miércoles, 9 de diciembre de 2009

EN LA CONSULTA

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Ayer no me encontraba yo muy “católico”, así que sin pensarlo dos veces, me fui a la consulta a hacerme una revisión, allí, comprendí que efectivamente estaba enfermo y que necesitaba ayuda. El chequeo fue exhaustivo, pero dejad que os cuente.
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Cuando le conté a Mi Doctor, las dolencias, rápidamente me tomó la tensión y vio que estaba bajo de ternura. Acto seguido me tomó la temperatura y el termómetro registró 40º de ansiedad.
Ni que decir tiene que este doctor que te lo mira todo, no podía dejarme ir así; también me hizo un electrocardiograma y el diagnóstico también fue claro, “necesitas varios by pases de amor”, me dijo. Al parecer, mis arterias estaban bloqueadas de egoísmo y no abastecían debidamente a este corazón mío, que de seguir así, hubiera quedado vacío, en un pis pas. ¡Menos mal que lo cogí a tiempo!
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Pero eso no fue todo, este doctor, que es como ningún otro, me detectó cierta cojera. Decía que me impedía caminar al lado de mi hermano y tampoco podía dar un abrazo fraternal, por eso pasé también por trauma y por ortopedia. Al parecer me había fracturado algo, al tropezar el otro día, con la envidia, y eso no podía quedar así.
¡Vaya médico que tengo!
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Así que ya que estaba allí, y el doctor estaba tan dispuesto, le pedí que me mirara también la vista y el oído. En la vista.., me encontró miopía, no podía ver más allá de las cosas negativas de mi prójimo. Y cuando me quejé de sordera, me diagnosticó que había dejado de escuchar su voz cada día.
Es por eso que, tras el chequeo de este buen doctor, que me recibió en su consulta gratuita, prometí que al salir de su clínica tomaría solo los medicamentos naturales que me recetó:
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- Al levantarme, beber un vaso de agradecimiento.
- Al llegar al trabajo, tomar una cucharada de paz.
- Cada hora, ingerir un comprimido de paciencia y un jarabe de humanidad.
- Al llegar a casa, inyectarme una dosis de amor.
- Y antes de acostarme, tomar dos cápsulas de conciencia tranquila

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La despedida de la consulta, también fue como ninguna otra. Lleno de cariño, me dijo: “No te deprimas ni te desesperes ante lo que estás viviendo hoy. Yo sé cómo te sientes. Sigue mis recetas y ven cada vez que lo necesites, estoy abierto para ti, las 24 horas del día, los 365 días del año, SIEMPRE, y no te cobraré NADA."
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A propósito, ¿os he dicho como se llama mi médico?..., Su nombre es Jesús. De su consulta siempre sales como nuevo. ¡Te lo garantizo!
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Pdta. Dedico este post a mis queridos “enfermitos y enfermitas”.
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4 comentarios:

Angelo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
alter-ego dijo...

Arcen,ya me gustaría tener el doctor que tienes.
Saludos.
Tienes un gran espíritu de fe.

Fran dijo...

Yo también voy a ese médico, es fantástico. Tengo revisión diaria.

Una oración para que los enfermitos mejoren y estén pronto por aquí.

Militos dijo...

Leí el post esta mañana, pero la que no estaba nada, nada, pero nada "católica" era yo, incapaz de asimilar tus buenos consejos. Por eso protesté a mi Padre y a mi doctor y casualmente se me aclaró un poco el panorama.
El médico de la tarde me encontró algo mejor y me dio permiso para un corto paseo.
Así que ya ves como el protestar alguna vez también viene bien.

Recordé algo de Santa Teresa que alguien me recordó y lo hice mío.

El post es muy bonito y muy práctico. Gracias por lo que me incumbe la dedicatoria.
Besiños agradecidos por todo.
Tal vez ahora me decida a escribir en el blog.
Besiños para Lohengrin el Cirineo

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