viernes, 13 de junio de 2008

¡QUE ALEGRÍA!, hoy es Viernes 13.


Hoy es viernes y 13, coincidencia tal que, a los forofos de las supersticiones les ponen los pelos como escarpias. Sin embargo a mi, que procuro ir por otro camino, alejado de estas chuminadas, es un día inmejorable; y lo es porque sobretodo hoy, es el día que recordamos el paso por la tierra de un hombre justo y santo, que nació allá por el siglo XII con el nombre de Fernando de Bulhões, y que hoy se le conoce como San Antonio de Padua.
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No sé por qué equivocada creencia, se tiende a pensar que los hombres y mujeres dedicados a la vida religiosa, son unos perfectos ignorantes; la vida de San Antonio, desmiente rotundamente esta afirmación. Él nació en una rica familia portuguesa, y desde pequeño, su familia le procuró la educación más sólida que en aquellos tiempos se pudiera adquirir. Sin embargo, sus derroteros eran otros, ya desde su adolescencia, lo tenía muy claro, y pese a la oposición de su familia, ingresó en la abadía agustina de San Vicente en las afueras de su ciudad, Lisboa. Allí, Fernando tuvo la oportunidad de seguir cultivándose culturalmente, ya que aquellos monjes de la orden de San Agustín, eran famosos por su dedicación a los estudios. Fernando, no sólo estudió las Sagradas Escrituras, y las vidas de los grandes santos de la Iglesia, como San Jerónimo, San Agustín, San Gregorio Magno o San Bernardo, sino que también estudió a los grandes clásicos latinos como Ovidio y Séneca.
Sin embargo, la proximidad de aquella abadía de su entorno y las repetidas visitas familiares, eran un estorbo, en su afán de obtener la paz debida para centrarse en su dedicación al estudio. Por esa razón, pidió a los responsables del convento el traslado temporal a la abadía agustina de la Santa Cruz en Coimbra, la entonces capital de Portugal, para así continuar sus estudios. Sin embargo, ya nunca volvería a su ciudad natal.
Ya en Coimbra, y a pesar de su juventud, estaba completamente maduro. Su gran cultura teológica, nutrida por la Biblia y la tradición patrística, había llegado al punto definitivo.
En el verano de 1220 fue ordenado sacerdote. Para el joven Fernando se desatendió la norma eclesiástica que fijaba en un mínimo de 30 años la edad para tener acceso al sacerdocio. Acto seguido recibió el hábito franciscano y comenzó a estudiar la enseñanzas de su fundador, Francisco de Asís. Y ya, definitivamente adoptó, el nombre de Antonio en honor de San Antonio Abad, a quien estaba dedicada la ermita en la que él residía.
Es verdad, que a San Antonio, la devoción popular le conoce más como el patrón de los pobres, así como de los que buscan esposo, o como el que encuentra lo perdido; en definitiva como el Santo de los milagros; sin embargo, la dimensión intelectual de este santo no es nada desdeñable. Son famosos sus escritos y entre ellos sus 53 sermones dominicales, a través de los cuales, además de asomar una alta espiritualidad, estaban elaborados con un aspecto literario inigualable en la época.
Se podría decir que fue un adelantado a su tiempo y a veces, incluso incomprendido por sus contemporáneos.
El sermón de San Antonio es un sermón docto, escrito en latín medieval, colmado de gran erudición. Se pone de manifiesto claramente a partir de la amplia exposición de la Sagrada Escritura, de la increíble abundancia de citas escriturales directas (¡Son más de 6200!), del frecuente retorno a la doctrina de los Padres y de los teólogos, de los filósofos y de los poetas paganos, de las abundantes citas de expertos en ciencias naturales, en particular modo de Aristóteles y de Solino. Se podría decir que, con San Antonio el sermón llega a la altura de género literario.
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No en vano, tan sólo al año de su muerte, el Papa Gregorio IX pronunció la antífona "O doctor optime" en su honor y, posteriormente, siete siglos después, en el año 1946, el Papa Pío XII le declaró oficialmente "Doctor de la Iglesia".
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A parte de su faceta de predicador elocuente, cabe recordarle también porque fue un evangelizador incansable. Estuvo en África pero el clima y el trabajo lo enfermaron. Se embarcó para España pero una tempestad lo llevó a Italia. Y finalmente, fijó su residencia en Padua, ciudad universitaria. Allí consiguió los mejores frutos de sus sermones y adquirió una fama inmensa. León XIII lo llamó "el santo de todo el mundo", porque su imagen y su devoción se encuentran por todas partes.
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Pero si por algo hay que recordarle fue por su tremenda espiritualidad, que se puede resumir fácilmente en una de sus famosas frases: “El gran peligro del cristiano es predicar y no practicar, creer pero no vivir de acuerdo con lo que se cree”.
De la doctrina de Antonio sobre las virtudes se trasluce la que podría llamarse una verdadera dialéctica del devenir espiritual.
El camino hacia la verdadera perfección espiritual es uno en la sustancia, aunque versátil en las etapas. San Antonio no lo presenta teóricamente o en abstracto, como hacen los tratados de teología ascética y mística, sino concretamente en el cristiano, que recorre aquel camino con dificultades, a veces cojeando y también resbalando.
Para San Antonio, la perfección se alcanza alimentando las dos virtudes esenciales:
la vigilancia y la constancia.
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Así pues, en este viernes 13, hemos querido recordar al que es patrón de mujeres estériles, pobres, viajeros, albañiles, panaderos y papeleros. Hemos querido homenajear a aquel gran faro de luz, para pedirle que desde el cielo, nos ayude a encontrar el camino que Dios quiere para nosotros, como el supo hacerlo, a él se lo pedimos.
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Por último acabo con una excelente tradición popular, esta dice que San Antonio dio una oración a una pobre mujer que buscaba ayuda contra las tentaciones del demonio.
Sixto V, papa franciscano, hizo esculpir esta oración - llamada también lema de San Antonio - en la base del obelisco que mandó erigir en al Plaza San Pedro en Roma. He aquí el original en latín:
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Ecce Crucem Domini!
Fugite partes adversae!
Vicit Leo de tribu Juda,
Radix David! Alleluia!
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traducido
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¡He aquí la cruz del Señor!
¡Huid fuerzas enemigas!
Ha vencido el León de Judea,
¡La raíz de David! ¡Aleluya!
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Esta breve oración tiene todo el sabor de un pequeño exorcismo. También nosotros podemos usarla -en latín o en castellano- para ayudarnos a superar las tentaciones que se nos presenten. ¡Hasta la próxima!.

