MÚSICA AMABLE

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Cuando el sonido logra sacudir el corazón y el alma se remueve, no hay nada parecido, incluso creo que no existe una palabra exacta para definir ese sentimiento; aunque probablemente el término más cercano sea: ¡Música!

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Hay ruidos y afortunadamente, gracias a DIOS, existe la música. Pocos saben que, etimológicamente el nombre de la “música”, proviene del griego y que en realidad, significa “el arte de las musas”; yo, sin embargo, estoy más conforme con la definición que hace d. Ludwig, en la película “Copying Beethoven”, cuando dice que “las vibraciones en el aire son el aliento divino hablando con alma de hombre. La música es el lenguaje de Dios.”

Efectivamente, creo firmemente que, la música, la gran música, la música con MAYÚSCULAS, proviene de DIOS, y quien tiene la suerte, la maravillosa facultad de traer este divino regalo al hombre, tiene que haber tenido, sin duda alguna, una experiencia del amor de Dios, en su interior.

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Por supuesto, no estoy hablando, en ningún momento, de la música como un simple producto cultural y/o comercial. ¡Estoy hablando de ARTE!

Esa habilidad para organizar de forma sensible y lógica sonidos y silencios, está en un plano superior y por tanto está… al alcance de muy pocos.

Cuando esto se produce… la comunicación anímica entre el autor/interprete y el público, es única, incomparable.

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Cuando la música traspasa, cuando te hace llorar, te hace feliz, calma tu ansiedad, despierta tus sentimientos; cuando la música es… un estímulo, entonces, siempre ese momento es sublime, porque de algún modo, te acerca a DIOS, y por eso es AMABLE, en el sentido más exacto de la palabra, es… -digna de ser amada-.

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¡Queridos lectores!… es esa clase de música, la que hoy quiero compartir, para que os acompañe durante este largo “finde” (me tomaré 3 días), con la esperanza de que sus buenas vibraciones permanezcan a vuestro lado también, durante los próximos siete días…, y siempre.

¡Buen fin de semana!
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y...¡NO TE OLVIDES DEL SÁBADO BLOGUERO!
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