 del Catecismo de la Iglesia Católica, “como "fuerzas que brotan" del Cuerpo de Cristo (cf Lc 5,17; 6,19; 8,46) siempre vivo y vivificante, y como acciones del Espíritu Santo que actúa en su Cuerpo que es la Iglesia, son "las obras maestras de Dios" en la nueva y eterna Alianza.”
Por eso, dada su grandísima importancia, no podemos despreciar, ni depreciar ninguno de ellos, antes bien, darles un valor y una presencia, como ninguna otra cosa en nuestra existencia. "Hasta que Él venga" y "Dios sea todo en todos", estos son sus canales de comunicación con nosotros.
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Por eso, uno no deja de sentir, últimamente, probablemente desde las últimas décadas, cierta tristeza, por el desorden litúrgico que ha ocasionado la desfiguración de estos instrumentos divinos y por el menosprecio de los mismos.
Bien es verdad, que los sacramentos son administrados por seres humanos; sin embargo en ellos actúa Cristo mismo, de ahí se explica su eficacia infalible: porque siempre que el hombre se disponga debidamente a recibirlos y no ponga ningún obstáculo, Cristo está presente en TODOS los sacramentos.
Como bien explicaba el entonces Cardenal Ratzinger en su libro "Informe de la Fe": “la fe se halla organizada en torno a cuatro elementos fundamentales: el Credo, el Padrenuestro, los Diez Mandamientos, los Sacramentos. Esta es la base de la vida del cristiano, la síntesis del Magisterio de la Iglesia, fundado en la Escritura y en la Tradición. El cristiano encuentra aquí lo que debe creer (el Símbolo o Credo), esperar (el Padrenuestro), hacer (el Decálogo) y el espacio vital en que todo esto debe cumplirse (los Sacramentos).”
Sin embargo, la pena es comprobar como a diario, esta estructura fundamental ha sido abandonada en demasiadas catequesis actuales, que además de restarle la importancia debida pervierten su sentido, muchas veces saltándose “alegremente” también las formas en que se han de recibir estos signos de Dios, según la Santa Iglesia.
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Ante todo, debe quedar claro, que la fé, no se limita a una serie de prácticas monótonas de ciertas liturgias sin sentido. El sentido lo dá el Amor y la obediencia a las normas de quien es Madre y sabe como hacer eficaces esos instrumentos de Dios.
Claro que la religión es un conjunto de normas, como también lo es el Derecho y las leyes humanas, pero son normas positivas que regulan la vida social humana en un caso y facilitan el encuentro con Dios, marcado por El mismo, en el otro.
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Por eso, creo que conviene recordar ciertos puntos, que me parecen de extrema importancia, al menos en los dos Sacramentos que acaba de recibir mi hijo, por primera vez.
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En cuanto al Sacramento de la Penitencia, seria oportuno mencionar que el principal objetivo de este Sacramento es nuestra reconciliación con Dios y con la iglesia. El pecado, en cuanto alejamiento de Dios, menoscaba o rompe totalmente la comunión fraterna. Es decir, el que por ese mismo rechazo voluntario a Dios, se puede decir, sin duda que, antes de ese necesario proceso penitencial, uno entra en un estado de auto excomunión, así el que, libremente ha rechazado a Dios por el pecado, no puede acercarse a la Eucaristía, hasta que no resuelva su estado.
Precisamente lo que hace este Sacramento, si es recibido debidamente, es restaurar la comunión con la Iglesia. Y una vez restablecida plenamente su participación en la Comunión de los Santos, el penitente absuelto, vuelve a gozar de los bienes espirituales de aquellos que se hallan ya en la Patria Celestial y de los que aún peregrinan en la tierra.
En cuanto al Sacramento de la Penitencia, seria oportuno mencionar que el principal objetivo de este Sacramento es nuestra reconciliación con Dios y con la iglesia. El pecado, en cuanto alejamiento de Dios, menoscaba o rompe totalmente la comunión fraterna. Es decir, el que por ese mismo rechazo voluntario a Dios, se puede decir, sin duda que, antes de ese necesario proceso penitencial, uno entra en un estado de auto excomunión, así el que, libremente ha rechazado a Dios por el pecado, no puede acercarse a la Eucaristía, hasta que no resuelva su estado.
Precisamente lo que hace este Sacramento, si es recibido debidamente, es restaurar la comunión con la Iglesia. Y una vez restablecida plenamente su participación en la Comunión de los Santos, el penitente absuelto, vuelve a gozar de los bienes espirituales de aquellos que se hallan ya en la Patria Celestial y de los que aún peregrinan en la tierra.
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También conviene destacar que aquellos cinco requisitos que proponía el Catecismo antiguo, siguen siendo hoy necesarios y nunca han estado derogados:
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Examen de Conciencia.
Dolor de los Pecados.
Propósito de la enmienda.
Decir los pecados al confesor.
Y cumplir la penitencia.
