EL RESCATE DE LOS NUESTROS VII. VÁZQUEZ DE MELLA.

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Juan Vázquez de Mella, es uno de los grandes olvidados. Sin embargo Vázquez de Mella fue uno de los más brillantes pensadores españoles de los siglos XIX y XX. Nació en Asturias en 1821 y murió en Madrid en 1928.
Hombre de de elocuente palabra, portentosa memoria y gran capacidad para la oratoria y la política, abrazó la causa del carlismo y escribió importantes obras en las que plasmó su pensamiento católico, entre la que destaca sobre todas, “Filosofía de la Eucaristía”.
Las ideas centrales en su concepto eran la Tradición, la monarquía, la unidad de España a través del regionalismo y del foralismo y la concepción orgánica de la sociedad donde se reclama la soberanía no para el Estado sino para la sociedad a través de sus organizaciones naturales: la familia, el municipio, la región.
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Su coherencia, sus firmes convicciones morales y la oposición de Mella «a los proyectos "antirrelixosos"», principalmente a la masonería, hicieron el eje de toda su vida, tanto política, como social e intelectual. Su defensa de la unidad de España y de la Religión, probablemente son las causas de que hoy no esté de moda.
Sin embargo, por razones de ética y de justicia es necesario recobrar también esta memoria histórica, la de un hombre que sin duda fue un excelente filósofo y seguramente el primer teologo seglar que ha producido España.
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Bien, pues para mi asombro y regocijo, observo en la red que todavía hay alguien que lo recuerda y lo valora. Recojo aquí, integro, el post de Coronel Kurtz de la bitácora: “Desde la roca del grifo”, sobre un texto de Vázquez de Mella.
Ni que decir tiene que, dicho Blog queda desde ahora, recomendado encarecidamente a todos mis lectores. (Ver enlace).
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Dicho post lleva por título “UNA NOCHE FUNERAL SE CIERNA SOBRE LA TIERRA”, y sin duda, hace reflexionar por lo que de profético pueda tener el texto. Juzguen ustedes mismos.
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“Y temo que el día en que se apague una lucecilla que arde en la colina del Vaticano, lanzando melancólicos resplandores sobre la iniquidad de un mundo ingrato; el día en que -cumplida la misión providencial de haber llevado hasta el último límite la misericordia divina para preparar el camino de la justicia- la luz se apague, puede ser que un viento de muerte sacuda la pesada atmósfera que gravita sobre las almas, y que, en el momento en que una turba insensata, acaudillada por los apóstoles de la impiedad, escale los muros del templo para arrancar de la techumbre social la cruz de Cristo, que es y será siempre el pararrayos espiritual contra todas las tempestades de la vida, puede ser que una nube sombría y tormentosa invada los horizontes y los ilumine súbitamente con la centella que rasgue sus entrañas, para que veamos avanzar sobre el suelo, calcinado por la revolución, de esta Europa apóstata y cobarde una ola negra, muy negra, coronada de espumas ensangrentadas, que arrastre, entre sus aguas impuras, astillas de tronos y fragmentos de altares, y que dé comienzo a una noche funeral que se cierna sobre la tierra y parezca interrumpir la historia.”
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Juan Vázquez de Mella y Fanjul.
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Pdta. Es paradójico que la plaza que, aquí en Madrid, lleva el nombre de tan ilustre intelectual, y tan recta persona, sea uno de los puntos de confluencia más concurridos por el colectivo gay y es parada obligada de mofas a los católicos, el día de tan incomprensible orgullo. Es signo de los tiempos que vivimos.

Visto lo visto, solo se me ocurre acabar el post, con las siguientes notas mozartianas. "Señor llamame con los bénditos", como seguramente lo fue, Juan Váquez de Mella y Fanjul, digno propagador de tu mensaje salvífico. Dios le tenga en su gloria.

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