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Como está visto que a algunos/as de vosotros/as, os gusta cuando toco temas de literatura y arte, hoy voy a seguir por ese camino, añadiendo un valor añadido superior, la fé.
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Hablamos a menudo de la falta de sensibilidad e incluso de misticismo entre los artistas contemporáneos, muchas veces con razón, lo reconozco. Sin embargo, si rascamos un poco en nuestra más reciente historia, nos topamos de plano con obras y personajes singulares, que nos dicen que tampoco es necesario remontarse al Siglo de Oro, en nuestra búsqueda.
En el ya pasado Siglo XX tenemos buenos ejemplos de ello y hoy os voy a traer dos.
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El primero de ellos es nuestro genial Salvador Dalí. Dalí siempre adoptó una posse de excentricidad que le vino muy bien para vender sus obras, pero es innegable que como artista no tenía parangón.
Uno de los cuadros que más me ha impresionado siempre es “El Cristo de San Juan de la Cruz”.
Posiblemente es su cuadro más famoso. Lo pintó en 1951, es decir iniciando la segunda mitad de la centuria y pertenece a esas obras que no te cansas de ver, ni de meditar. Su factura es impecable, su dominio del dibujo cercano a cualquier artista renacentista.
Pero lo que más llama la atención es la posición de la Cruz, la perspectiva. Sin embargo, y sin quitar mérito alguno a la obra, he de decir como dato anecdótico que precisamente esa llamativa posición del Cristo no es idea original del pintor, sino que al parecer se basó en un cuadro conservado en el Monasterio de la Encarnación de Ávila atribuido a San Juan de la Cruz (de ahí el título de la obra).
De todas maneras, que duda cabe que el pintor catalán (¡y español!), supo darle su genial toque particular, haciendo de este cuadro, una obra excepcional. Porque además de la situación de la Cruz, la eliminación de cualquier elemento dramático -sangre, heridas, dolor-, y la plasmación de esa palpable serenidad, hace que Cristo proyecte su presencia sobre toda la tierra, de forma especialmente tranquilizadora.
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El segundo de los personajes, es otro de “los olvidados”, Rafael Sánchez Mazas. Sin duda un intelectual de talla, proscrito por el “pecado” de haber sido falangista.
Curiosamente ahora, hasta sus hijos, quieren reescribir su biografía y borrarle su catolicismo; pero cuando leáis el soneto que os traigo, quedaréis convencidos de lo que fue, un buen cristiano y un poeta agraciado por todas las musas celestes.
El poema que dedicó, nada menos que a Don Miguel de Unamuno, veréis que, además de venirle muy bien al cuadro comentado, merecería estar, sin duda, entre las grandes poesías místicas de todos los tiempos.
Como está visto que a algunos/as de vosotros/as, os gusta cuando toco temas de literatura y arte, hoy voy a seguir por ese camino, añadiendo un valor añadido superior, la fé.
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Hablamos a menudo de la falta de sensibilidad e incluso de misticismo entre los artistas contemporáneos, muchas veces con razón, lo reconozco. Sin embargo, si rascamos un poco en nuestra más reciente historia, nos topamos de plano con obras y personajes singulares, que nos dicen que tampoco es necesario remontarse al Siglo de Oro, en nuestra búsqueda.
En el ya pasado Siglo XX tenemos buenos ejemplos de ello y hoy os voy a traer dos.
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El primero de ellos es nuestro genial Salvador Dalí. Dalí siempre adoptó una posse de excentricidad que le vino muy bien para vender sus obras, pero es innegable que como artista no tenía parangón.
Uno de los cuadros que más me ha impresionado siempre es “El Cristo de San Juan de la Cruz”.
Posiblemente es su cuadro más famoso. Lo pintó en 1951, es decir iniciando la segunda mitad de la centuria y pertenece a esas obras que no te cansas de ver, ni de meditar. Su factura es impecable, su dominio del dibujo cercano a cualquier artista renacentista.
Pero lo que más llama la atención es la posición de la Cruz, la perspectiva. Sin embargo, y sin quitar mérito alguno a la obra, he de decir como dato anecdótico que precisamente esa llamativa posición del Cristo no es idea original del pintor, sino que al parecer se basó en un cuadro conservado en el Monasterio de la Encarnación de Ávila atribuido a San Juan de la Cruz (de ahí el título de la obra).
De todas maneras, que duda cabe que el pintor catalán (¡y español!), supo darle su genial toque particular, haciendo de este cuadro, una obra excepcional. Porque además de la situación de la Cruz, la eliminación de cualquier elemento dramático -sangre, heridas, dolor-, y la plasmación de esa palpable serenidad, hace que Cristo proyecte su presencia sobre toda la tierra, de forma especialmente tranquilizadora.