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Además hay que decir, que tampoco ha perdido vigencia y validez, la norma por la cual, la confesión ha de ser personal, auricular y secreta.
Bien es verdad, que últimamente, incluso más de lo aconsejable, están de moda las confesiones comunitarias. Esta nueva forma de celebrar el Sacramento consiste en una preparación comunitaria escuchando la Palabra de Dios, haciendo en común el acto de contrición, para posteriormente cada uno, confesar sus pecados individualmente y recibir la absolución personalmente.
Según el Catecismo, también se toma como válida la Ceremonia Comunitaria, con absolución general, pero solo en casos de situaciones extraordinarias y de extrema gravedad y desde luego, NO EXIME EN NINGÚN CASO, de la posterior confesión particular, si se tiene oportunidad.
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Aclarados todos estos puntos sobre este excelso Sacramento, también quería dedicar unas pocas líneas al Sacramento de la Comunión.
Los demás sacramentos reciben las gracias que comunican de este, que es fuente, La eucaristía como sacrificio de Cristo es el centro de toda la vida cristiana y de donde emanan todas las gracias salvíficas.
En el se encuentra Dios mismo, con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. Por eso, sin lugar a dudas es el más importante, y todo lo que ocurra en torno a El debe tomarse con el máximo respeto, delicadeza y Amor (Amarás a Dios sobre todas las cosas).
Así, imbuidos en el convencimiento de quien está bajo las especies, y por ser quien es, todo se queda corto, todo es poco. Hay que extremar, por amor, todos los detalles, que ahora tanto se descuidan.
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También conviene destacar que aquellos cinco requisitos que proponía el Catecismo antiguo, siguen siendo hoy necesarios y nunca han estado derogados:
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Examen de Conciencia.
Dolor de los Pecados.
Propósito de la enmienda.
Decir los pecados al confesor.
Y cumplir la penitencia.
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Además hay que decir, que tampoco ha perdido vigencia y validez, la norma por la cual, la confesión ha de ser personal, auricular y secreta.
Bien es verdad, que últimamente, incluso más de lo aconsejable, están de moda las confesiones comunitarias. Esta nueva forma de celebrar el Sacramento consiste en una preparación comunitaria escuchando la Palabra de Dios, haciendo en común el acto de contrición, para posteriormente cada uno, confesar sus pecados individualmente y recibir la absolución personalmente.
Según el Catecismo, también se toma como válida la Ceremonia Comunitaria, con absolución general, pero solo en casos de situaciones extraordinarias y de extrema gravedad y desde luego, NO EXIME EN NINGÚN CASO, de la posterior confesión particular, si se tiene oportunidad.
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Aclarados todos estos puntos sobre este excelso Sacramento, también quería dedicar unas pocas líneas al Sacramento de la Comunión.
Los demás sacramentos reciben las gracias que comunican de este, que es fuente, La eucaristía como sacrificio de Cristo es el centro de toda la vida cristiana y de donde emanan todas las gracias salvíficas.
En el se encuentra Dios mismo, con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. Por eso, sin lugar a dudas es el más importante, y todo lo que ocurra en torno a El debe tomarse con el máximo respeto, delicadeza y Amor (Amarás a Dios sobre todas las cosas).
Así, imbuidos en el convencimiento de quien está bajo las especies, y por ser quien es, todo se queda corto, todo es poco. Hay que extremar, por amor, todos los detalles, que ahora tanto se descuidan.
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Voy a llamar la atención, en este punto, sobre una norma muy olvidada, ¡pero no prescrita!.
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La norma universal de la Iglesia sobre cómo recibir la sagrada Comunión nos dice que se ha de comulgar de rodillas y directamente en la boca. El resto de formas- de pie y en la mano o de pie y en la boca- son excepciones a esa norma universal. Reflexión; Todos tendríamos que pensar sobre cómo participamos en la Eucaristía y cómo la recibimos.
Voy a llamar la atención, en este punto, sobre una norma muy olvidada, ¡pero no prescrita!.
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La norma universal de la Iglesia sobre cómo recibir la sagrada Comunión nos dice que se ha de comulgar de rodillas y directamente en la boca. El resto de formas- de pie y en la mano o de pie y en la boca- son excepciones a esa norma universal. Reflexión; Todos tendríamos que pensar sobre cómo participamos en la Eucaristía y cómo la recibimos.
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De hecho, hace poco tiempo, el Cardenal español Antonio Cañizares hizo unas interesantes declaraciones a propósito de la forma de recibir la sagrada comunión y la relación de estos gestos con la línea de actuación al frente de la Congregación para el Culto. Así, el purpurado ha asegurado que: "La comunión de rodillas significa respeto a Dios y adoración, es el corazón del hombre que se postra ante quien le ama hasta el extremo. Esto son signos, no es cambiar por cambiar, es buscar todo el sentido y superar la secularización de nuestro mundo. Uno de los objetivos de nuestras congregaciones es llevar a cabo en estos años una grandísima campaña de formación litúrgica".
