POR LA VIDA -UNA VEZ MÁS-

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Con el fín de evitar malos entendidos con alguien a quien quiero mucho, me apresuro a tapar con este otro post, el anterior.
El primero de este martes, ni quiero, ni lo puedo borrar; primero porque lo hice con el alma y segundo porque eliminar los comentarios que amablemente han dejado mis amig@s me parecería ingratitud. Por eso soy incapaz de hacerlo. Sin embargo, en este, tocaré un tema tan candente y tan preocupante, que por su importancia, sé que, de algún modo, acallará aquel, que es lo que en estos momentos deseo.
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El asunto elegido no es otro que la defensa incondicional de la vida desde su inicio hasta su fín, cuando Dios quiera. Sé que es reiterativo en este blog, pero nunca está demás, reafirmar ese derecho sagrado que por imperativo de humanidad debemos defender prioritariamente.
Además, este caso, no me voy a limitar a repetir todos los argumentos que nos animan a participar activamente en esta batalla crucial; sino que trataré de aportar nuevos enfoques.

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Hace ya casi dos décadas, el filósofo Julián Marías advertía: “Lo más grave que ha sucedido en el siglo XX es la aceptación social del aborto provocado”, sin embargo, en estos momentos, si cabe, es todavía mucho peor; ahora esta lacra, está amparada, hasta límites inconcebibles antes, por las leyes vigentes y además promovida desde las más altas instituciones.
Es obvio, que un asunto de este calibre, por su importancia, no es algo trivial; por lo tanto no debería ser tratado, ni despachado con la decisión de unos pocos (por muy expertos que sean); sino que exige por su gravedad, un debate reflexivo serio en el que debería primar ante todo, la búsqueda de los valores morales (el primero, la defensa de la vida) y el estudio concienzudo de las repercusiones personales y sociales, que una conclusión en falso pueda conllevar.
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El problema de facto, está en la desinformación de la sociedad, impulsada por este desgobierno, y secundada por los medios afines, verdaderos agentes y cómplices de esta intoxicación de la verdad.
Esa manipulación ha consistido, basicamente en la “trivialización” y en la “omisión de lo esencial”, porque lo que en realidad interesa y se está imponiendo a pasos agigantados, es la implantación de un “nuevo desorden mundial”, sembrado precisamente a través de muchos medios culpables, mediante un estudiado proceso de alteración de los significados fundamentales de la condición humana, la libertad, el derecho, la familia y por supuesto la vida.
Lo que está ocurriendo hoy, equivale sin paliativos a una revolución cultural que pretende hacer tabla rasa de los auténticos valores humanos; así más que una revolución en aras de un progreso ficticio, es una involución en toda regla.
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Para los artífices, de esta conspiración contra el ser humano, la implantación de las leyes abortistas, son solo un paso necesario, que hoy, en España ya han dado, con fuerza.
Probablemente todo empezó por enfrentar a hombre y mujer como enemigos acérrimos, a través del divorcio. Los demás logros “sociales”: la píldora anticonceptiva, la del día después, la aceptación de los matrimonios del mismo sexo; son escalones que han ido subiendo (o bajando) para lograr paulatinamente lo que hoy han conseguido. La vida, si es molesta, no tiene ninguna importancia y por lo tanto es “legítimo” eliminarla.
Las consecuencias sin embargo, de todos esos “logros sociales” son terribles, Estadísticamente hablando, ¿No es verdad que en la actualidad hay más depresiones, violencia de genero, infidelidades, engaños etc., etc., etc., que antes de la aceptación de todas estas aberraciones contra natura?. Lo cierto es que, en los últimos años, todos esos males han aumentado exponencialmente en estas sociedades tan “avanzadas”.
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Así que, ¿Qué podemos esperar, más de esta nueva absurda Ley, que además de permitir el aborto libre, se enfrenta de plano, con la autoridad paterna de la abortista menor de edad? Las expectativas no son nada buenas.
Lo que debe quedarnos claro es que cuando una ley solo va a portar perjuicio y además es injusta, es prioritario que no se siga. Nunca una ley injusta puede convertir en “derecho” lo que es un delito, recordaba con firmeza el Papa Juan Pablo II, ilustremos el tema con un ejemplo:
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Cuentan que, en tiempos del Imperio romano, se encontraron dos amigos y esta fue su conversación;
-¿Qué te ocurre?, te veo preocupado.
-Es que tengo un esclavo que no obedece. Hace lo que le da la gana. Ayer se atrevió a levantarme la voz.
-Pero, ¿qué clase de hombre eres? Tienes la ley de tu parte. Si te falta al respeto, no lo dudes: ¡mátalo!.

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Bueno pues, después de tanto tiempo, las cosas no han mejorado nada en este siglo XXI.
Por eso, no será difícil extrapolar aquel diálogo y traerlo a nuestros días:

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- ¿Por qué estás agobiada ante este embarazo? No seas tonta, tienes la ley de tu parte. Ve a abortar”.
Como si una ley bastase para que el aborto dejase de ser un crimen.

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Cuando todo se confunde, cuando la injusticia se convierte en ley, empezamos a vivir en un mundo desquiciado.
No hay mayor enemigo de la libertad que aquellos que odian el orden natural y la creación de Dios. Esta sociedad está empobrecida en todos los sentidos, pero principalmente en lo referente a la dignidad humana. Como recordaba la Madre Teresa.
“El aborto empobrece a la gente desde el punto de vista espiritual; es la peor pobreza y la más difícil de superar”.
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Así este post tiene difícil término optimista, pero aún así, me quedo con otra frase de Madre Teresa, que nos alienta y nos recuerda que no estamos solos:

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“Dios nos dice: "Aunque una madre pueda olvidarse de su hijo, yo no me olvidaré de ti. Te he esculpido en la palma de mi mano." Nosotros estamos esculpidos en la palma de Su mano. El niño que todavía no ha nacido ha sido esculpido en la mano de Dios desde su concepción, y ha sido llamado por Dios a amar y ser amado, no sólo ahora, en esta vida, sino para siempre, en la eternidad. Dios no se olvida nunca de nosotros”.

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Como Salvar Una Vida (How To Save A Life)- The Fray.

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