LA MUERTE, POR FIN, HA MUERTO.

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Después de todo lo que ha pasado, a pesar de todo lo que hemos hecho, la LUZ se ha impuesto a la negrura de la desesperanza.
Se han detenido los tiempos…, el que estaba Muerto se alza, siglos y hombres se levantan con El…su palabra, su verbo es ETERNO, El es la Palabra y atónita la muerte se retira…, el Triunfo de la Vida es para siempre.
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Resucitó, sí, pero hizo mucho más que eso…; para muchos resucitar sería, simplemente volver a la vida, a la misma vida que tenía, que teníamos …, reanudar lo que la muerte interrumpió, como cuando se vuelve a casa después de un largo viaje…
En este “pobre” sentido, en realidad, el resucitado no tiene una NUEVA vida, sino que se le dá una segunda oportunidad…¡como a Lázaro!; pero eso sería continuar atado a la fugacidad, al tiempo…seguiría siendo MORTAL.
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Pero el hizo mucho más…, porque aún siendo esta resurrección un enorme milagro, no resuelve los problemas humanos…EN NADA. Esta NO sería una victoria sobre la muerte, sino un paréntesis, un atraso de sus inexorables efectos.
Cuando hablamos de SU Resurrección, estamos hablando de un escalón, infinitamente SUPERIOR. El que es, no da un paso atrás… da un enorme salto hacía arriba y hacia delante.
No es que regrese a la vida de antes…, penetra de lleno en LA ETERNIDAD; no reingresa en el tiempo, entra allá donde NO HAY TIEMPO..
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Si aquella primera resurrección (la de Lázaro) fue un milagro, esta es UN MISTERIO.
Jesús, tras su resurrección NO VUELVE A ESTAR VIVO, sino que se convierte en EL VIVIENTE, “¿porque buscáis entre los muerto al que vive?”…al que YA NO PUEDE MORIR.
Su Resurrección NO APORTA un trozo más a la vida humana, descubre, nos desvela UNA NUEVA VIDA, que ya no tiene límites en la muerte.
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Esta es nuestra gran apuesta, en este tiempo de vida, nos jugamos, NADA MENOS, que la Resurrección de CRISTO mismo.
Dice San Pablo: Si El no resucitó somos los más desgraciados de los hombres, Pero si El resucitó, ser hombre es la cosa más exaltante que puede existir.
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En esta hora de Esperanza y alegría, también queremos estar cerca de la Madre que se nos dió a los pies de la Cruz, y alegrarnos con Ella, y decirle ... muy alto:
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¡Regina Caeli, laetare, Alleluia!.

¡¡FELIZ PASCUA HERMANO/AS!!

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