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Este sábado es especial, hoy no tendremos en este blog el acostumbrado repertorio musical que es habitual.
En este día veo en la necesidad de escribir sobre lo ocurrido en Haiti; de compartir mis impresiones personales y las reacciones que veo a mi alrededor.
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Afortunadamente el tremendo impacto mediático que ha causado esta super catástrofe, está haciendo que medio mundo se este solidarizando y estén llegando ayudas de todas partes. Es tanto lo que se ve y tantísimo lo que se imagina, que es difícil permanecer al margen.
Ese pobre país caribeño está devastado, las noticias nos hablan de edificios derrumbados, de cadáveres por la calle y entre los escombros, de padres sin hijos y de hijos sin padres.
El paisaje actual es el de una tragedia sin precedentes, yo no recuerdo nada igual. Ante este panorama dantesco, uno no puede evitar acordarse de Sodoma y Gomorra, y tratar de buscar similitudes y porqués. (Ver enlaces: Aquí o Aquí).
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Sin embargo, aunque todo esto pueda ser un signo de los tiempos, cosa que ni discuto, ni niego; ante tanta pena, yo siento que tengo que actuar.
En primer término lo que me sale es rezar y en segundo, ayudar económicamente en la medida en que puedo. Y aunque pienso que ambas “ayudas” son necesarias y eficaces, considero prioritario el apoyo espiritual, porque a pesar de todo, sigo confiando en mi Padre, Dios.
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Comprendo que en situaciones como esta, cueste aceptar lo ocurrido, lo que no concibo, sobre todo viniendo de personas que se dicen creyentes, es que el recurso primario, sea dudar de Dios e incluso culpabilizarle.
¿Dónde está Dios?, o ¿Por qué permite semejante tragedia?, son las preguntas que los cristianos, estos días no paramos de oír.
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La respuesta es muy sencilla, para el que lo quiera ver. Dios también está ahí, está en los apoyos materiales que se están recibiendo desde todos los organismos de la Iglesia, por expresa orden del Papa y también está en los muchos cristianos anónimos que a través de oraciones, comunicados, blogs y otros medios, están ofreciendo todo tipo de ayudas.
Por tanto, a través de todos ellos, Dios sigue estando ahí, como también estaba en todos esos sacerdotes, misioneros, monjas, voluntarios y el Arzobispo que estaban allí dando la vida por los demás y ahora también la han perdido.
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Es muy sencillo culpar a Dios, es muy fácil decir que la Iglesia no hace nada, sobretodo viniendo de quienes, ni arriman el hombro y a veces ni la cartera.
Lamentablemente hay quienes no se acuerdan para nada de Dios si las cosas les van bien, incluso presumen de no creer en Él, y sin embargo ante el primer contratiempo su primer pensamiento es acusarle.
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Todo el mundo está conmovido por esa desolación, sin embargo hay cosas inevitables, que además entran dentro del plan salvador de Dios. El mundo, esta tierra nuestra, se mueve por medio de leyes físicas de los que nada, ni nadie están excluidos (placas tectónicas incluidas), y las desgracias, los accidentes, las enfermedades, forman parte de la vida y ni siquiera los más grandes santos, se libran de ellas.
Lo que ocurre es que la hora de afrontar estos imprevistos, los que tienen una fé debil o carecen de ella, se vienen abajo ante el primer impacto, mientras que el que tiene fe y la cultiva, no cuestiona a Dios ante estos sucesos, sino que se fortalece en la fe para soportar el golpe.
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En todo este entramado de posturas opuestas hay algo, que es el origen de toda esa dicotomía. Y son dos cuestiones que nadie puede negar, ni discutir:
Una. El dolor existe, tanto el físico como el moral.
Dos. Somos mortales. Vamos a morir. Con toda certeza.
Estas son realidades seguras y son precisamente las que más afectan a la vida humana, tanto es así, que las posturas que adoptemos ante lo inevitable, plantean la forma de plantearse la vida.
Habrá quienes prefieran pasar por la vida huyendo, disfrutando, “canta, ríe y bebe, que la vida es breve”.
