martes, 20 de enero de 2009

CRISPACIÓN CONTRA LIBERTAD


En estos tiempos de crisis, y no hablo de la cuestión puramente económica, todo se confunde.
Estos días pasados, y con todo el follón que tenemos en nuestra piel de toro, nos hemos hartado de ver a gente vociferante en la calles, pañuelito palestino en ristre, crispando el ambiente con la pancarta antisemita en una mano y una piedra en la otra.
Es de lógica pensar, al ver estas manifestaciones de “pacíficos” ciudadanos que el talante y la tolerancia lo tienen de boquilla, máxime cuando, a la primera de cambio, arremeten violentamente y sin argumentos, crucificando a los que pensamos y decimos lo contrario, en otra manifestación y en ejercicio de nuestras libertades y de nuestros derechos.
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Lo que ocurre en este Santo país es que todos nos creemos con derechos y con libertades para pisotear al contrario, cuando no matarlo, si llega el caso.
Los laicos se ven con derechos para despreciar, cuando no mofarse o insultar a los creyentes.
Los jóvenes se creen con derechos para negar la autoridad paterna o escolar.
Incluso algunas madres en potencia se otorgan el derecho a “quitarse” la preocupación de un hijo en curso, porque si no se les estropea su vida.
Y así, suma y sigue. Todos tienen derechos, pero unos más que otros. Porque ¡ay! del que negare estos “derechos” a cualquiera de estos colectivos anteriores; en esta España zapatera, ese pobre incauto, será tachado de inmovilista, retrogrado, opresor y facha para el resto de su vida.
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Así pues, parece ser que la libertad es la capacidad de decidir lo que se desea hacer, y de hacer lo que nos venga en gana. Por lo tanto, todo aquello que intente evitar que hagamos lo que deseamos hacer es “falta de libertad”.
Pero… vamos a pensar, si quiera un poquitín, ¿y si la libertad que yo deseo tener, atenta contra la libertad de otras personas?. ¿Debo seguir libremente adelante o debo reflexionar en cómo evitar atentar contra la libertad ajena?. Ese es el quiz de la cuestión.
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La libertad es un bien, más que una posesión personal, es un bien para todos por igual. De modo que no se atenta contra la “propia libertad” al actuar en bien de los demás sino que, por el contrario, se ejerce en plenitud la esencia de la libertad.
Ser verdaderamente tolerante, respetuoso, interesado por el otro y amoroso, es el mejor ejercicio de libertad que podemos hacer, en tanto que pasar por sobre los demás, escudándonos en “nuestros derechos”, es la forma más clara del exceso en la aplicación de nuestros derechos, y para nada se puede parecer a la esencia de la libertad.
Ninguna circunstancia propia o ajena justifica la amargura de una vida.
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Nada se gana por la fuerza; sino entendiendo y usando bien nuestra libertad.
Un buen comienzo sería pensar que, si se ha de levantar la voz, sea para alabar al otro.
Si hemos de apretar los puños, que sea así, para orar.
Si hacemos una exigencia, empecemos por hacerlo acerca de nosotros mismos.
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De otra manera, si no empezamos TODOS a pensar así, prostituiremos el concepto de libertad verdadera y volveremos peligrosamente a la vieja dialéctica de los puños y las pistolas y a una espiral de violencia entre hermanos de la que es muy difícil escapar; y esto... lamentablemente, no es retórica, ni catastrofismo, basta ver, como ejemplo, la brutal violencia verbal en casi todos los foros de la red (incluso los deportivos), ¡es de asustar...!.

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2 comentarios:

Mª Ángeles Cantalapiedra dijo...

palabras para pensar... gracias

Guerrera de la LUZ dijo...

La gente se piensa que libertad es hacer cada uno lo que le de la gana.

Y así nos va. Porque la verdadera libertad radica en poder escoger el bien, esq están perdidos los conceptos y las nociones, he ahí nuestra lucha: recuperarlos y custodiarlos.

Besos, wapísimo. Gracias.

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