* * * * *

7 comentarios:

Aguijón dijo...

Gracias Ancendo,
He aprendido mucho.

Oscár dijo...

con un pancito de san antonio, me amarró mi esposa jajajajajajajaja....mentira, ella siempre cuneta esa historia...de loq ue unos amigos le recomendaron.

¿como va todo hermano?....

Tambien recordar que dicese que lo del 13 guarda directa relacion con la entrada de lso cruzados a la inquisición...

Y buenoe sas cosas son tonterías....

Gracias a Dios por los santos...

JORGE dijo...

Hola arcendo,

Me gustó mucho este post.

Respecto al viernes 13, yo no soy supersticioso porque dicen que ser supersticioso da mala suerte, jejeje (es un mal chiste, jejeje)

Lo que sí es de buena Gracia (porque es Gracia de Dios), es la santidad de la vida de San Antonio de Padua, de quien quisiera resaltar sólo un detalle: él quería ir al África a predicar, pero no sabe nicomo, terminó predicando (mucho y muy bien) en Francia e Italia. Y es que hay que servir al Señor no donde queremos, sino donde nos necesite.

Gracias y bendiciones

alter-ego dijo...

Hola arcen,este es mi Santo preferido y lo llevo en el camión y también tengo una capilla en el comedor.
Hasta pronto (sigo con ello)oremus

Alawen dijo...

Casi se me termina el día de San Antonio sin pasar a saludarte y a leer esta bella entrada. Yo, (que como solterita soy muyyyy devota de este santo), puedo decir que no pudo ir a predicar a los infieles por su delicada salud. Pobre. Y que hace dos años tuve la suerte de visitar su sepulcro en Padua, y ver sus reliquias. Impresionante.
Ah, y otro detalle, aquí no sabía yo que daban "yuyu" los viernes 13, sino los MARTES... XDDD
Un abrazo.

Militos dijo...

Es verdad que por lo general no se conoce a San Antonio en su faceta intelectual y prueba de ello es lo que apuntas sobre su patronazgo. Vigilancia y Constancia, si que son dos buenas columnas para el camino.
¿Tendré que pedirle por algo que creo he perdido?.
Besiños

Militos dijo...

Me gustaría decirte algo especial y no me sale. ¡Me duelen tanto los enfados!. Quisiera borrarlos y que supieras lo cerca que estoy de tí. Y que si Dios ha querido este acercamiento debe ser porque lo necesitamos, al menos yo. Sin embargo lo echo a perder con mis piques. Perdona mi torpeza y sobre todo cuando más tranquilidad necesitas.
Pero no olvides que contigo rezo, contigo estoy,
Besiños

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