El 7 de Junio del próximo 2009, se celebrarán en la antes católica europa, las elecciones que llevaran al Parlamento de la Unión, una nueva hornada de diputados. Los principales partidos del continente ya se apresuran a mover sus fichas y a colocar a sus caballos favoritos en la línea de salida.
Sin embargo, este año habrá, si Dios quiere una novedad muy gozosa y significativa. Según informa Minuto Digital, el periodista egipcio, Magdi Allam, se presentará a estos comicios con un partido de nueva creación llamado "Protagonistas para una Europa cristiana".
Allam, antes musulman, y ahora convertido a un ferviente y militante catolicismo, dice haber creado dicha formación para "llenar el vacío ético" que impera en Italia y en Europa a partir de "las raíces judeo-cristianas de Europa" y que “ahora más que nunca es necesario rescatar y afirmar con claridad” ante las amenazas del “capitalismo salvaje, el relativismo y la difusión del extremismo islámico”.
La inusual aventura se antoja atractiva y valiente, y por tanto digna de reconocimiento, mención y aplauso. De momento, aquí, provoca envidia. Ojalá y se formará pronto en esta querida piel de toro una delegación de ese partido o se creara alguno similar, mi voto estaría asegurado.
Entre tanto, esperamos ese advenimiento, hoy poco probable, convendria que echaramos la mirada atrás en busca de los grandes referentes europeos para que nos guiasen en estos tiempos dificiles, a modo de potentes faros de luz en esta noche oscura.
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Y precisamente hablando de faros, de tiempos de dificultad y de referentes, nadie, como la vida y ejemplo de la persona que hoy os voy a reseñar.
En estos momentos en los que se nos pretende inculcar que no existen absolutos. Ahora, cuando se confunden, por mor de la ideología relativista, las fronteras del bien y del mal, al igual que el mítico árbol edénico; más que nunca son necesarios estos modelos ejemplificantes.
Uno de los falsos postulados de los ideólogos relativistas es la incompatibilidad entre la fé y la razón. El ejemplo que traemos hoy, desmonta escandalosamente esta teoría. En la noche oscura, todavía tenemos antorchas iluminadoras, que nos convencen con su vida y su aceptación de la muerte, de que la esperanza es posible y la luz alcanzable.
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Todos sabemos de la identidad y de los avatares de Ana Frank, pero si les digo, así de pronto, el nombre de Edith Stein, es posible no les diga nada.
Seguramente algunos podrían intuir, a la vista de su apellido, que estamos hablando, también, de alguien de origen hebreo, y estarían en lo cierto. Sin embargo, a pesar de lo poco popular que nos resulta su nombre, esta persona, posiblemente, es una de las personalidades más interesantes e impactantes de todo el siglo XX.
Pionera, en muchas reivindicaciones y cometidos, intelectual de talla, brillante pensadora y sobretodo con un valor añadido crucial que hace mucho más grande su figura; pero eso ya lo iremos desgranando en el transcurso del artículo.
Obviemos, por fín la adivinanza y vayamos al grano.
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Edith Stein nació en la ciudad Wrocław (Polonia) el 12 de octubre, del año 1891. Fue la menor de 11 hijos.
Estudió germanística e historia en la Universidad de Breslau y filosofía y fenomenología en la Universidad de Gotinga.
En 1914 estalla la primera Guerra Mundial y Edith ejerce de enfermera de la Cruz Roja.
En 1916 obtiene el doctorado en la Universidad de Friburgo.
El domingo 15 de abril de 1934 tomó los hábitos y se hace religiosa.
En 1941, Las escuadras nazis de las SS la deportaron al campo de concentración de Amersfort, y de ahí al de Auschwitz.
El 9 de agosto de 1942, es gasificada, muriendo en los recintos de ese último campo de exterminio. Su cuerpo sin vida fue calcinado y sus cenizas fueron arrojadas a un campo cercano.
Fue beatificada por Juan Pablo II en Colonia, el 1 de mayo de 1987, y proclamada Santa por el mismo pontífice, el 11 de octubre de 1998, en Roma.
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Esta es su breve reseña biográfica, sin embargo, sería imposible resumir una vida tan rica en tantos aspectos, en sólo cuatro líneas.
