LA SORPRENDENTE BELLEZA OCULTA DE LA VIDA

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Muchas películas, muchas obras literarias nos insisten en una verdad tan contundente que no somos capaces de asumir. Una de ellas..., aquella versión que Disney hizo de "La Bella y la Bestia", en la que la entrañable Sr. Potts, no paraba de recordarnos a son de vals que -la belleza está en el interior-

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Esta vez quiero hablar -otra vez- de una de esas películas, que hasta ahora me han pasado desapercibidas, que me resistía a ver, que intenté verla dos o tres veces sin lograr que el arranque de la misma me llamara la atención y que por fín, animado por buenos aconsejadores... conseguí acabar, obteniendo el inmerecido premio de la satisfacción completa. La película en cuestión es "El erizo".

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El film está basado en el libro "La elegancia del erizo", que al parecer fue record de ventas, del cual he oído disparidad de críticas, tanto muy positivas, como tremendamente negativas; me temo que en lo que atañe a esta obrita, no hay términos medios.

Unos dicen que es maravillosa y genial y otros que es insufriblemente pedante, he llegado a oír a quien la califica de "filosofía de saldo".

Mi opinión del libro.. es imposible porque no lo he leído, pero si tengo que decir que la película me ha gustado mucho y me ha despertado el interés por leer el libro.

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¿Por qué entonces mi...inicial animadversión ante esta maravilla?

Creo que por culpa de un marketing, a mi modo de ver, absolutamente inadecuado, que consigue lo contrario de lo que pretende: apartar más que atraer.

Si hubiera tenido que escoger verla o no verla, por el trailer promocional, me negaría a perder el tiempo con ella..., en redondo. Ahí lo único que se ve, es una chiquilla, insoportablemente redicha, y más que repelente..., que por otra parte, no encaja con la edulcoradísima estrategia publicitaria en los medios: “Las voces tejen, con un lenguaje melodioso, un cautivador himno a la vida”; así, bajo esas premisas, entre la arrogante petulancia de la niñita y la previsible cursilería de la historia...., habría que ser muy tonto para aguantar tal "ladrillo".

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Pero...., gracias a DIOS, existen los amigos, que te hacen caer del burro y mirar de frente. Porque, precisamente, la belleza innegable de esta película esta en su interior.

Una vez, "aguantada" la primera media hora, el disfrute es total, la decepción no existe.
"... me recuerda a un erizo. Por fuera está cubierta de pinchos, es una auténtica fortaleza. Por dentro es tan refinada como ese animal engañosamente indolente, tremendamente solitario y terriblemente elegante"

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Todo, al igual que en ese famoso juego japonés del go, -al que también alude la película-, todo encaja a la perfección.

"En el ajedrez, se mata para ganar, mientras que lo más bonito del Go, es que para ganar hay que vivir, pero también dejar vivir al adversario"
... "Vida y muerte sólo son consecuencia de una buena o mala construcción. Y lo que cuenta es construir bien"

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La historia es tan sencilla y compleja como la misma vida.

Los personajes están exquisitamente perfilados y las interrelaciones entre ellos se describen con precisión exacta.

Me convence cómo cuenta la historia, cómo muestra el alma de cada personaje, cómo dibuja la diferencia de clases y la cultura.

Me vuelve loco de gozo, poder comprobar con esta película, como se puede hacer también, crítica social, transformando el odio desde la ternura.

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Me encanta la película por elegante, me gustan sus pequeñas dosis de ironía, de ternura, de fino humor y de amor.... del bueno.

Para mí, ese erizo "no pincha" nunca, es siempre conmovedor. Es una historia deliciosa en la que quizás, cuesta entrar..., pero de la que luego, te cuesta mucho salir.

Y lo mejor, probablemente lo mejor..., es la moraleja de ese inesperado final, que pese a lo que pueda parecer, es total y absolutamente esperanzador.

Evidentemente, no voy a descubrir aquí ese desenlace, os animo a que lo hagáis vosotros.

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Os llamo, con esta película, a reconocer la elegancia y la belleza oculta de todos los "hermanos-erizos" que nos vayamos encontrando por las calles de nuestra vida. Porque si mirásemos menos a nuestro ombligo y más con los ojos, -nunca despreciativos-  de Dios, encontraríamos bondades y brillos inesperados, incluso en aquellos...., que alguna vez nos hicieron sentir heridos. ¡Así de sorprendente es la vida!

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