Ante una catástrofe de la magnitud que acabamos de vivir, en este grupo de “vividores” están los que creen confirmada su negación a Dios. Es decir, el mal (o lo que ellos llaman mal), les “prueba” la inexistencia del bien o de un ser superior que lo evite.
Lo que pasa es que en el fondo de sus almas, todavía les quedan dudas y por lo tanto, tan solo añaden más sombra a su oscuridad.
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En el otro caso, el del creyente, cuando llegan estas horas de oscuridad, también llegan para él.; cuando llega la noche, es de noche para todos. Pero el que cree camina con una lámpara que le enseña el camino; la fé.
Esa lámpara quizás no muestre todo el camino, pero sí el inmediato, el paso siguiente. Nuestra fé entonces funciona como el faro potente que guía a la nave hasta el puerto. Esa luz, es la diferencia.
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Dios nos ama ... y nos ama mucho, más de lo que podemos imaginarnos, ¡nos ama infinitamente!. Pero sucede que a veces creemos que Dios no nos ama, porque no nos ama como nosotros creemos que nos debe amar.
Por eso cuando ocurren estas cosas, nos rebelamos, pero…, no podemos medir las cosas de Dios con medidas terrenas, sino con medida de eternidad. Dios sabe mucho mejor que nosotros. Por eso, para poder comprender, aunque sea un poquito, sus planes, tenemos que comenzar a ver nuestra vida, también con ojos de eternidad. Así, tal vez, podamos comenzar a comprender cómo los planes de Dios sí tienen sentido y cómo las cosas que creemos “malas” no son tan malas, sino buenas.
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Claro que ha habido muchos muertos, pero Dios es Padre, y coge las flores de su jardín, en el momento preciso, ni antes, ni después. En alguno de los casos, cuando más bonitas están y en otros, antes de que se marchiten para siempre. Dios sabe más.
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Claro que han quedado muchas personas sufriendo las consecuencias de forma terrible, y ¡Cómo nos cuesta aceptar el sufrimiento!. El sufrimiento es un misterio, y como todo misterio no es posible explicarlo. Sólo lo comprenderemos después de esta vida, pero tomemos ejemplo del Maestro.
Su sufrimiento nos trajo la salvación, y por la muerte de Cristo todos tenemos derecho a una vida de felicidad plena y total para toda la eternidad, que lograremos si confiamos en El, y tomamos su Cruz.
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Así, ante aquella pregunta inicial, (formulada a lo peor, por aquellos que pronto darán más importancia a los cambios estéticos de Belén Esteban): ¿Dónde está Dios?. La respuesta es clara:
Este sábado es especial, hoy no tendremos en este blog el acostumbrado repertorio musical que es habitual.
En este día veo en la necesidad de escribir sobre lo ocurrido en Haiti; de compartir mis impresiones personales y las reacciones que veo a mi alrededor.
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Afortunadamente el tremendo impacto mediático que ha causado esta super catástrofe, está haciendo que medio mundo se este solidarizando y estén llegando ayudas de todas partes. Es tanto lo que se ve y tantísimo lo que se imagina, que es difícil permanecer al margen.
Ese pobre país caribeño está devastado, las noticias nos hablan de edificios derrumbados, de cadáveres por la calle y entre los escombros, de padres sin hijos y de hijos sin padres.
El paisaje actual es el de una tragedia sin precedentes, yo no recuerdo nada igual. Ante este panorama dantesco, uno no puede evitar acordarse de Sodoma y Gomorra, y tratar de buscar similitudes y porqués. (Ver enlaces: Aquí o Aquí).
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Sin embargo, aunque todo esto pueda ser un signo de los tiempos, cosa que ni discuto, ni niego; ante tanta pena, yo siento que tengo que actuar.
En primer término lo que me sale es rezar y en segundo, ayudar económicamente en la medida en que puedo. Y aunque pienso que ambas “ayudas” son necesarias y eficaces, considero prioritario el apoyo espiritual, porque a pesar de todo, sigo confiando en mi Padre, Dios.