La joven Edith, destacó muy temprana edad por sus dotes intelectuales, inteligente, dinámica, desde muy joven iniciada en intereses culturales.
Fue pionera en muchas cosas, le apasiona la emancipación femenina, "No hay nada que la mujer no pueda hacer", fue una de las primeras defensoras de los derechos civiles de la mujer y del derecho al voto femenino; y como judía se identificó plenamente con el destino trágico de su pueblo.
Su sed de conocimientos y de intensa búsqueda, revelan el dinamismo del espíritu, que va moldeando a la persona y el carácter de esta gran mujer.
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Sin embargo, en el plano religioso y probablemente por ese afán racionalista, desde muy joven decide libre y conscientemente abandonar toda práctica religiosa y se considera abiertamente atea.
¿Qué tuvo que pasar para que esta mujer de atea confesa llegara a ser Santa de la Iglesia Católica?. ¿Qué provocó un cambio tan radical?.
Pienso que la respuesta está en una unión entre fé y razón, como pocas veces se ha dado.
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Como estudiante siempre ambicionó la verdad, detestó la pereza mental y espiritual, combatió la hipocresía y la mediocridad.
Esa incipiente necesidad religiosa, estaba más que adormecida, apagada. Edith no alcanzó tempranamente la fe, pero vio abrirse ante sí un nuevo ámbito de conocimientos, ante los cuales no podía permanecer insensible.
Según va avanzando en sus conocimientos científicos, paulatinamente se le van derrumbando las barreras de los prejuicios racionales entre los que había crecido sin saberlo. Ella misma dijo: "El mundo de la fe se me abría de improviso".
Pienso que fue ciertamente determinante en su cambio, el trabajo como enfermera durante la primera contienda mundial. En 1916, el hospital donde servía fue cerrado y Edith reanudó sus estudios filosóficos, pero Edith volvió a la filosofía con una nueva actitud: "¡No la ciencia, sino la dedicación a la vida tiene la última palabra!". Era el germen.
Donde por fín encuentra la respuesta que da el giro definitivo a su vida, fue cierta noche en la que cae en sus manos “El libro de la Vida” de Santa Teresa de Jesús; se la lee de un tirón, en una sola noche. Cuando amanece, también sale para Edith un nuevo sol. "Yo me puse a leerlo y de golpe quedé cautivada y no me detuve hasta el final. Cuando cerré el libro, me dije: aquí está la verdad". La lectura nocturna borraba la distancia de tiempo y espacio que mediaba entre las dos mujeres, filósofa alemana la una, mística española la otra, judías ambas. Un grandísimo encuentro en una noche milagrosa.
La empatía espiritual y humana con la gran mística del siglo XVI abrió las fuentes profundas de las fuerzas que habían dirigido su búsqueda incansable. El misterio de la vida de una tocó el misterio de vida de la otra y selló a ambas para siempre. Para Edith la consecuencia fue su inmediato bautismo y la entrada en el Carmelo.
Con el aumento de la persecución nazi, ya abandonada en Dios, aceptó la prueba con sufrimiento sereno, profundamente tranquila. Era consciente de que aquello no era sino un paso más de su camino, era precisamente la cruz, la experiencia que estaba viviendo bajo la amenaza nazi, "cuanto más perfecta sea dicha crucifixión, activa o pasiva, más intensa resultará la participación en la vida divina."
El denominador común de su vida fue su pasión por la verdad, además de una vida siempre auténtica y generosa, tanto cuando era creyente, como cuando estaba alejada de la fé. Una vez convertida, siguió por los mismos derroteros, aceptando su experiencia de vida, como ‘saber de la realidad’, que es "el modo más completo, adecuado, totalizador a través del cual el sujeto llega al saber y por tanto alcanza en lo real la Verdad". Así, nos encontramos frente a una perspectiva religiosa y a un estilo de vida de alta tensión espiritual.
Quien busca encuentra, la fidelidad a sí misma desde la verdad lleva a Edith a confrontar sus valores y a descubrir, a través de la Santa de Ávila, al Cristo que plenifica lo más hondo del ser humano.
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La gracia de Dios hace jugadas sorprendentes, Dios se hace encontradizo y se mete en los vaivenes de nuestra existencia; nos reclama desde lo más hondo y nos invita a asumir la vida con él. Eso hizo Edith y su vida empezó a ser cada vez más de Cristo y El la transformó totalmente.
