martes, 4 de noviembre de 2008

DIOS ES ZAPATERO….pero de los buenos.


Desde luego, con la llegada de los nuevos tiempos, las nuevas tecnologías han apartado oficios de los de siempre. Hace tan solo unos años, había comercios y particulares que ofrecían servicios que ya son raros. Alfareros, Bordadoras, Carpinteros, tapiceros, herreros y modistas, ya están en desuso.
¿Quién puede decir si a raíz de la recesión económica, algunos de estos, no cobrarán otra vez protagonismo en nuestra sociedad?.

Uno de esos oficios obsoletos, es el del viejo y entrañable zapatero remendón.
¿Quién, con cierta edad, no los recuerda?, detrás de los cristales de su tienda, siempre trabajando, absorto, concentrado, encorvado sobre unos zapatos gastados por el paso del tiempo, intentando cual cirujano, curar las huellas del cansancio de nuestros pasos por la tierra, rebajando, cortando, recosiendo aquellas ajadas pieles.

En más de una ocasión, por recado de mi madre, llevaba yo mis zapatos o mis botas de colegial para arreglar. También para ponerle unos filis, a aquellas resbaladizas suelas o para comprar plantillas. Y siempre, cada vez que entraba en aquel pequeño taller, me admiraba su labor de esperanza, de humildad, de realismo y de paciencia. Ahora ya nos hemos hecho a otra vida, a la cultura del usar y tirar, todo lo “arreglamos” comprando cosas nuevas y tirando lo viejo, como si no tuviera ya arreglo. ¿Somos más felices por ello?, yo lo dudo.

Además es, precisamente este noble oficio de zapatero por el que siento más cariño y devoción, porque lo he visto y porque de vez en cuando, me gusta recordar una preciosa comparación que me enseñó mi madre, comparar a nuestro Dios amoroso con un zapatero remendón.

Desde el comienzo de la historia, trabaja sin descanso, remendando, cosiendo, abrillantando la vieja piel del hombre. Ante cada remesa que llega a su tienda, recomienza de nuevo, lleno de confianza, la paciente tarea de reconstrucción, hasta que, al fin, un día nos coloca flamante en la vitrina de su tienda, en el escaparate brillante de su Reino.

Por eso, querido Zapatero celestial, quiero hoy alabar, honrar y agradecer todo el trabajo que te damos.
Tú, Padre, te arreglas con lo viejo. Solamente una vez empezaste de nuevo. Después, siempre has tomado a los hombres como son, con nuestros rotos, miserias y pecados. En vez de tirarnos a la basura como algo inservible y estrenar otros nuevos, prefieres arreglarnos, nos quieres como somos.
Por eso ahora, hoy, te confieso que cada vez que pasaba junto a la tienda de aquel humilde artesano de mi niñez, recordaba a tu Hijo, trabajando en la Iglesia, recibiendo incansable toda clase de encargos, recogiendo todos esos imposibles trabajos que te damos los hombres, transformando lo viejo con tus divinas manos.
Y la Iglesia nunca dice: “Esto hay que tirarlo”, siempre acepta con amor cada par de zapatos que llevan a la tienda y recoge el encargo, convencida que el Zapatero verá cual es el mejor arreglo, para aquel estropicio.
.
Gracias de corazón, sólo puedo pagarte tanto Amor, con amor; procuraré hacerlo efectivo.
¡Ojalá todos los "Zapateros" fueran como Tú.
Por favor, anda y mira, si este que tiene el mismo nombre de este buen oficio, tiene también arreglo, ...te lo rogamos, ¡oyenos!.
* * * * *

8 comentarios:

maria jesus dijo...

Amen

Militos dijo...

Muy tierno Arcendo. Ojalá no sea demasiado tarde para echar unos remiendos. Supongo que sus manos lo pueden todo.
Un beso
Lo contenta que se ve a María Jesús por haber sido "la primer".
Ya voy esta noche detrás de ella en dos o tres sitios. ¡Me encanta!

Desire dijo...

Arcendo que prolifico eres con las entradas y encima una mejor que otra. Te felicito te has convertido en un balsamo para mi alma.
Encima que acabo de renunciar en mi blog de solo una mujer, a ver si puedes verlo jajaja

icue dijo...

Arcendo.
Bien por considerar a nuestro Dios tan cercano a nosotros, eso nos ayuda a apoyarnos más en El.
Si ojalátodos los zapateros fueran como el que tu describes.
Un abrazo

Caballero ZP dijo...

Tienes razón en lo que cuentas Arcendo, yo recuerdo muy bien al zapatero de mi barrio, y también llevaba o recogía los zapatos por encargo de mi madre.
Recuerdo con especial claridad el olor de la zapatería, ese olor a cola que lo hacía peculiar.
Sin duda una profesión que se recuerda con cariño, lástima que nuestro presidente haya manchado el nombre de esta profesión con su apellido.
Saludos

Anónimo dijo...

Sin ánimo de ofender, pero.... es que nadie lleva los zapatos al zapatero? Yo los llevo siempre que tienes arreglo! Igual que siempre, sólo que los de ahora no los limpian ni les sacan brillo cómo los de antes.
Respecto al trabajo que el Señor hace con nosotros, muy ilustrativo.

Magicomundodecolores dijo...

Amigo Arcendo: se me salían las lágrimas leyendo la descripción tan linda que hacías de Dios y helo aquí que vas y pones ese ruego sobre ZP y me he desternillado de la risa y mi Antonio me dice ¿qué te ha pasado? Y le cuento: es que este hombre escribe de una manera que me hace feliz: lloro y rio a la vez. Gracias amigo, que Dios te bendiga.

Anaroski dijo...

Yo no es que lo recuerde, es que en mi pueblo aún quedan dos, así que todavía los vemos, espero que este post-oración, se convierta en realidad.

Un beso.

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