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Comprendo que en situaciones como esta, cueste aceptar lo ocurrido, lo que no concibo, sobre todo viniendo de personas que se dicen creyentes, es que el recurso primario, sea dudar de Dios e incluso culpabilizarle.
¿Dónde está Dios?, o ¿Por qué permite semejante tragedia?, son las preguntas que los cristianos, estos días no paramos de oír.
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La respuesta es muy sencilla, para el que lo quiera ver. Dios también está ahí, está en los apoyos materiales que se están recibiendo desde todos los organismos de la Iglesia, por expresa orden del Papa y también está en los muchos cristianos anónimos que a través de oraciones, comunicados, blogs y otros medios, están ofreciendo todo tipo de ayudas.
Por tanto, a través de todos ellos, Dios sigue estando ahí, como también estaba en todos esos sacerdotes, misioneros, monjas, voluntarios y el Arzobispo que estaban allí dando la vida por los demás y ahora también la han perdido.
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Es muy sencillo culpar a Dios, es muy fácil decir que la Iglesia no hace nada, sobretodo viniendo de quienes, ni arriman el hombro y a veces ni la cartera.
Lamentablemente hay quienes no se acuerdan para nada de Dios si las cosas les van bien, incluso presumen de no creer en Él, y sin embargo ante el primer contratiempo su primer pensamiento es acusarle.
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Todo el mundo está conmovido por esa desolación, sin embargo hay cosas inevitables, que además entran dentro del plan salvador de Dios. El mundo, esta tierra nuestra, se mueve por medio de leyes físicas de los que nada, ni nadie están excluidos (placas tectónicas incluidas), y las desgracias, los accidentes, las enfermedades, forman parte de la vida y ni siquiera los más grandes santos, se libran de ellas.
Lo que ocurre es que la hora de afrontar estos imprevistos, los que tienen una fé debil o carecen de ella, se vienen abajo ante el primer impacto, mientras que el que tiene fe y la cultiva, no cuestiona a Dios ante estos sucesos, sino que se fortalece en la fe para soportar el golpe.
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En todo este entramado de posturas opuestas hay algo, que es el origen de toda esa dicotomía. Y son dos cuestiones que nadie puede negar, ni discutir:
Una. El dolor existe, tanto el físico como el moral.
Dos. Somos mortales. Vamos a morir. Con toda certeza.
Estas son realidades seguras y son precisamente las que más afectan a la vida humana, tanto es así, que las posturas que adoptemos ante lo inevitable, plantean la forma de plantearse la vida.
Habrá quienes prefieran pasar por la vida huyendo, disfrutando, “canta, ríe y bebe, que la vida es breve”.
Ante una catástrofe de la magnitud que acabamos de vivir, en este grupo de “vividores” están los que creen confirmada su negación a Dios. Es decir, el mal (o lo que ellos llaman mal), les “prueba” la inexistencia del bien o de un ser superior que lo evite.
Lo que pasa es que en el fondo de sus almas, todavía les quedan dudas y por lo tanto, tan solo añaden más sombra a su oscuridad.
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En el otro caso, el del creyente, cuando llegan estas horas de oscuridad, también llegan para él.; cuando llega la noche, es de noche para todos. Pero el que cree camina con una lámpara que le enseña el camino; la fé.
Esa lámpara quizás no muestre todo el camino, pero sí el inmediato, el paso siguiente. Nuestra fé entonces funciona como el faro potente que guía a la nave hasta el puerto. Esa luz, es la diferencia.
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Dios nos ama ... y nos ama mucho, más de lo que podemos imaginarnos, ¡nos ama infinitamente!. Pero sucede que a veces creemos que Dios no nos ama, porque no nos ama como nosotros creemos que nos debe amar.
Por eso cuando ocurren estas cosas, nos rebelamos, pero…, no podemos medir las cosas de Dios con medidas terrenas, sino con medida de eternidad. Dios sabe mucho mejor que nosotros. Por eso, para poder comprender, aunque sea un poquito, sus planes, tenemos que comenzar a ver nuestra vida, también con ojos de eternidad. Así, tal vez, podamos comenzar a comprender cómo los planes de Dios sí tienen sentido y cómo las cosas que creemos “malas” no son tan malas, sino buenas.
