martes, 22 de enero de 2008

PUNTO DE LUJO.

Si tuviera que elegir un tema de rabiosa actualidad para hablar hoy en mi blog, sin duda sería el desplome generalizado de las bolsas. La situación, aunque el Gobierno, continúa sin reconocer la crisis y llamando antipatriotas a los que, con razones sobradas, lo anunciaban, es ciertamente preocupante; máxime cuando España es la que sufre la mayor caída de las bolsas occidentales.
Las perspectivas son tan poco halagüeñas y angustiosas, que ruego al lector me permita hacer hoy de avestruz y permita que dedique mi comentario de hoy a otras cuestiones menos inquietantes; que desgraciadamente, ya habrá tiempo para hablar de penas.
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Así pues, en la mañana de este martes de Enero, quisiera comentar a modo de recomendación un maravilloso film que tuve la suerte de visionar ayer mismo.
Su título Match Point y su director, el mejor Woody Allen.
Match Point está fechada en 2005, y lo primero que hay que decir como definición, es que es un excelente ejercicio de narración, en la que a mi modo de ver, Allen alcanza el punto de madurez perfecta que le permite contar historias magistralmente, sin importar del género que sean, comedia, drama, intriga, o quizás todo entrelazado soberbiamente.
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La película comienza con una premisa representada por una pelota de tenis que pega contra la red: en ciertos momentos, en la vida como en el juego, la suerte puede decidirlo todo.
Es una historia sencilla, no simple, que narra la historia de Chris (Jonathan Rhys-Meyers), un jugador de tenis semiprofesional de origen humilde, que se dedica a enseñar este deporte y al que la vida le da la oportunidad de prosperar y ascender rápidamente en la pirámide social.
Por suerte (¿?) nuestro protagonista traba amistad con Tom (Matthew Goode), uno de sus alumnos de tenis. Tom, que pertenece a los círculos sociales de la elite londinense, será la conexión perfecta para que el joven Chris, conozca a Chloe (Emily Mortimer), hermana de Tom, e inicien una relación que acabará en boda.
Chris, gracias a ese matrimonio, accede como directivo, a la empresa de papá y se transforma en uno más del exquisito círculo. Sólo tiene que preocuparse por mantener feliz a Chloe, que tan sólo le pedirá un amor sencillo y sin complicaciones. Sin embargo, La aparición de Nola (una guapísima Scarlett Johansson), a la que conoce por ser la novia de Tom, su alumno y cuñado, pondrá en peligro sus metas; incapaz de resistirse al magnetismo sensual de la joven, inicia una tórrida relación de consecuencias ciertamente, imprevisibles. ¡Jamás te esperarías un final así!.
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Match Point es una película filosófica, en la que el protagonista se debate, entre dos opciones muy complicadas. Su historia sirve para jugar con profundas reflexiones sobre la suerte y los reveses de la fortuna. El tenis es la metáfora y a su vez, el contexto perfecto para enlazar la vida de los protagonistas. El azar es el eje temático, la teoría de que el mundo se divide entre las personas que tienen suerte y las que no. “El talento es importante, pero sirve de muy poco si no se tiene fortuna”, llega a decir el protagonista. Sin embargo, al final, como queriendo dar una vuelta de tuerca más, el espectador acaba con la sensación, que la suerte no será suficiente para acallar los gritos de la conciencia. No obstante, el espíritu de Dostoievski y su “crimen y castigo”, sobrevuela en no pocas escenas del film. De tal manera que, el final es subjetivo, con múltiples matices, donde el desenlace puede significar lo que queramos: triunfo, derrota, resignación o apatía.
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En definitiva, una película sublime, elegante, artificialmente hermosa, interesante, y muy entretenida; donde no faltan los momentos de subidón de adrenalina, ni el toque Allen de fina crítica corrosiva y exquisito humor a pesar de la tragedia.
Una película para disfrutar y pensar, donde se nos plantea de forma soberbia el dilema moral donde, aparentemente no hay consecuencias a nuestras acciones, sin embargo ¿No es el remordimiento la tortura más intensa?. Aunque no se crea en la justicia divina y la suerte permita evadir la justicia humana, ¿Puede el hombre escapar de sí mismo y de su conciencia?.
Con obras como ésta, que interroga pero no presiona, que desnuda las capas, al tiempo que sorprende, es cuando el cine se convierte en arte.
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Pdta. Mención especial a la magnífica banda sonora compuesta exclusivamente de ópera.
Lo dicho, si tenéis oportunidad, no dejéis de verla.
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2 comentarios:

Claudedeu dijo...

Apuntada. Si Ud. la recomienda, entonces tiene que ser buena.

Oscár dijo...

Saludos, un placer pasar por tu blog, aunque en este caos Woody Allen no sea un director mucho menos actor que me llame la atención!.

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