SIN MIEDO Y SIN COMPLEJOS.

Hay dos cosas que acabo de leer y me han sorprendido, la primera hace alusión a la ilustración de cabecera, es una imagen aparecida en la edición digital del diarío “La Nación” de hoy mismo. Como veís, son diversas portadas de la prestigiosa revista “Time”, en todas menos en una, aparece en portada Su Santidad Benedicto XVI, con motivo de su próximo viaje a los Estados Unidos. Sin embargo, la edición europea cambia la portada para dedicarla a un tema energético. Como dice el articulista de ”La Nación”, “llama la atención que precisamente en la edición con mayor número de católicos, como es Europa, TIME decida eliminar su portada y no dedicársela a Benedicto XVI.” Hasta ahí llega el papanatismo complejista de la vieja y ahora laica Europa.
La otra lectura a que me refería, os la dejo aquí, porque es mejor que la leáis vosotros y saquéis vuestro propio juicio de valor, y luego seguimos comentando. (está tomada de la magnífica web: http://www.espaweb.info/).

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Pues visto lo visto, hay que dejar claro que, una cosa es ser cristiano y otra ser tonto, una cosa es poner la otra mejilla, cuando la caridad lo exige y otra dejarse pisotear sin decir palabra. Los cristianos tenemos la obligación ineludible de hacer valer nuestros derechos como creyentes y como personas humanas. Hasta el mismísimo San Pablo hizo valer, sin complejos, su condición de romano. Cuando el gobernador Festo le quiso llevar detenido a Jerusalén, Pablo, no se cortó un pelo e hizo valer su condición de ciudadano romano, apeló al César, y Festo tuvo que llevarlo a Roma escoltado. (Hch, 25). Esto no significó evitar su muerte, pero hizo lo que debía.

Sin embargo, de un tiempo a esta parte, los católicos nos estamos acostumbrando a resistir sin defensa los ataques continuos a la Iglesia, a su historia y a sus miembros; y mientras tanto los servidores del otro lado, no cesan en sus continuas consignas antícatólicas para torcer la realidad. Los ataques vienen de todos lados, servidos veladamente en artículos de prensa, en las voces de los tertulianos de no pocas radios, en películas, en canciones; todas llevan su pequeña dosis de veneno, todas se basan en una mezcla de mentiras y medias verdades, aderezado con un calculado silencio sobre la realidad de la Iglesia y su gran labor social y espiritual. El objetivo es claro, ruptura y desprecio de la Iglesia y de la fé, porque según estos planteamientos, toda religión, especialmente las monoteístas, albergan un poso de fanatismo, que llevado al extremo son el origen de los males del mundo, de las guerras y de las injusticias sociales. Pero si rascamos más a fondo el mensaje final es “no creaís esas patrañas, porque Dios no existe”; así la consecuencia final, está clara, Si Dios no existe, todo vale.

Ante esta oleada de ataques despiadados, como ya decía Juan Pablo II y recuerda Benedicto XVI, urge una nueva evangelización, y está debe ser capitaneada por gente valiente y sin complejos, que no se avegüencen de sus creencias y que sepa luchar por ellas, defendiendo la verdad y sin dejarse pisar.
Ser católico en el siglo XXI es tan difícil como lo fue en los primeros siglos del cristianismo, ni más ni menos. La persecución es la misma, si bien se aplican métodos más modernos, y las armas también son las mismas la oración y la verdad; posiblemente habrá momentos en que tengamos que echarle más testiculina, pero si hacemos las cosas bien, nada hemos de temer, Dios está con nosotros.
Se hace necesario, hoy más que nunca desmontar todo el castillo de mentiras que han creado en torno nuestro, es preciso denunciar las manipulaciones y a los que las propagan, sin miedos y sin complejos. Porque ser buen cristiano, hoy y aquí, es el mejor servicio que podemos ofrecer en este siglo, a esta sociedad, a este gran país y a este triste mundo perdido.