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Claro que ha habido muchos muertos, pero Dios es Padre, y coge las flores de su jardín, en el momento preciso, ni antes, ni después. En alguno de los casos, cuando más bonitas están y en otros, antes de que se marchiten para siempre. Dios sabe más.
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Claro que han quedado muchas personas sufriendo las consecuencias de forma terrible, y ¡Cómo nos cuesta aceptar el sufrimiento!. El sufrimiento es un misterio, y como todo misterio no es posible explicarlo. Sólo lo comprenderemos después de esta vida, pero tomemos ejemplo del Maestro.
Su sufrimiento nos trajo la salvación, y por la muerte de Cristo todos tenemos derecho a una vida de felicidad plena y total para toda la eternidad, que lograremos si confiamos en El, y tomamos su Cruz.
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Así, ante aquella pregunta inicial, (formulada a lo peor, por aquellos que pronto darán más importancia a los cambios estéticos de Belén Esteban): ¿Dónde está Dios?. La respuesta es clara:
¡Clavado en la Cruz!, llevando todos los dolores y las penas del mundo porque Él, nos lleva a cuestas a todos, y por supuesto a todos los que han sufrido o están sufriendo ahora mismo, también en Haiti.
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Pero aún hay más, y es un asunto de máxima importancia para los que tenemos la luz de la fé: ¡el compromiso!:
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Si alguien duda, de la ausencia de Dios, probablemente, es que los cristianos, llamados a ser “otros Cristos, el mismo Cristo”, algo deberemos estar haciendo mal.
Bien es cierto que, siempre nos encontraremos con gentes que nieguen la evidencia, pero también habrá quienes, de corazón, le busquen y no lo vean en nosotros.
Es hora de actuar, de intensificar las oraciones, de arrancar voluntades, de luchar por y con los demás. Es necesario que le vean a Él, a través nuestro. Es tiempo de evangelizar.
Se acabó el aburguesamiento inútil. No escatimemos nada, démoslo todo.
¡Oración y acción, Dios y audacia, ahora y siempre!
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Pero aún hay más, y es un asunto de máxima importancia para los que tenemos la luz de la fé: ¡el compromiso!:
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Si alguien duda, de la ausencia de Dios, probablemente, es que los cristianos, llamados a ser “otros Cristos, el mismo Cristo”, algo deberemos estar haciendo mal.
Bien es cierto que, siempre nos encontraremos con gentes que nieguen la evidencia, pero también habrá quienes, de corazón, le busquen y no lo vean en nosotros.
Es hora de actuar, de intensificar las oraciones, de arrancar voluntades, de luchar por y con los demás. Es necesario que le vean a Él, a través nuestro. Es tiempo de evangelizar.
Se acabó el aburguesamiento inútil. No escatimemos nada, démoslo todo.
¡Oración y acción, Dios y audacia, ahora y siempre!
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CAMPAÑA EMERGENCIA TERREMOTO HAITÍ
AYUDA A LA IGLESIA NECESITADA:
Banco Popular: 0075 0080 17 0601667548
Indicar referencia TERREMOTO HAITÍ
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CAMPAÑA "CARITAS CON HAITÍ"
Teléfono de donaciones: 902.33.99.99
BANCO SANTANDER
0049-1892-64-2110527931
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FUNDACIÓN NUESTROS PEQUEÑOS HERMANOS:
Caja Madrid: .000-41.107
Indicar Nombre completo y “Terremoto Haití”.
Fundación Nuestros Pequeños Hermanos
C/Elisa nº 23
08023 Barcelona
Tel: 93.434.20.29
Mov: 639.153.153
info@nphspain.org
skype: fundacion.nph
http://www.nph.org/
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CRUZ ROJA
BBVA 0182 5906 86 0010022227
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SAVE THE CHILDREN:
Banco Santander 0049 0001 52 2410019194.
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9 comentarios:
Yo este tema de Haití cada momento que pasa lo veo más claro y me reservo aún la opinión. Es terrible pero Dios va a sacar mucho bien de ello.
Gracias tesoro.
Besos.
