domingo, 18 de marzo de 2012

¡ENSEÑAME A QUERER!

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Querido San José, como padre amoroso que fuiste, quiero fijarme en tí.
Querido San José, como esposo ejemplar, eres mi modelo.

Tu cercanía a Jesús nos familiariza, nos acerca, nos humaniza el misterio. Tus dudas fueron las mismas que tengo yo, tu respuesta decidida quiero que sea la mía.
Tu amor a nuestros amores: Jesús y María, nos enseña que el amor todo lo vence, que es imaginativo, ocurrente, entregado, protector...
Tu nos facilitas la prueba, tu presencia nos alivia, nos acompaña incluso en la sombra y luego finalmente nos ilumina.

Querido San José, mi abuelo y mi madre te tenían gran devoción y afortunadamente "me la pegaron". Ellos siempre te invocaron con cariño, yo hoy me uno a ellos para celebrar tu memoria. Quiero que me ayudes a ser -un poquito- como tú, como padre y como esposo; Que me acerques a Jesús y me enseñes a querer y a quererle, todo eso te pido, hoy, querido y entrañable papaito.

A mis ancestros más queridos me uno también, para pedir tu protección para mí y para los míos, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

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13 comentarios:

Rincon de la Esperanza dijo...

Hermosa entrada!... saludos cordiales desde Paraguay

Ramón en http://nocheoscuradelalma.wordpress.com/ dijo...

De María Valtorta: "Primera lección de trabajo a Jesús, que se sujetó a la regla de la edad.
21 de Marzo de 1944.
Veo aparecer, dulce como un rayo de sol en día lluvioso, a mi Jesús, pequeñuelo de unos cinco años aproximadamente,
todo rubio y todo lindo con un sencillo vestidito azul celeste que le llega hasta la mitad de sus bien contorneados muslos.
Está jugando con la tierra en el pequeño huerto. Está haciendo montoncillos de tierra, y plantando encima ramitas,
como si fueran bosques en miniatura; con piedrecitas marca los senderos. Luego intenta hacer un pequeño lago en la base de
sus minúsculas colinas. Para ello coge un fondo de alguna pieza vieja de loza y lo entierra, hasta el borde; luego lo llena de agua
con una botija que zambulle en un pilón usado como lavadero o para regar el huerto. Pero lo único que consigue es mojarse el
vestido, sobre todo las mangas. El agua se sale del plato desportillado, y, tal vez, rajado, y... el lago se seca.
José ha salido a la puerta y, silencioso, se queda un tiempo mirando todo ese trabajo que está haciendo el Niño, y
sonríe. En efecto, es un espectáculo que hace sonreír de alegría. Luego, para impedir que
Jesús se moje más, le llama. Jesús se vuelve sonriendo, y, viendo a José, corre hacia él con sus bracitos tendidos hacia adelante.
José, con el borde de su indumento corto de trabajo, le seca las manitas llenas de tierra y se las besa. Y comienza un dulce
diálogo entre los dos.
Jesús explica su trabajo y su juego, así como las dificultades que había encontrado para llevarlo a cabo. Quería hacer un
lago como el de Genesaret (por ello supongo que le habían hablado de él o que lo habían llevado a verlo). Quería hacerlo en
pequeño, como entretenimiento. Aquí estaba Tiberíades, allí Magdala, allí Cafarnaúm. Esta era la vía que llevaba, pasando por
Caná, a Nazaret. Quería botar al lago unas barquitas — estas hojas son barcas — e ir a la otra orilla. Pero, el agua se sale...
José observa y se interesa tomándolo todo con seriedad. Luego propone hacer él "mañana" un pequeño lago, no con el
plato desportillado, sino con un pequeño recipiente de madera, bien estucado y empecinado, en el que Jesús podrá botar
verdaderas barquitas de madera que ...

Ramón en http://nocheoscuradelalma.wordpress.com/ dijo...