Al final de su vida terrena obtuvo el privilegio de sellar con sangre los principios sobre los cuales había fundado su experiencia cristiana.
Su mensaje permanece como un grito de libertad y de resurrección entregado a la historia, a las mujeres y a los hombres de todas las épocas.
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Su espiritualidad se manifiesta, sobre todo, en sus maravillosos y profundos escritos, concluyo, con cuatro frases puntuales entresacadas de alguna de sus obras, que expresan claramente su mensaje y confirman todo lo que hemos comentado:
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- Que procuremos vivir con intensidad la sinceridad y honradez
- Que estemos dispuestos a oír la voz del Señor aunque haga cambiar nuestra vida.
- Que nos enamoremos de la cruz como medio de salvación.
- Que seamos fieles hasta el final aunque sea con el martirio.
Uno de los falsos postulados de los ideólogos relativistas es la incompatibilidad entre la fé y la razón. El ejemplo que traemos hoy, desmonta escandalosamente esta teoría. En la noche oscura, todavía tenemos antorchas iluminadoras, que nos convencen con su vida y su aceptación de la muerte, de que la esperanza es posible y la luz alcanzable.
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Todos sabemos de la identidad y de los avatares de Ana Frank, pero si les digo, así de pronto, el nombre de Edith Stein, es posible no les diga nada.
Seguramente algunos podrían intuir, a la vista de su apellido, que estamos hablando, también, de alguien de origen hebreo, y estarían en lo cierto. Sin embargo, a pesar de lo poco popular que nos resulta su nombre, esta persona, posiblemente, es una de las personalidades más interesantes e impactantes de todo el siglo XX.
Pionera, en muchas reivindicaciones y cometidos, intelectual de talla, brillante pensadora y sobretodo con un valor añadido crucial que hace mucho más grande su figura; pero eso ya lo iremos desgranando en el transcurso del artículo.
Obviemos, por fín la adivinanza y vayamos al grano.
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Edith Stein nació en la ciudad Wrocław (Polonia) el 12 de octubre, del año 1891. Fue la menor de 11 hijos.
Estudió germanística e historia en la Universidad de Breslau y filosofía y fenomenología en la Universidad de Gotinga.
En 1914 estalla la primera Guerra Mundial y Edith ejerce de enfermera de la Cruz Roja.
En 1916 obtiene el doctorado en la Universidad de Friburgo.
El domingo 15 de abril de 1934 tomó los hábitos y se hace religiosa.
En 1941, Las escuadras nazis de las SS la deportaron al campo de concentración de Amersfort, y de ahí al de Auschwitz.
El 9 de agosto de 1942, es gasificada, muriendo en los recintos de ese último campo de exterminio. Su cuerpo sin vida fue calcinado y sus cenizas fueron arrojadas a un campo cercano.
Fue beatificada por Juan Pablo II en Colonia, el 1 de mayo de 1987, y proclamada Santa por el mismo pontífice, el 11 de octubre de 1998, en Roma.
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Esta es su breve reseña biográfica, sin embargo, sería imposible resumir una vida tan rica en tantos aspectos, en sólo cuatro líneas.
La joven Edith, destacó muy temprana edad por sus dotes intelectuales, inteligente, dinámica, desde muy joven iniciada en intereses culturales.
Fue pionera en muchas cosas, le apasiona la emancipación femenina, "No hay nada que la mujer no pueda hacer", fue una de las primeras defensoras de los derechos civiles de la mujer y del derecho al voto femenino; y como judía se identificó plenamente con el destino trágico de su pueblo.
Su sed de conocimientos y de intensa búsqueda, revelan el dinamismo del espíritu, que va moldeando a la persona y el carácter de esta gran mujer.
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Sin embargo, en el plano religioso y probablemente por ese afán racionalista, desde muy joven decide libre y conscientemente abandonar toda práctica religiosa y se considera abiertamente atea.
¿Qué tuvo que pasar para que esta mujer de atea confesa llegara a ser Santa de la Iglesia Católica?. ¿Qué provocó un cambio tan radical?.
Pienso que la respuesta está en una unión entre fé y razón, como pocas veces se ha dado.
