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Ante tantos malos augurios y tanta preocupación me reafirmo una y mil veces más en estas palabras:
"Estas crisis mundiales, son crisis de santos", sentencia firme, sabia y certera que un gran Santo del siglo XX nos dejó, precisamente, para momentos como estos. San Josemaría Escrivá, comprendió que la solución a todas estas situaciones vienen del compromiso personal de cada uno de nosotros, incluso, sin esperar ninguna reacción del vecino de al lado.
Hoy el mundo se ha vuelto, comodón, egoísta; hay demasiada gente parapetada en la inmadurez, en la irresponsabilidad, en el «tú me das y ya veremos lo que yo te doy».
Es hora de romper esta mala deriva.
Sin embargo, el corazón del hombre parece que está, hoy más endurecido que nunca; es difícil la tarea. Este parece un mundo donde el mal ha triunfado; el arbitrio del poder, los intereses egoístas, la injusticia y el abuso, la violencia en todas sus expresiones; parece que se han apoderado de las almas de los hombres.
Volvamos los ojos a Roma, buscando ayuda. El domingo, 5 de octubre, empezó en la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, allí el Papa, dijo algo que parece dar con la clave de todo este embrollo:
Ante tantos malos augurios y tanta preocupación me reafirmo una y mil veces más en estas palabras:
"Estas crisis mundiales, son crisis de santos", sentencia firme, sabia y certera que un gran Santo del siglo XX nos dejó, precisamente, para momentos como estos. San Josemaría Escrivá, comprendió que la solución a todas estas situaciones vienen del compromiso personal de cada uno de nosotros, incluso, sin esperar ninguna reacción del vecino de al lado.
Hoy el mundo se ha vuelto, comodón, egoísta; hay demasiada gente parapetada en la inmadurez, en la irresponsabilidad, en el «tú me das y ya veremos lo que yo te doy».
Es hora de romper esta mala deriva.
Sin embargo, el corazón del hombre parece que está, hoy más endurecido que nunca; es difícil la tarea. Este parece un mundo donde el mal ha triunfado; el arbitrio del poder, los intereses egoístas, la injusticia y el abuso, la violencia en todas sus expresiones; parece que se han apoderado de las almas de los hombres.
Volvamos los ojos a Roma, buscando ayuda. El domingo, 5 de octubre, empezó en la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, allí el Papa, dijo algo que parece dar con la clave de todo este embrollo:
"Sólo la Palabra de Dios puede cambiar profundamente el corazón humano".
Sin embargo, no olvidemos que “la Palabra se hizó carne” y nos habló con su ejemplo.
Así mismo, hoy, 2008 años después, nosotros que somos –debemos ser- -otros Cristos-, tenemos la ineludible misión de revitalizar la Palabra con la carne de nuestras vidas. Con nuestro ejemplo, con nuestras palabras, con nuestros gestos, con todo nuestro ser.
Como dije, no es sencillo, pero no estamos solos.
Por eso, hoy me gustaría recordar con fuerza esa cita que tenemos todos, en 2011 en Madrid. Para ese año, está previsto que el Papa celebre las próximas Jornadas Mundiales de la Juventud en nuestra capital y es hora de ir calentando motores.
Este es un gran regalo, una oportunidad única que todos, jóvenes de edad y de espíritu, no nos debemos perder. Estoy seguro que será fuente de gracia y de muchas cosas buenas, para nuestra Patria y para todo el mundo, por eso hay que preparar estas jornadas desde ya; porque desde ahora puede empezar a dar frutos insospechados.
Hemos de acudir generosamente a la llamada del Señor, sólo respondiendo positivamente a su llamada, por exigente que parezca, es posible encontrar la felicidad, la alegría y la paz del corazón. Nadie como el Señor puede llenar nuestros huecos, perdonar nuestros desamores, disculpar nuestras torpezas. Nadie nos quiere como Él.
Cada vez que recuerdo mi experiencia en el Bernabéu con el Papa Juan Pablo, se me pone la piel de gallina, me emociono. Ya ha pasado mucho de aquello, pero para mí es inolvidable. Sus frases se me quedaron clavadas en el alma y cambiaron mi vida:
-“¡Recordar la verdadera grandeza humana, el diálogo entre Jesucristo a sus apóstoles Santiago y Juan!”.
-“¡No tengáis miedo de ser santos!”.
