CONTAGÍA LA ALEGRÍA!!

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«Estad siempre alegres en el Señor... El Señor está cerca» (Filipenses 4, 4-5).
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Según los Hechos de los Apóstoles (Hch 2,46), había una característica común, entre los cristianos que llamaba muy poderosamente la atención: "La alegría de los creyentes".
Posiblemente para un pagano hubiera sido difícil comprender aquella alegría de esos “locos” de Dios viviendo su fe en catacumbas, predispuestos incluso al martirio en el circo romano. Sin embargo, ellos, que habían conocido la esclavitud del pecado, experimentaron la libertad y la tranquilidad anímica de saberse hijos de Dios.
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Habrá quien piense que el hecho de estar alegres se pueda deber a la sucesión de acontecimientos positivos que van apareciendo en nuestra vida, pero la alegría cristiana es un valor que se construye desde dentro. La verdadera alegría proviene de la entrega, del AMOR y ese solo es su base y fundamento, tanto es así que ni la misma muerte nos preocupa, es más, sin buscarla, la esperamos gozosamente porque significa la felicidad sin fin: “Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero, que muero porque no muero”, decía la Santa de Ávila.

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Desde siempre, los Santos Padres de la Iglesia han llamado a sus hijos a vivir esa alegría en muchas de sus encíclicas y exhortaciones.
El Papa Pablo VI, en su “Exhortación Apostólica Gaudate in Domino", decía:
“La alegría nace siempre de una cierta visión acerca del hombre y de Dios. Si tu ojo está sano todo tu cuerpo será luminoso". Tocamos aquí la dimensión original e inalienable de la persona humana: su vocación a la felicidad pasa siempre por los senderos del conocimiento y del amor, de la contemplación y de la acción” Cuestiones estas, en las que el mismo Papa, volvería a incidir en su encíclica “Gaudium et spes” (Alegría y Esperanza).
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Así mismo, Su Santidad, Benedicto XVI, en la Audiencia General del miércoles 8 de Junio de 2005, comentando el salmo 110, también nos invitaba al optimismo bien enraizado, decía entonces, el Papa:
“Para resumir, decía el Papa, el Salmo nos invita al final a descubrir las muchas cosas buenas que el Señor nos da cada día. Nosotros vemos más fácilmente los aspectos negativos de nuestra vida. El Salmo nos invita a ver también las cosas positivas…”.
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Sí, ¡Acción y positividad!, pero no hemos de caer en el error de confundir esta ALEGRÍA con esa otra "alegría fisiológica" que hoy, entiende el mundo “de animal sano, bien comido y bien bebido, sino otra sobrenatural, que procede de abandonar todo y abandonarte en los brazos amorosos de nuestro Padre-Dios.” (Punto 659 de Camino, San José María Escrivá).
Nosotros, debemos buscar la alegría sobre esa base rocosa, y ser y estar alegres porque la alegría es contagiosa, porque es el punto de partida, porque es el banderín de enganche, porque tenemos y debemos cambiar el mundo, incluso sonriendo, desde el propio dolor.
La alegría es propia de los enamorados, la alegría es el amor disfrutado. La tristeza solo cabe en quien ha perdido la esperanza. Nosotros no podemos perder la capacidad de sorprender y mejorarnos y mejorar todo lo que nos rodea. Hoy es el futuro que creé ayer. Debemos de procurar, EN TODO MOMENTO, que los demás reflejen el Amor que llevamos dentro. De nosotros ¡depende mucho! y nadie, que se llame cristiano, se puede auto excluir:
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Si la nota dijera:
“No es una nota la que hace una música”
…no habría sinfonía.

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Si la palabra dijera:
“No es una palabra la que puede hacer una página”
…no habría libro.

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Si la piedra dijera:
“No es una piedra la que pueda montar una pared”
…no habría casa.

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Si la gota dijera:
“No es una gota la que puede hacer un río”
…no existiría el mar.
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Parafraseando el celebre anuncio de Nike, con Dios "Nothing is impossible": ¡EL AMOR MUEVE MONTAÑAS y en esta empresa no sobra nadie, todos tenemos que arrimar el hombro, porque todos tenemos esa alegre responsabilidad, de ello dependen la permanencia o no de las miles de crisis que existen hoy en el mundo, EMPEZANDO POR LA CRISIS DE LA ALEGRE CONFIANZA EN DIOS.

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Para concluir, pidámosle a Aquella que dijo “Proclama mi alma la grandeza del Señor; se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava», a que nos ayude a estar siempre alegres, como Dios quiere; porque Ella siempre es causa y motivo de toda nuestra Alegría.
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¡Que así sea!

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