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Como estudiante siempre ambicionó la verdad, detestó la pereza mental y espiritual, combatió la hipocresía y la mediocridad.
Esa incipiente necesidad religiosa, estaba más que adormecida, apagada. Edith no alcanzó tempranamente la fe, pero vio abrirse ante sí un nuevo ámbito de conocimientos, ante los cuales no podía permanecer insensible.
Según va avanzando en sus conocimientos científicos, paulatinamente se le van derrumbando las barreras de los prejuicios racionales entre los que había crecido sin saberlo. Ella misma dijo: "El mundo de la fe se me abría de improviso".
Pienso que fue ciertamente determinante en su cambio, el trabajo como enfermera durante la primera contienda mundial. En 1916, el hospital donde servía fue cerrado y Edith reanudó sus estudios filosóficos, pero Edith volvió a la filosofía con una nueva actitud: "¡No la ciencia, sino la dedicación a la vida tiene la última palabra!". Era el germen.
Donde por fín encuentra la respuesta que da el giro definitivo a su vida, fue cierta noche en la que cae en sus manos “El libro de la Vida” de Santa Teresa de Jesús; se la lee de un tirón, en una sola noche. Cuando amanece, también sale para Edith un nuevo sol. "Yo me puse a leerlo y de golpe quedé cautivada y no me detuve hasta el final. Cuando cerré el libro, me dije: aquí está la verdad". La lectura nocturna borraba la distancia de tiempo y espacio que mediaba entre las dos mujeres, filósofa alemana la una, mística española la otra, judías ambas. Un grandísimo encuentro en una noche milagrosa.
La empatía espiritual y humana con la gran mística del siglo XVI abrió las fuentes profundas de las fuerzas que habían dirigido su búsqueda incansable. El misterio de la vida de una tocó el misterio de vida de la otra y selló a ambas para siempre. Para Edith la consecuencia fue su inmediato bautismo y la entrada en el Carmelo.
Con el aumento de la persecución nazi, ya abandonada en Dios, aceptó la prueba con sufrimiento sereno, profundamente tranquila. Era consciente de que aquello no era sino un paso más de su camino, era precisamente la cruz, la experiencia que estaba viviendo bajo la amenaza nazi, "cuanto más perfecta sea dicha crucifixión, activa o pasiva, más intensa resultará la participación en la vida divina."
El denominador común de su vida fue su pasión por la verdad, además de una vida siempre auténtica y generosa, tanto cuando era creyente, como cuando estaba alejada de la fé. Una vez convertida, siguió por los mismos derroteros, aceptando su experiencia de vida, como ‘saber de la realidad’, que es "el modo más completo, adecuado, totalizador a través del cual el sujeto llega al saber y por tanto alcanza en lo real la Verdad". Así, nos encontramos frente a una perspectiva religiosa y a un estilo de vida de alta tensión espiritual.
Quien busca encuentra, la fidelidad a sí misma desde la verdad lleva a Edith a confrontar sus valores y a descubrir, a través de la Santa de Ávila, al Cristo que plenifica lo más hondo del ser humano.
.
La gracia de Dios hace jugadas sorprendentes, Dios se hace encontradizo y se mete en los vaivenes de nuestra existencia; nos reclama desde lo más hondo y nos invita a asumir la vida con él. Eso hizo Edith y su vida empezó a ser cada vez más de Cristo y El la transformó totalmente.
Al final de su vida terrena obtuvo el privilegio de sellar con sangre los principios sobre los cuales había fundado su experiencia cristiana.
Su mensaje permanece como un grito de libertad y de resurrección entregado a la historia, a las mujeres y a los hombres de todas las épocas.
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Su espiritualidad se manifiesta, sobre todo, en sus maravillosos y profundos escritos, concluyo, con cuatro frases puntuales entresacadas de alguna de sus obras, que expresan claramente su mensaje y confirman todo lo que hemos comentado:
.
- Que procuremos vivir con intensidad la sinceridad y honradez
- Que estemos dispuestos a oír la voz del Señor aunque haga cambiar nuestra vida.
- Que nos enamoremos de la cruz como medio de salvación.
- Que seamos fieles hasta el final aunque sea con el martirio.