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El segundo de los personajes, es otro de “los olvidados”, Rafael Sánchez Mazas. Sin duda un intelectual de talla, proscrito por el “pecado” de haber sido falangista.
Curiosamente ahora, hasta sus hijos, quieren reescribir su biografía y borrarle su catolicismo; pero cuando leáis el soneto que os traigo, quedaréis convencidos de lo que fue, un buen cristiano y un poeta agraciado por todas las musas celestes.
El poema que dedicó, nada menos que a Don Miguel de Unamuno, veréis que, además de venirle muy bien al cuadro comentado, merecería estar, sin duda, entre las grandes poesías místicas de todos los tiempos.
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DELANTE DE LA CRUZ (Rafael Sánchez Mazas)
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Delante de la Cruz, los ojos míos,
quédenseme, Señor, así mirando
y, sin ellos quererlo, estén llorando
porque pecaron mucho y están fríos.
...
Y estos labios, que dicen mis desvíos,
quédenseme, Señor, así cantando
y, sin ellos quererlo, estén rezando
porque pecaron mucho y son impíos.
...
Y así, con la mirada en Vos prendida,
y así, con la palabra prisionera,
como la carne a vuestra cruz asida,
...
quédeseme, Señor, el alma entera,
y así clavada en vuestra cruz mi vida,
Señor, así, cuando queráis, me muera.
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Delante de la Cruz, los ojos míos,
quédenseme, Señor, así mirando
y, sin ellos quererlo, estén llorando
porque pecaron mucho y están fríos.
...
Y estos labios, que dicen mis desvíos,
quédenseme, Señor, así cantando
y, sin ellos quererlo, estén rezando
porque pecaron mucho y son impíos.
...
Y así, con la mirada en Vos prendida,
y así, con la palabra prisionera,
como la carne a vuestra cruz asida,
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quédeseme, Señor, el alma entera,
y así clavada en vuestra cruz mi vida,
Señor, así, cuando queráis, me muera.
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En definitiva, estos dos GRANDES botones de muestra son la demostración de que, al menos hasta el siglo XX, todavía había brotes verdes de arte y misticismo, mezclados convenientemente.
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4 comentarios:
Hoy no puedo dormir y gracias doy porque acabo de pillar este post casi divino y estoy llorando, llorando de emoción y de agradecimiento a Dios por inspirar tan maravillosas obras, a los autores de ellas por saber reflejar lo que muchos sentimos y no sabemos expresar.
Esa Cruz de Dalí que ya había leído en algun ditio de donde venía su inspiración, es el amor de Dios a los hombres, a ti Arcendo, tan artista como ellos, a mi que espero poder besar pronto sus pies reales y tocables, a todos mis buenos amigos blogueros que tanto me están ayudando a llevar las pequeñas cruces de la vida y a todo este género humano.
El poema de Sánchez Mazas lo había olvidado por completo, pero era de esos que copiaba en mis cuadernos de colegiala y que ya entonces me hacía llorar. Hoy mucho más porque entonces ignoraba lo que podía pesar la vida y el dolor que a Cristo le causábamos.
No sé como darte las gracias por acompañarme en esta madruda desvelada con tan madnífico regalo.
Hoy los besiños los paso por la Cruz de Cristo
Ni wickipedia ni puñetas. La hoja del Arce y ahí encontramos sabiduría, cultura, elegancia y cariño. De momento mi enciclopedia favorita. Un post genial. Mañana con el mío si D.q. tendrás para enviarme un poquito de lo que hoy te estoy diciendo. Lo sé. Enigmático total. Simplón y rudo. Tienes mucho que eculpir todavía en mí. Un abrazo
Precisamente tengo una estampa encima de mi mesa con el Cristo de san Juan de la Cruz y la frase: ‘A la tarde de la vida, te examinarán en el amor’. Se trata de un dibujo, una auténtica miniatura (el original tiene máximo unos 5 cm de ancho), unos dicen que está dibujada a lápiz, otros, que es una especie de tinta china. Este dibujo, ha tenido varios ‘hijos’. El más famoso es, probablemente, el de Dalí. El de san Juan está de lado, visto por la izquierda, y es un Cristo místico, sangrante, con los brazos tensos y dislocados, en resumen, una maravilla que ha sido la inspiración de muchos pintores y poetas. Un abrazo.
Bueno, bueno, querido Arcendo, después de leer el soneto de Sánchez Maza y ver el espectacular vídeo con la Cruz de Dalí, se queda uno sin palabras.
Recurro algunas de mi padre que en una de sus reflexiones decía "Poesía es todo verso que llega a su destino" y en este soneto cada uno de ellos no solamente llega a su destino sino que con creces lo supera.
Gracias por ofrecernoslo, querido amigo.
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