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“Porque soy como el árbol talado que retoño, aún tengo la vida” Miguel Hernández.
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Pienso que hoy más que nunca, es necesario hablar de felicidad.
En este mundo en el que todo parece envilecerse, que todo es una agitación continua, la grandeza es que siempre tenemos algo a lo que agarrarse, y ESE es inmutable.
..
A medida que avanzamos, entre sonrisas hipócritas, y miradas llenas de odio, más nos decepciona la mediocridad, y rápidamente nos damos cuenta de que ya sólo nos quedan, las sólidas y eternas alegrías que nacieron en nuestro corazón de niño, por eso nuestro paso es firme y seguro.
Si en nuestra infancia aprendimos a amar y a darnos; si sabemos del encanto que emerge del cielo, de la luz, del árbol y de la flor, de toda la naturaleza que nos envuelve en perpetua metamorfosis; si miramos todo con un corazón sencillo, humano, sensible, bueno, abierto al querer verdadero, ingenuo como la mañana, entonces, alcanzaremos la meta.
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Las vidas de los hombres, son los árboles del jardín de Dios. La naturaleza es la vida, y es el espectáculo exacto de lo que podemos ser.
Podemos ser frondosos y fructíferos, si regamos bien nuestras raíces, pero también podemos secarnos y podrirnos, si nos olvidamos de ellas.
Cuando ese árbol era joven, pleno de savia, todo era posible. Entonces, solo hubiera bastado, la mínima fuerza de un dedo experto, para enderezar su trayectoria, para orientarle para ayudar a desarrollarse.
Hoy cuesta más, ahora hemos de aceptar incluso las podas, para poder crecer debidamente y hemos aceptarlas con flexibilidad. No se endereza al árbol endurecido.
Hoy nuestro bosque parece seco y los hombres están extenuados por el agobio y la angustia y todo es, porque sus almas han dejado secar sobre ellas, el beso de Dios.
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Pero seamos optimistas, todavía hay esperanza. Si destaca el perfil negro del bosque, es porque sobre el, despunta la luz del claro, que señala el fin del crepúsculo. Y esa certeza es siempre una vocación a la felicidad. Señalemos esa luz, recuperemos la alegría.
“Porque soy como el árbol talado que retoño, aún tengo la vida” Miguel Hernández.
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Pienso que hoy más que nunca, es necesario hablar de felicidad.
En este mundo en el que todo parece envilecerse, que todo es una agitación continua, la grandeza es que siempre tenemos algo a lo que agarrarse, y ESE es inmutable.
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A medida que avanzamos, entre sonrisas hipócritas, y miradas llenas de odio, más nos decepciona la mediocridad, y rápidamente nos damos cuenta de que ya sólo nos quedan, las sólidas y eternas alegrías que nacieron en nuestro corazón de niño, por eso nuestro paso es firme y seguro.
Si en nuestra infancia aprendimos a amar y a darnos; si sabemos del encanto que emerge del cielo, de la luz, del árbol y de la flor, de toda la naturaleza que nos envuelve en perpetua metamorfosis; si miramos todo con un corazón sencillo, humano, sensible, bueno, abierto al querer verdadero, ingenuo como la mañana, entonces, alcanzaremos la meta.
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Las vidas de los hombres, son los árboles del jardín de Dios. La naturaleza es la vida, y es el espectáculo exacto de lo que podemos ser.
Podemos ser frondosos y fructíferos, si regamos bien nuestras raíces, pero también podemos secarnos y podrirnos, si nos olvidamos de ellas.
Cuando ese árbol era joven, pleno de savia, todo era posible. Entonces, solo hubiera bastado, la mínima fuerza de un dedo experto, para enderezar su trayectoria, para orientarle para ayudar a desarrollarse.
Hoy cuesta más, ahora hemos de aceptar incluso las podas, para poder crecer debidamente y hemos aceptarlas con flexibilidad. No se endereza al árbol endurecido.
Hoy nuestro bosque parece seco y los hombres están extenuados por el agobio y la angustia y todo es, porque sus almas han dejado secar sobre ellas, el beso de Dios.
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Pero seamos optimistas, todavía hay esperanza. Si destaca el perfil negro del bosque, es porque sobre el, despunta la luz del claro, que señala el fin del crepúsculo. Y esa certeza es siempre una vocación a la felicidad. Señalemos esa luz, recuperemos la alegría.
Esta Hoja, bien anclada en las raices de su árbol, no cesará en ese propósito, ¿queréis acompañarme en la costosa pero emocionante aventura de ser felices?
* * * * *
3 comentarios:
Nada más ver tu Hoja tan verde y frondosa ya se siente la felicidad de que hablas.
La canción de Conchita, preciosa, no la conocía. Yo quiero ya ese ventanal con vistas al mar, lo quiero...
Ahora me voy pa bajo a ver la carrera de San Pablo que tengo pendiente. Luego vuelvo.
Besiños con vistas al mar.
Bueno veo que los dos estamos hoy ecolgistas. Tú le has dado el aspecto espiritual que tanta contemplación se merece. Y es que en la naturaleza encontramos una buena maestra para entender las cosas. Por erso Jesús recurrió a ella para explicar sus parábolas. Me ha encantado tu reflexión.
Me gusta Miguel Hernandez, su nana de la cebolla es para llorar...ya se sabe que la cebolla escuece ;)
¿Quieres esperanza bella?:
Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna
defendiendo la risa
pluma por pluma.
Por eso yo sigo siendo una niña :)
Besos.
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