-“¡Ésta es la libertad para la que nos ha liberado Cristo…!”
-“¡Queridos jóvenes, dejaros ganar por él!”.
Así mismo, hoy, 2008 años después, nosotros que somos –debemos ser- -otros Cristos-, tenemos la ineludible misión de revitalizar la Palabra con la carne de nuestras vidas. Con nuestro ejemplo, con nuestras palabras, con nuestros gestos, con todo nuestro ser.
Como dije, no es sencillo, pero no estamos solos.
Por eso, hoy me gustaría recordar con fuerza esa cita que tenemos todos, en 2011 en Madrid. Para ese año, está previsto que el Papa celebre las próximas Jornadas Mundiales de la Juventud en nuestra capital y es hora de ir calentando motores.
Este es un gran regalo, una oportunidad única que todos, jóvenes de edad y de espíritu, no nos debemos perder. Estoy seguro que será fuente de gracia y de muchas cosas buenas, para nuestra Patria y para todo el mundo, por eso hay que preparar estas jornadas desde ya; porque desde ahora puede empezar a dar frutos insospechados.
Hemos de acudir generosamente a la llamada del Señor, sólo respondiendo positivamente a su llamada, por exigente que parezca, es posible encontrar la felicidad, la alegría y la paz del corazón. Nadie como el Señor puede llenar nuestros huecos, perdonar nuestros desamores, disculpar nuestras torpezas. Nadie nos quiere como Él.
Cada vez que recuerdo mi experiencia en el Bernabéu con el Papa Juan Pablo, se me pone la piel de gallina, me emociono. Ya ha pasado mucho de aquello, pero para mí es inolvidable. Sus frases se me quedaron clavadas en el alma y cambiaron mi vida:
-“¡Recordar la verdadera grandeza humana, el diálogo entre Jesucristo a sus apóstoles Santiago y Juan!”.
-“¡No tengáis miedo de ser santos!”.
-“¡Ésta es la libertad para la que nos ha liberado Cristo…!”
-“¡Queridos jóvenes, dejaros ganar por él!”.
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Yo ya peino canas, pero os aseguro, que si Dios quiere y me da fuerzas, estaré acompañando al Papa Benedicto también en el 2011. Tengo la ilusión de entonces y más. Espero ¡todo!, de esta nueva visita papal, un nuevo Pentecostés que anuncie al mundo la llegada de tiempos mejores.
Para terminar, con este comentario que pretende ser estímulo para la preparación espiritual de esas esperadas Jornadas, me quiero quedar, con las palabras de la despedida de aquella visita del Papa Magno:
Yo ya peino canas, pero os aseguro, que si Dios quiere y me da fuerzas, estaré acompañando al Papa Benedicto también en el 2011. Tengo la ilusión de entonces y más. Espero ¡todo!, de esta nueva visita papal, un nuevo Pentecostés que anuncie al mundo la llegada de tiempos mejores.
Para terminar, con este comentario que pretende ser estímulo para la preparación espiritual de esas esperadas Jornadas, me quiero quedar, con las palabras de la despedida de aquella visita del Papa Magno:
¡Hasta siempre, España! “¡Hasta siempre, Tierra de María”!
El Papa nos puso bajo su protección, pidámosle a la Madre que nos guarde y que seamos capaces de corresponder a este gran obsequio que suponen estas Jornadas en estos tiempos tan críticos.
Pedro ¡Te esperamos!
Benedicto, amigo, España está contigo.
* * * * *
2 comentarios:
Qué bien! ya tenemos hasta el grito de bienvenida. Habrá que ir ensayando. Como dices siempre, primero con el interior de cada uno, personal e intrasferible. Que Dios nos de salud y fuerzas para acompañar a Benedicto, con los jóvenes de nuestras familias. Bueno tú, con tu juventud canosa y los tuyos.
Hay mucha esperanza en tu post y en esa venida de su Santidad.
Gracias por esta llamada.
Un beso
Gracias por la esperanza que se refleja en tu post.Y recordar siempre, que fue San Jsé María quien dijo: Todos estamos llamados a la santidad. Es difícil y hay que soltar mujcho lastre a cortar muchas amarras, pero contamos con el mejor ejemplo, que es Jesús.Espero que muchos jóvenes se sientan llamdos a compartir esa Jornada en Madrid. A mí las canas no pesan.
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