sábado, 22 de marzo de 2008

SABADO SANTO

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"Primeras luces del sábado. El que era luz del mundo baja al reino de las tinieblas.
El cuerpo de Jesús es tragado por la tierra, y con él es tragada toda esperanza.
Pero su descendimiento al lugar de los muertos no es para la muerte sino para la vida.
Es para reducir a la impotencia al que detentaba el poder sobre la muerte, el diablo (Hb 2, 14),
para destruir al último adversario del hombre, la muerte misma (1Co 15, 26),
para hacer resplandecer la vida y la inmortalidad (2 Tm 1, 10),
para anunciar la buena nueva a los espíritus prisioneros (1 P 3, 19).
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Jesús se humilla hasta alcanzar a la primera pareja humana, Adán y Eva, aplastados bajo el peso de su culpa.
Jesús les tiende la mano, y su rostro se ilumina con la gloria de la resurrección.
El primer Adán y el Último se parecen y se reconocen; el primero halla la popia imagen en aquél que un día debía venir a liberarlo junto con todos los demás hijos (Gn 1, 26).
Aquel Día ha llegado finalmente.
Ahora en Jesús, cada muerte puede, desde aquel momento, desembocar en la vida".
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PP. Juan Pablo II. Via Crucis 2004. Completo AQUÍ.

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