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Hay quienes, ante cuestiones que son de pura lógica, por miedo o con intención, prefieren miran para otro lado, tratando de hallar respuestas en fuentes erróneas y ciertamente alejadas de la razón y por supuesto de las enseñanzas del Magisterio de Nuestra Madre, la Iglesia.
Me estoy refiriendo, concretamente, a las controversias, que por nuestra condición de mortales, se suscitan ante, el indiscutible e irremediable hecho de nuestra muerte corporal y lo que ocurre después de la misma.
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Partamos de la base, de la deseable hipótesis de un mundo en el que todos tuviéramos la certeza de la existencia de Dios; pues bien, incluso entre los creyentes, todavía persisten posiciones enfrentadas y confundidas, acerca del significado de la Misericordia divina.
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Existe una corriente, ciertamente dirigida por quienes pretenden desvirtuar los atributos de Dios que se empecina en desarmar la Justicia en aras del Amor de Dios. Dicen estos, "¿Cómo es posible que Dios, que es amor, pueda condenar a una sola de sus critaturas?, Dios no condena, ni castiga, todos seremos salvados. Porque el Amor es superior a la Justicia".
Sin embargo, es precisamente en esa última afirmación, donde se evidencia una notoria contradicción en los términos.
Efectivamente, Dios al ser Dios es Amor, todo en El es AMOR; pero precisamente por serlo, también es Justicia; TODO JUSTICIA, sin menoscabo, ni porcentajes de una virtud sobre otra.
TODO AMOR, TODO JUSTICIA.
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Por eso, llegará el día, ya sea en la segunda vigilia o en la tercera, a cualquier hora, en cualquier momento, en el que Dios nos llamará para rendir cuentas de la herencia que dejó en nuestras manos y nos pedirá a cada uno de nosotros según nuestras circunstancias. Porque Dios no obliga a los hombres a alcanzar su salvación, sino que la ofrece, por su inmensa Misericordia y a través de las gracias que de El recibimos.
La salvación o condenación de nuestra alma inmortal es cosa intimamente nuestra y dependerá en gran medida de cómo hayamos usado del don de la libertad en nuestra vida.
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¿Será justo que se paguen todas las obras buenas de los hombres con la misma moneda, que los abusos, las injusticias y los delitos? ¿Quedarán impunes los delitos de quienes pudieron escapar antes de que los descubrieran; de quienes le quitaron la vida a un hombre honrado por robarle?
Por personalizar un poco más y sin saber el destino final de cada uno, me atrevería a poner el siguiente ejemplo “gráfico”: ¿Será justo que Hitler reciba, en la otra vida, el mismo premio que la Madre Teresa de Calcuta?. Es de lógica, que NO.
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Claro que a mi, me consuela saber que Dios es compasivo, yo mismo necesitaré de su Misericordia, en mi último día; pero entiendo que la justicia es una virtud fundamental que no puede estar ausente de la perfección divina.
La Justicia y la Misericordia de Dios no son opuestas. De hecho, nuestro Creador, perfecto, equilibra las dos cualidades extraordinariamente. Si esto no fuera cierto, el salmista no hubiera podido proclamar, “Justicia y juicio son el cimiento de tu trono; misericordia y verdad van delante de tu rostro” (Salmos 89:14).
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No sabemos cuando vendrá el Señor pero la mejor espera será vivir aceptando las innumerables ocasiones, en las que Dios nos está tendiendo su amorosa mano, porque quiere que TODOS nos salvemos; después a lo mejor será tarde. Porque, que nadie lo dude, luego Él recompensará a cada uno conforme a sus obras.
"Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. NADIE OS ENGAÑE con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia" EFESIOS 5:5-6.
Hay quienes, ante cuestiones que son de pura lógica, por miedo o con intención, prefieren miran para otro lado, tratando de hallar respuestas en fuentes erróneas y ciertamente alejadas de la razón y por supuesto de las enseñanzas del Magisterio de Nuestra Madre, la Iglesia.
Me estoy refiriendo, concretamente, a las controversias, que por nuestra condición de mortales, se suscitan ante, el indiscutible e irremediable hecho de nuestra muerte corporal y lo que ocurre después de la misma.
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Partamos de la base, de la deseable hipótesis de un mundo en el que todos tuviéramos la certeza de la existencia de Dios; pues bien, incluso entre los creyentes, todavía persisten posiciones enfrentadas y confundidas, acerca del significado de la Misericordia divina.
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Existe una corriente, ciertamente dirigida por quienes pretenden desvirtuar los atributos de Dios que se empecina en desarmar la Justicia en aras del Amor de Dios. Dicen estos, "¿Cómo es posible que Dios, que es amor, pueda condenar a una sola de sus critaturas?, Dios no condena, ni castiga, todos seremos salvados. Porque el Amor es superior a la Justicia".
Sin embargo, es precisamente en esa última afirmación, donde se evidencia una notoria contradicción en los términos.
Efectivamente, Dios al ser Dios es Amor, todo en El es AMOR; pero precisamente por serlo, también es Justicia; TODO JUSTICIA, sin menoscabo, ni porcentajes de una virtud sobre otra.
TODO AMOR, TODO JUSTICIA.
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Por eso, llegará el día, ya sea en la segunda vigilia o en la tercera, a cualquier hora, en cualquier momento, en el que Dios nos llamará para rendir cuentas de la herencia que dejó en nuestras manos y nos pedirá a cada uno de nosotros según nuestras circunstancias. Porque Dios no obliga a los hombres a alcanzar su salvación, sino que la ofrece, por su inmensa Misericordia y a través de las gracias que de El recibimos.
