CAMINO DE LA LUZ

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Ya estamos en la tercera de Adviento, ya hemos encendido la tercera velita de nuestra corona… ya faltan solo ¡DIEZ DIAS! Ya huele a Navidad, las calles lucen más y hasta parece que las gentes, se quieren querer más....
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Hay quien dice, que no le gustan estas fiestas…, pero a mi me encantan, a pesar de que sea inevitable que se me escape alguna lagrimilla por los que faltan.
La Navidad anuncia la ESPERANZA para el mundo, proclama el AMOR. Lejos de cualquier tentación sentimentalista…, habrá que reconocer que el Amor es el fundamento y el motor; el AMOR es la fuerza imparable que transforma, que cambia, que mejora, que santifica..
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Por eso.., si uno es cristiano, debe plantearse la celebración de estas fiestas con una alegría inmensa y un ánimo decidido al cambio personal, de forma radical; que es lo que de verdad significa ese grito inequívoco del Bautista: “¡Preparad el camino al Señor!”, que es la llamada principal del Adviento.
Por tanto, conscientes de la oscuridad tan asfixiante que nos rodea, acabaremos convencidos que este año (todos lo son) esa metamorfosis luminosa es más necesaria que nunca; por eso, antes de la Navidad será bueno repasarnos interiormente para hacerle hueco al que viene, en nuestras almas.
Reconocer la realidad ya es un primer paso para empezar a cambiarla, y eso implica admitir lo que se ha hecho mal y lo que ha faltado por hacer. Ese es el cimiento para empezar a construir. A partir de ahí, luego… hay que pedir, solo a AQUEL que nos puede dar lo que no tenemos, lo que necesitamos
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Pedir AMOR. Mucho amor, porque lo necesitamos para querer más a las personas que nos rodean, para hacerlas más felices.
También pedir ALEGRÍA, para trasmitirla a las personas que estén tristes.
Pedir FUERZAS para seguir adelante.
Y Pedir... CAPACIDAD DE SACRIFICIO, para no rendirse, para luchar siempre por lo que es bueno.
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Y luego habrá que actuar y repartir conveniente y coherentemente todo lo que se ha recibido.
Finalizando, advertiré por consiguiente, que todo es una de esas paradojas maravillosas de nuestra fé; precisamente, lo primero que hay que hacer para allanar el camino, es… ¡Pedir!
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Pedir que es rezar y rezar mucho y después actuar. Rezar con convicción, rezar con firmeza, rezar con la valentía en el conocimiento de que muchas cosas de las que pidamos se nos pueden conceder aunque tengan sabor a Cruz.
Sin embargo, nada debemos temer, María y José, humanos como nosotros, nos muestran el camino de Belén, camino de cumplimiento y de sacrificio, pero también, senda de amor, ternura: camino de la gran esperanza, senda que acaba allí… donde nace… LA LUZ DEL MUNDO.

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A continuación, hoy os traigo un vídeo precioso. Este -corto-, toma como referencia la recordada historia de “Marcelino, pan y vino”, para felicitarnos la Navidad.

La última imagen, del niño confortando con su pañuelo a Jesús crucificado además de conmovedora, me parece genial. En pocos sitios he visto asociar, tan convenientemente, la Navidad y la Cruz, por eso, esta idea me parece un acierto enorme: ¡Por la cruz... A LA LUZ!..

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