Judía, filósofa, monja y mártir. La hermana Teresa Benedicta de la Cruz de la Orden del Carmelo (Edith Stein), subió a los altares el 11 de Octubre de 1998 en la Basílica de San Pedro. La Iglesia Universal celebra su fiesta, el 9 de Agosto.El mismo Papa Juan Pablo, la declaró co-patrona de Europa; que ella nos ayude a buscar la verdad y a luchar con su mismo ahínco y dedicación por las raíces cristianas de este gran continente perdido.
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Para saber más:
Para saber más:
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12 comentarios:
Siempre había pensado escribir algo sobre Edith Stein, pero me daba miedo abordar el tema porque me parecía largo y profundo, Ahora me alegro porque es mejor leerte a tí que escribirlo. COmpleto y perfecto.
También es esperanzador lo del japonés. Estoy convencida que estos ejemplos tienen que cundir. No es posible que Dios nos deje sólos con lo que tenemos alrededor. Hacen faltan personas que nos conduzcan de cerca.
Un beso
Me ha encantado el post.
Me ha encantado la entrada. Conozco bastante la historia de Edith Stein,tengo una amiga judía con la que hablo mucho del tema.!Como te trabajas las entradas!
Antes de ver el link de minuto digital, pensaba que Egipto tenía representación en el Parlamento Europeo. Luego he visto que se presenta por ITalia Magdi Allam.
Espero que la nueva hornada de parlamentarios sirva para algo.
Por cierto, un post muy interesante. La historia de Stein me sonaba de haberlo leido en prensa hace un par de años. Muy interesante el post. Te felicito.
un abrazo,
Desconocía por completo esta historia, una vez más me voy de tu blog con más conocimientos.
Saludos
Gracias Arcendo, no tenía la menor idea.
Y es curioso que leyera a Santa Teresa.
Mira, venía a tu casa riendome de "El guateque", y me voy sonriendo, pues me encanta saber de mujeres que valen la pena. De hombres tambien, pero una tira a las suyas ;)
Que bien cuentas las historias. Y cuanta razón llevas con lo que dices.Ojalá tuvieramos por aquí al señor periodista egipcio.
Y es que Europa es cristiana, y quieren que perdamos nuestras raices. Recuerdo al Dalai Lama, que en Barcelona dijo algo así.
Besos.
Muy oportuno traer hoy esta entrada y hablarnos de Edith Estein, ha sidi todo un acierto.
Vamos a encomendar para que Europa vuelva a sus raices y todos podamos vivir más cerca de Dios.
UN ABRAZO
MUy lindo, quede admirado con el post que realisastes.
Sin palabras, todo un ejemplo.
Oohhhh IMPRESIONANTE la vida de esta mujer.
Después de su conversión escribió cosas increíbles, de una trascendencia bestial.
Qué artículo más alucinante Arcen, ojalá todos pudieran leerlo.
Gracias.
Un beso grande.
que majo Magdi. los conversos dan unas lecciones....
Querido Arcendo:
Es interesantísima la vida y obra de Edith Stein la que, a decir verdad, desconocía y la cuentas de manera tan documentada y amena que aún hace más interesante leerla en tu post. Gracias por instruirnos.
Un abrazo.
Querido Arcendo:me alegro muchísimo de que hables de esta mujer tan inteligente,que estudió con los mejores filósofos de su época y supo ver la luz a traves de otra gran mujer,nuestra Santa Teresa.Yo había leído algunos escritos,sobre todo correspondecia de ella con su hermana,también carmelita,creo que se llamaba Rosa.Lo que más admiraba era la entereza que demostró en los últimos días de su vida,ayudando e iluminando a los que la rodeaban, pero hay un blog,al que animo a todos a visitar y es de una argentina enamorada dela espiritualidad carmelitana, el blog es http://wwwdelamanodeteresadejesus.blogspot.com, visítalo y te encantará. Ella me ha hecho aprender y admirar más, si cabe, a esta gran santa.
Me entusiasma la idea de un partido católico,y que lo quiera fundar un converso creo que es un signo de nuestros tiempos:por más que se empeñen no pueden ocultar la importancia del cristianismo en Europa. Hay que apoyarle de alguna forma. Besos y bendiciones a todos.
Estupendo artículo Arcendo, me ha encantado.
Saludos.
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