La salvación o condenación de nuestra alma inmortal es cosa intimamente nuestra y dependerá en gran medida de cómo hayamos usado del don de la libertad en nuestra vida.
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¿Será justo que se paguen todas las obras buenas de los hombres con la misma moneda, que los abusos, las injusticias y los delitos? ¿Quedarán impunes los delitos de quienes pudieron escapar antes de que los descubrieran; de quienes le quitaron la vida a un hombre honrado por robarle?
Por personalizar un poco más y sin saber el destino final de cada uno, me atrevería a poner el siguiente ejemplo “gráfico”: ¿Será justo que Hitler reciba, en la otra vida, el mismo premio que la Madre Teresa de Calcuta?. Es de lógica, que NO.
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Claro que a mi, me consuela saber que Dios es compasivo, yo mismo necesitaré de su Misericordia, en mi último día; pero entiendo que la justicia es una virtud fundamental que no puede estar ausente de la perfección divina.
La Justicia y la Misericordia de Dios no son opuestas. De hecho, nuestro Creador, perfecto, equilibra las dos cualidades extraordinariamente. Si esto no fuera cierto, el salmista no hubiera podido proclamar, “Justicia y juicio son el cimiento de tu trono; misericordia y verdad van delante de tu rostro” (Salmos 89:14).
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No sabemos cuando vendrá el Señor pero la mejor espera será vivir aceptando las innumerables ocasiones, en las que Dios nos está tendiendo su amorosa mano, porque quiere que TODOS nos salvemos; después a lo mejor será tarde. Porque, que nadie lo dude, luego Él recompensará a cada uno conforme a sus obras.
"Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. NADIE OS ENGAÑE con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia" EFESIOS 5:5-6.
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6 comentarios:
Yo lo veo muy claro, no es Dios quien condena, somos nosotros mismos los que no cumpliendo con la ley de Dios elegimos libremente esa condena.
Y que su Misericordia venga sobre nosotros como esperamos de Él. Su Misericordia para obrar el bien, para arrepentirnos cuando hacemos el mal y sobre todo para que siempre, siempre tengamos nuestra fe y nuestra esperanza puestas en Él.
Gracias, Arcendo, me gustó mucho tu oración, tiene todo lo necesario para fortalecer la esperanza y la fe ciega en su Voluntad.
Besiños especiales
ME ENCANTAN LOS sALMOS, este particularmente: "prolonga tu misericordia...".
Y me encanta verte cada día.
Besiños prolongados
Es que Misericordia y Justicia actúan en tiempos "distintos". Primero viene como Rey de Misericordia y, quien no se acoja a su Misericordia, tendrá que ver al Juez Justo.
El secreto es acoger la Misericordia, que no se impone a nadie, para eso se necesita humildad. Por eso en mi opinión, después del Santo Rosario, la oración más grande que hay y que ya no he dejado jamás es la Coronilla de la Misericordia. Para que todo el mundo se salve, para que todo el mundo pueda acogerse a Su Misericordia a tiempo.
El Amor de Dios es la flor, la Misericordia es el fruto.
Un abrazo cielo, gracias por todo, te contestaré, que estos días no me ha dado tiempo ni a sentarme aquí.
La mayor obra de caridad que podemos hacer por los demás es dar a conocer la Misericordia insondable del Amor de Dios, hay tantísima gente que no la conoce...
Es este un tema muy delicado, porque Dios es Dios y se nos escapa de las manos, nuestra medidas no son las suyas.
Sé que en Dios todo es gracia, y que ésta aun siendo gratuita no es arbitraria. De todos modos el cómo Dios siendo Justo al tiempo será misericordioso, se nos escapa, para nosotros es dificil compaginar estos extremos de una misma realidad; porque El siendo Justo es Misericordioso, no es una cosa y otra, sino todo al tiempo.
No seré yo quien me atreva a decir la suerte que cada quién va correr, "sólo Dios conoce la íntimo del hombre". Y sabiendo que "Tú pagas a cada uno según sus obras", también sé que Jesús dijo en la cruz: "Padre, perdónalos, no saben lo que hacen" ¿no lo sabían?...habían visto sus milagros, escuchado sus palabras de perdón y paz, su mensaje de amor, y sin embargo, Jesús dijo, "no saben lo que hacen", estas palabras a mí me dan mucho que pensar...Con ello no quiero justificar lo injustificable en según qué comportamientos humanos, pero como se lee en otro lugar de la escritura: "Uno sólo es legislador y juez, ¿tú quién eres para juzgar al prójimo?".
A nosotros nos debe bastar dar gracias al Señor por haberle conocido, por haber gastado la vida en su servicio. Esa es ya nuestra paga, la otra por su misericordia, esperamos recibirla también, no por nuestras pobres obras, pues como decía santa Teresita "Todos nuestras obras están manchadas a sus ojos".
Que Dios se apiade de nosotros y de todos los hombres. Sea ésta nuestra oración constante.
Perdón por lo extenso. Espero no haber molestado a nadie con mi reflexión.
Si me dejas, Arcendo, quiero felicitar a María por su reflexión. Me ha emocionado su profunda espiritualidad y quiero decirla que opino lo mismo, aunque no sepa expresarlo tan bien como ella. Nadie puede juzgar a un alma que va al encuentro con Dios porque no sabemos cómo ha sido su último instante. Ni siquiera a los vivos porque el fondo de cada alma solo lo conoce Dios.
un beso para María.
Besiños para ti, Arcendo querido
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