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Así, me surge inmediatamente la pregunta, ¿por qué se han suprimido los comulgatorios de casi todos nuestros templos?, o bien… ¿Por qué no se restaura esta práctica, cuanto antes?
De hecho, hace poco tiempo, el Cardenal español Antonio Cañizares hizo unas interesantes declaraciones a propósito de la forma de recibir la sagrada comunión y la relación de estos gestos con la línea de actuación al frente de la Congregación para el Culto. Así, el purpurado ha asegurado que: "La comunión de rodillas significa respeto a Dios y adoración, es el corazón del hombre que se postra ante quien le ama hasta el extremo. Esto son signos, no es cambiar por cambiar, es buscar todo el sentido y superar la secularización de nuestro mundo. Uno de los objetivos de nuestras congregaciones es llevar a cabo en estos años una grandísima campaña de formación litúrgica".
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Así, me surge inmediatamente la pregunta, ¿por qué se han suprimido los comulgatorios de casi todos nuestros templos?, o bien… ¿Por qué no se restaura esta práctica, cuanto antes?
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Son muchas las cosas ya en las que viene claudicando la Iglesia desde hace tiempo, un ejemplo también es que en la mayoría de seminarios e iglesias ya no se utilice la sotana y que en las celebraciones litúrgicas haya desaparecido la bella estampa de sacerdotes o seminaristas debidamente revestidos. Estos ciertamente no son anacronismos, como algunos piensan, son signos externos de una importancia extraordinaria. Sería bueno recuperar urgentemente esas tradiciones por que, en parte representan los pilares de la Iglesia, de una Iglesia que tiene que dar todavía muchos ejemplos de valentía y de coherencia.
Y ahí, me incluyo yo, como Iglesia que soy, de esa responsabilidad nadie debe quedar ajeno. Pidamos pues, a María Santísima Madre de la Iglesia, en este su mes de Mayo, para que cada uno sepa asumir su parte, y para que nos dé fuerzas para que podamos cambiar lo que haya que cambiar y restaurar con humildad y valentía todos nuestros tesoros.
Son muchas las cosas ya en las que viene claudicando la Iglesia desde hace tiempo, un ejemplo también es que en la mayoría de seminarios e iglesias ya no se utilice la sotana y que en las celebraciones litúrgicas haya desaparecido la bella estampa de sacerdotes o seminaristas debidamente revestidos. Estos ciertamente no son anacronismos, como algunos piensan, son signos externos de una importancia extraordinaria. Sería bueno recuperar urgentemente esas tradiciones por que, en parte representan los pilares de la Iglesia, de una Iglesia que tiene que dar todavía muchos ejemplos de valentía y de coherencia.
Y ahí, me incluyo yo, como Iglesia que soy, de esa responsabilidad nadie debe quedar ajeno. Pidamos pues, a María Santísima Madre de la Iglesia, en este su mes de Mayo, para que cada uno sepa asumir su parte, y para que nos dé fuerzas para que podamos cambiar lo que haya que cambiar y restaurar con humildad y valentía todos nuestros tesoros.
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2 comentarios:
Arcen, yo no entiendo por qué dejan comulgar en la mano, cuando el Papa siempre da la Comunión en la boca. Me parece que es una imprudencia, porque así es como se suelen robar las Sagradas Formas que luego utilizan en las profanaciones.
Sabes? un hermano mío también se confirma ahora en junio, con 36 años¡¡¡ estoy súper feliz.
Un abrazo, gracias por recordar cosas tan importantes y tan bonitas.
Love.
Quiero comentarte en este post porque yo también pienso que comulgar con la mano no es respetuoso con el Señor. En la parroquia adonde voy entre semana, hay un sr que siempre se arrodilla antes de comulgar, delante del sacerdote, pero la verdad es que a mí no me enseñaron a hacerlo.
Hay muchos cambios porque en el fondo, a los curas se les va haciendo difícil guardar las formas originales de culto, porque van cediendo en mucho a lo que quieren los jóvenes,por poner un ejemplo, que no han dado bien la catequesis o que se han alejado y cuando vuelven, ya no quieren hacer bien las cosas. En algunas misas se sientan en los últimos asientos y casi no dejan escuchar. A veces podemos parecer un poco exagerados por querer mantener la tradición y las formas, pero es que muchos quisieran comulgar como aquellos curas rojos que salieron en la tele y daban roscos y vino. Fue algo vergonzoso, pero muchos se escudan en que la Iglesia tiene que cambiar, tiene que modernizarse y te los encuentras en los blogs diciendo que son católicos y criticando al Papa, a los Obispos y toda la jerarquía eclesial. Así que creo que debemos ser firmes y plantear nuestras dudas a los religiosos o párrocos que nos atiendan y hablar de esto con ellos, para estar claros y ayudarles a ellos a esclarecer su ministerio, si es necesario. Nadie es perfecto, así que nos necesitamos los unos a los otros.
Besitos y que el Espíritu te llene el alma y el corazón, hermano.
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