viernes, 15 de enero de 2010

UNAS MANOS QUE HABLAN

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Son muchas las obras de arte con motivos religiosos. Y es un hecho que todos los grandes artistas clásicos, han tocado, de una manera u otra, la mística católica. También es innegable que arte y religión muchas veces han ido unidos, lo queramos o no, forma parte de la cultura europea occidental.
De todas esas obras, hay algunas que destacan y conmueven, muy especialmente: Si tuviera que elegir, no sabría por cual decidirme, aunque siempre recalo en los mismos con igual predilección.
En pintura, me hipnotizan Murillo y sus Inmaculadas, Velázquez y su Cristo me conmueve y El descendimiento de Van de Weyden me toca el alma. Cada uno en su estilo siempre encuentro motivos para emocionarme delante de estas grandes obras.
Lo mismo en escultura, en este caso, me gusta mucho toda la imagineria de nuestro Salzillo y sobre todo las grandes obras religiosas de Miguel Angel, desde el poderío del Moisés, pasando por la fuerza del David, hasta la dulzura de la Pietá.
Sin embargo hoy, os quiero traer una obra menos conocida, de un autor magnífico y también, creo que, poco valorado.
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Este artista se llama Stéfano Maderno, por el nombre ya habréis descubierto que era italiano. Maderno fue un escultor de principios del XVII, y su obra se puede englobar en la transición del Alto renacimiento (Manierismo) al Barroco.
Aunque fue autor de varias obras de renombre en su época y bien conocidas por los entendidos en arte, como los bajorrelieves para el Papa Paulo V, algunas figuras decorativas en la Capilla Sixtina de Santa Maria la Mayor y el relieve de Rodolfo II de Hungría; si Maderno es conocido y valorado, sobretodo, es por su impresionante escultura en mármol de Santa Cecilia, que es la obra que hoy quiero presentaros.
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Desde luego si hay una escultura que emociona sobremanera es esta, sobretodo sus manos, porque estas tienen un gran mensaje, un gran significado.
Dicen que Maderno inició sus trabajos gracias a que, el 20 de octubre de 1599, fuera descubierta la tumba de Santa Cecilia, en el interior de la Basílica que hoy, lleva su nombre en el Trastevere.
Al parecer, el cuerpo de la Santa, se halló entero e incorrupto, y fue a partir de ese momento, cuando Maderno fue encargado para reconstruir tanto el altar mayor de la iglesia, como para realizar una escultura en honor a la Santa.
Se cree que, Maderno se basó en el cadáver recién descubierto, de hecho la obra tiene un perfil dramático y una pose rígida, y sin vida. Era la exacta expresión gráfica de aquel cuerpo incorrupto con su postura original.
Por eso, para entender el significado e importancia de dicha postura, hemos de hacer un poco de historia y referenciar brevemente la biografía de Santa Cecilia.
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La Santa patrona de la música, fue una noble romana, que se convirtió al cristianismo, y que posteriormente fue martirizada por su fe entre el año 180 y 230.
Cecilia quedó huérfana desde pequeña, y fue el obispo Urbano quien la instruyó en la fe y posteriormente la bautizaría.
Sus biógrafos siempre hacen mención de la generosidad que Cecilia demostraba con las colas de pobres que se acercaban a la puerta de su casa en la Vía Apia donde siempre había un plato de sopa caliente y unas limosnas para ellos. Sin embargo, lo que más se conoce, es su gran radicalidad en la coherencia de su fe, hasta el punto de formular en temprana edad un voto de castidad que puso bajo la custodia de su Ángel.
Lo quizás pueda sorprender más, hoy en día, es que contrajo matrimonio con Valeriano y que en la misma noche de bodas, después de las capitulaciones matrimoniales, manifestó a su esposo el voto de virginidad que había hecho y lo importante que era respetarlo porque era nada menos que su ángel quien la defendería ante cualquier atropello. Pero lo más insólito del caso es que Valeriano, no se sintió nunca defraudado por tal planteamiento y aceptó dicha condición de buen grado.
De hecho, Valeriano y su hermano Tiburcio son dos conocidos mártires reconocidos por la Iglesia. Ambos, igual que Cecilia, se convirtieron del paganismo a la fe y dieron su vida por ella.
Cecilia, como ya hemos apuntado, fue condenada a muerte, y la sentencia fue por decapitación. Otro hecho impactante, fue que a la hora de la ejecución, los primeros golpes del hacha sobre su cuello no le llegara a hacer daño alguno.
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Así, cuando posteriormente se descubrió el cuerpo y estar tan incomprensiblemente conservado causó enorme impresión, tanto por su fama de milagrera, como por la forma en que se presentaba, que es tal como retrata la famosa escultura de Maderno.
La escultura muestra un cuerpo yacente, con la cabeza envuelta en un lienzo y girada, mostrando el tajo mortal en su cuello, pero el tronco y la cabeza bien unidos.
Pero más que las huellas del martirio, lo que más llama la atención es la curiosa postura de sus manos casi entrelazadas: La derecha con tres dedos extendidos y la izquierda, sólo con el índice.
Esa curiosa disposición es todo un símbolo y afirmación de fé en la unidad divina y en la Trinidad. Un credo gestual absolutamente elocuente.
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Dicho mensaje postural enseña el porqué de su muerte. Al poco de concluir las persecuciones arrianas, muchos olvidaron que multitud de fieles habían sido martirizados por defender la creencia del Dios, Uno y Trino, transmitida por Pedro y Pablo y los primeros Apóstoles.
Cecilia a la hora de su muerte quiso reafirmarse en esta creencia, y demostrar al mundo porqué moría. Y así quedó plasmado en su verdadero cuerpo yacente y también en la escultura de Stefano Maderno.
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Hoy os he traido aquí esta escultura por varios motivos, primero porque me conmueve, también porque me gusta el arte, pero sobretodo porque la creo de máxima actualidad. Ahora, en este siglo XXI, cuando regresa el paganismo y las doctrinas se minimizan y se reducen a meros símbolos sin sentido, pienso que es el momento de recordar que, en otros tiempos hubo personas valientes, de fe firme y convicciones claras, que murieron dando la cara y defendiendo lo que creían de forma ejemplar.
Así en este caso, para mí esas manos de Cecilia, son un clamor, un ejemplo y una llamada… inequívoca. La fé si lo es, no admite tibiezas, ha de ser radical, hasta la muerte, si es necesario.
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6 comentarios:

Militos dijo...

Me quedoimpactada con tus explicaciones. Sólo mirar la escultura, que no conocía, impresiona su realismo a pesar de la frialdad del mármol, pero con todo lo que cuentas se emociona el alma. Si te soy franca no conocía nada de Santa Cecilia, únicamente su patronazgo de la música, pero desde ahora la cuento entre mis devociones. Su vida santa es un ejemplo para fortalecer nuestra fe.

Qué tierno y bonito este post, a pesar de la crueldad de su martirio.
Gracias, Arcendo, ya sabes cómo me gustan tus relatos de arte. Recuerdo perfectamente la descripción que hiciste del Descendimiento de Van de weyden que mencionas. me impresionó.

Besiños, querido hermano de hermanos.
Buenas noches nos dé Dios

Angelo dijo...

Comparto tu gusto por esta estatua. Yo he tenido la suerte de ver la copia que existe en las catacumbas de San Calixto, en el lugar que reposó antes de ser trasladada a la basílica de su nombre. Es preciosa. Lástima que por necesidades de horarios turísticos uno no pueda quedarse contemplando y meditando en ese lugar la hermosura de la imagen.Preciosa.

eligelavida dijo...

Preciosa escultura, no la conocía. Sobre el arte religioso, se me ocurre ahora las cerámicas de los della Robbia, que son una preciosidad. Roma está plagada de ellas en plena calle.

Anónimo dijo...

"La Piedad" de Miguel Angel, para mí, sin duda.
Un saludo

alter-ego dijo...

No cabe duda de que Cecilia fue una mujer extraordinaria en un mundo de hombres.
os deseo un buen fin de semana.

Militos dijo...

Qué bonito el video, no lo había visto hasta ahora y no sabía que era de la Hoja. Es precioso, pues se ve con detalle lo más importante de la escultura.
Felicidades, es un complemento estupendo a lo que cuentas en el post.

De momento, solo besiños.

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