Cómo me han encantado las manos que hablan... ohh
Es una escultura y una historia impactante.
Querido Arcendo: anoche leí tu post, pero no me encontraba con ánimo para comentarte. Es una tragedia qe se mete en el alma y te hiere. Tu post da para mucha meditación, en profundidad. Todo lleva a Dios. lo bueno y lo malo, si no fuera así nos hundiríamos en la desesperanza. No podemos entenderlo porque los caminos de Dios son inecrutables, pero la fe verdadera no nos deja dudar, sino todo lo contrario agarrarse a la misericordia de un Dios que todo lo puede y quiere el bien para sus hijos. Es como cuando te curan una herida y te duele lo indecible, pero sabes que eso es lo que te va a sanar.
Nuestra oración seguirá siendo intensa por aquellos hermanos, purificados en el crisol del dolor.
Me imagino la labor intensa de los misioneros en aquel pais, deseamos que no todos hayan muerto y que Dios sigan enviando obreros a aquella mies.
Gracias querido por todo lo que nos has hecho, me has hecho pensar con este post.
Besiños orantes por ellos y por ti.
y además un abrazo fuerte por este dolor que nos hermana con todo el mundo, pecadores o santos.
Querido amigo:
Mi oración de este próximo Domingo, estará dedicada a todos los que están sufriendo a causa de este desgarrador terremoto de Haití
Un fuerte abrazo.
Arcendo, gracias por proporcionar datos para hacer donaciones. Y gracias por los vídeos. Como siempre, la Iglesia en primera línea, ayudando.
Hoy en casa hemos sufrido el accidente de nuestra mascota, la atropelló un coche y está hospitalizada. Mientras sentía el dolor de tener enferma a Chispita, nuestra perrita caniche, que lleva 11 años con nosotros, veía las noticias desgarradoras que llegan de Haití, el dolor se me hacía más intenso e inimaginable. ¿qué pueden estar sintiendo los que lo han perdido todos, hijos, padres,TODO? Ufffff, que dolor tan grande, por eso debemos seguir en oración, para que Nuestro Amadísimo Jesús siga derramando su Misericordia. Jesús en TI CONFÍO.
Siento que La Virgen Santísima, Nuestra Madre lora con un dolor muy desgarrador, con el mismo dolor de ver a su Hijo en La Cruz. Madre, cubre a esa pobre gente con tu manto. Señor, escúchame, escucha a María, mejora el clima en Haití, abre caminos para que llegue la comida y el agua a sus destinos, a tu gente. Venga Señor, deja el libre albedrío a un lado y házlo ya.Tu escuchaste a tu pueblo Israel que clamaba en Egipto, escucha a tu pueblo doliente, y has un Milagro.
Que bien te explicas. Totalmente de acuerdo contigo. Tus explicaciones són una autentica realidad. Triste, pero real.Duele ver estas imágenes de este horroroso y trágico terremoto.
Una profunda reflexión , donde muchos deberían detenerse. Me molesta el uso mediatico que se está haciendo de la tragedia, las primeras informaciones no puederon obviar que la mayoría de españoles allí estaba formada por sacerdotes religiosos y laicos misioneros. Las primeras ayudas que se pusieron en marcha fueron las religiosas. He llegado a oir un comentario que critica a un matrimonio misionero porque han abandonado la ciudad. ¿Quienes son los que prostestan? los que sentados en su sofá solo saben hacerlo. Ayer solo vi un informativo televisivo y la única referencia para enviar que ofrecieron fue cruz roja. Menos es nada, pero sería justo hacer como la mayoria de blogueros han hecho, ofrecer otras. A mi personalmente Cruz roja no me ofrece todas las garantíasd de que toda la ayuda se quede en Haití.
En cuanto a lo espiritual, estoy con lo que dice Guerrera. Un saludo
sUBLIME LA COMPOSICIÓN QUE HAS HECHO DEL DESCENDIMIENTO CON LA TRAGEDIA. sOLO ELLA ES YA LA MEJOR REFLEXIÓN.
BESIÑOS Y BUENAS NOCHES NOS DÉ siempre DIOS
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