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Hoy es domingo, día en el que los cristianos estamos llamados a honrar a DIOS en la Santa Misa.
El 19 de abril de 2005, el cardenal Ratzinger fue elegido como sucesor de Juan Pablo II.
Prácticamente un mes después de su elección, el 29 de mayo del mismo año, una de sus primeras enseñanzas fue precisamente sobre la Santa Misa. Benedicto XVI dijo entonces:
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“Tenemos necesidad de este Pan para afrontar los esfuerzos y cansancios del viaje. El domingo, día del Señor, es la ocasión propicia para sacar fuerza de Él, que es el Señor de la vida. El precepto festivo no es por tanto un simple deber impuesto desde el exterior. Participar en la celebración dominical y alimentarse del Pan eucarístico es una necesidad para el cristiano, quien de este modo puede encontrar la energía necesaria para el camino que hay que recorrer”
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Esa es la respuesta exacta a quien se puede llegar a preguntar el por qué del precepto dominical.
La contestación sobrepasa la simple contestación automática, esa que muy acertadamente nos dice que “lo manda la Iglesia cuya autoridad proviene del mismo Jesucristo Señor nuestro”; efectivamente esto es así, pero las palabras del Papa van mucho más allá porque nos enfrentan con la gran realidad: ¡si tenemos que ir a misa es por PURA NECESIDAD VITAL!
“Si comes de este pan, vivirás para siempre” Juan 6, 44-51 ¡La Iglesia, que es MADRE, enseña, recuerda esa necesidad, por eso, anima a sus hijos a alimentarse para vivir!
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Las razones del establecimiento de un día determinado –el domingo-, tampoco son accesorias, son necesarias e históricamente justificadas, más bien encaminadas a centralizar, acordar y dirigir un día preciso, para evitar olvidos o dispersión.
El Catecismo deja entender que una vez, superado el sábado tras la resurrección de Cristo, los Apóstoles determinaron “consagrar al culto divino el primero de los días de la semana” Los preceptos de la ley natural recogidos en el Decálogo mosaico, no sólo no caducan, sino que además son confirmados por Cristo.
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Sin embargo, muchos, aún llamándose cristianos, aún conociendo el precepto (indicación maternal), y aún sabiendo de la necesidad del Sacramento, desdeñan la Misa dominical, y tristemente la intentan eludir, con las más peregrinas excusas que se han podido ver:
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- "Prefiero quedarme durmiendo".
- “Me aburro”.
- “Es siempre lo mismo”.
- “No tengo tiempo”.
- “Estoy peleado con Dios”.
- "En la misa hay gente que va y después se porta mal".
- “El cura me cae mal”… etc., etc., etc.
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¿Quién no ha oído alguna vez, alguna de estas tonterías?
Evidentemente quien las dice, no ha entendido nada y hay que rezar por ellos; porque no se dan cuenta que con su ausencia a Misa, Dios no gana ni pierde NADA, solo pierde aquel que falta y pierde MUCHO.
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De todos modos, habrá que reconocer que las excusas son absolutamente inconsistentes, inverosímiles, absurdísimas. Tanto que a mí me hace recordar algo que leí, no hace mucho.
El texto que guardé tal cual, en mi carpeta de “cosas útiles”, advierte que su autoría es anónima, y tan solo, al final, da la referencia que el que lo escribió es de una población de Kentucky llamada Covington.
Atención al mismo, porque los pretextos, antes vistos, para esquivar la Misa; son absolutamente comparables a las tonterías que aquí expongo:
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“Fútbol Americano en otoño. Basket en invierno. Béisbol la primavera y verano.
Este pastor ha sido un ávido fanático de deportes toda su vida. ¡Pero ya no más! Yo renuncio a todos los deportes para siempre.
Nunca me podrás hacer que me acerque de nuevo a uno de esos lugares. Aquí están mis “razones”…
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1. Cada vez que fui, me querían sacar dinero.
2. La gente con que me senté no era muy amable.
3. Las sillas eran demasiado duras y nada cómodas.
4. Fui a varios partidos, pero el entrenador nunca vino a hablarme.
5. El árbitro tomó una decisión con la que no estaba de acuerdo.
6. Sospeché que estaba sentado con unos hipócritas – vinieron a lucirse, a ver a sus amigos y lo que traían puesto, en lugar de ver el partido.
7. Algunos partidos llegaron a la prorroga y llegué muy tarde a la casa.
8. La "banda de música" tocó unas canciones que nunca había escuchado antes.
9. Parece que los juegos están programados cuando yo quiero hacer otras cosas.
10. Mis padres me llevaron a demasiados juegos cuando yo era chico.
11. No quiero llevar a mis hijos a ningún juego, porque quiero que ellos escojan por sí mismos cuál deporte les gusta más.”
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Anónimo. Kesington KY
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Como os dije antes…, estas sinrazones son absolutamente comparables a aquellas otras que os expuse antes.
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Moraleja.- No seas TONTO, No seas ABSURDO, quiérete MÁS: ¡VE A MISA!.
Convéncete, no hay nada mejor que puedas hacer este domingo (y si puedes…, repite algún otro día de la semana).
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3 comentarios:
Te aplaudo al post.
Ir a Misa deberia de ser como respirar: elemental para nuestra existencia y hacerlo constantemente.
Un abrazo.
Llevo decenas de años yendo a Misa, fui monagillo durante dos años, así que en ese entonces era a diario, a las 7:30am, y me encantaba, luego he ido los domingos, muchos sábados por domingos, y ahora tres años domingos y miércoles. Lo mejor de todo, no me canso. Un gran porcentaje de mis misas son sin comulgar porque no logro confesarme a tiempo, me entristezco y me enfurezco algo con los que hablan en misa, con los que no escuchan la homilía, con los que contestan el móvil en plena Consagración, los que comulgan luego de no haber sido capaces de dar la paz previamente, que el 99% de los asistentes comulguen ¿sin pasar por el confesionario? etc. ¿Me he vuelto un antiguo? NO, mil veces no.
Que Dios te bendiga y a tu familia. Es tarde, son las 3:00am y a lo mejor he escrito de más.
Me encantó, gracias Arcen.
FELIZ DOMINGO!
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