José le va a enseñar a hacer. Precisamente en este momento le iba a traer unas pequeñas
herramientas de trabajo, adecuadas para Él; para que pudiera aprender, sin mayor esfuerzo, a usarlas.
-¡Así te podré ayudar! - dice Jesús con una sonrisa.
- Así me podrás ayudar, y te harás un hábil carpintero. Ven a verlas.
Y entran en el taller. Y José le muestra un pequeño martillo, una sierra pequeña, unos minúsculos destornilladores, una
garlopa como de juguete; todo ello puesto encima de un banco de carpintero recién hecho: un banco adecuado a la estatura del
pequeño Jesús.
-¿Ves cómo se sierra? Se apoya este pedazo de madera así. Se coge la sierra así, y, con cuidado de no ir a los dedos, se
sierra. Prueba tú...
Y empieza la lección. Y Jesús, rojo del esfuerzo y apretando los labios, sierra con cuidado, y luego alisa la tablita con la
garlopa, y, a pesar de que esté no poco torcida, le parece bonita, y José le alaba y le enseña a trabajar, con paciencia y amor.
María regresa — estaba fuera de casa —, se asoma a la puerta y mira. Ninguno de los dos la ve porque están vueltos de
espaldas. La Madre sonríe al ver el interés con que Jesús usa la garlopa, y el afecto con que José le enseña.
Pero Jesús debe sentir esa sonrisa. Se vuelve. Ve a su Mamá y corre hacia Ella con su tablita medio cepillada y se la
enseña. María observa con admiración y se inclina hacia Jesús para darle un beso. Le pone en orden los ricitos despeinados, le
seca el sudor de su cara acalorada, y, afectuosa, le escucha cuando Jesús le promete que le va a hacer una banquetita para que
trabaje más cómoda.
José, erguido junto al minúsculo banco, apoyada su mano en uno de los lados, mira y sonríe.
He presenciado la primera lección de trabajo a mi Jesús. Y toda la paz de esta Familia santa está en mí.
Dice Jesús:
- Te he confortado, alma mía, con una visión de mi niñez, feliz dentro de su pobreza por haber estado rodeada del
afecto de dos santos mayores cuales el mundo no tiene ninguno.
Se dice que José fue el padre nutricio mío. ¡Cierto es que, si bien no pudo, como hombre, darme la leche con que me
nutrió María, sí se quebrantó a sí mismo trabajando para darme pan y confortación, y tuvo una dulzura de sentimientos de
verdadera madre! De él aprendí — y jamás alumno alguno tuvo un maestro mejor — todo aquello que hace del niño un hombre;
un hombre, además, que ha de ganarse el pan.
Si bien mi inteligencia de Hijo de Dios era perfecta, hay que reflexionar y creer que Yo no quise saltarme sin más la regla
de la edad. Por eso, humillando mi perfección intelectiva de Dios hasta el nivel de una perfección intelectiva humana, me sujeté
a tener como maestro a un hombre, a tener necesidad de un maestro. Y el hecho de haber aprendido con rapidez y buena
voluntad no me quita el mérito de haberme sujetado a un hombre, como tampoco le quita a este hombre justo el de haber sido
él quien nutrió mi pequeña mente con las nociones necesarias para la vida.
Esas gratas horas pasadas al lado de José (quien, como a través de un juego, me puso en condiciones de ser capaz de
trabajar), esas horas, no las olvido ni siquiera ahora que estoy en el Cielo. Y cuando miro a mi padre putativo, veo nuevamente el
huertecito y el humoso taller, y me parece ver a mi Madre asomándose con esa sonrisa suya que hacía de oro el lugar y dichosos
a nosotros.
¡Cuánto deberían las familias aprender de estos esposos perfectos, que se amaron como ningunos otros lo hicieran!
José era la cabeza. Clara e indiscutible era su autoridad familiar; ante ella se plegaba reverente la de la Esposa y Madre
de Dios; a ella se sujetaba el Hijo de Dios. Todo lo que José decidía, bien hecho estaba; sin discusiones, sin obstinaciones, sin
resistencia alguna. Su palabra era nuestra pequeña ley. ¡Y, a pesar de ello, cuánta humildad tuvo! Jamás abusó de su poder,
jamás dictaminó cosa alguna contra todo canon, simplemente por ser el jefe.

Ramón en http://nocheoscuradelalma.wordpress.com/ dijo...

La Esposa era su dulce consejera, y aunque Ella, en
su profunda humildad, se considerase la sierva de su consorte, éste extraía, de su sabiduría de Llena de Gracia, la luz para
conducirse en todo lo que acaecía.
Y Yo así fui creciendo, cual flor protegida por dos vigorosos árboles, entre estos dos amores que se entrelazaban por
encima de mí para protegerme y amarme.
No. Mientras la edad me hizo ignorar el mundo, Yo no sentí nostalgia del Paraíso. Presentes estaban Dios Padre y el
Divino Espíritu, pues María estaba llena de Ellos. Y los ángeles allí moraban, porque nada les hacía alejarse de esa casa. Y hasta
podría decir que uno de ellos se había revestido de carne y era José, alma angélica liberada del peso de la carne, dedicada sólo a
servir a Dios y a su causa y a amarlo como le aman los serafines. ¡Oh, la mirada de José!: pacífica y pura como la de una estrella
ajena a toda concupiscencia terrena. Era nuestro descanso y nuestra fuerza.
Hay muchos que piensan que Yo no sufrí humanamente cuando la muerte apagó esa mirada de santo, esa mirada
celadora presente en nuestra casa. Si bien, siendo Dios — y, como tal, conociendo la feliz ventura de José — no me apenó su
partida (que tras breve estancia en el Limbo le había de abrir el Cielo), como Hombre sí lloré en esa casa privada de su amorosa
presencia. Lloré por el amigo desaparecido. ¿Y es que, acaso, no debía haber llorado por este santo mío, en cuyo pecho, de
pequeño, yo había dormido, y del cual había recibido amor durante tantos años?
Finalmente, pongo ante la consideración de los padres cómo sin contar con una erudición pedagógica José supo hacer
de mí un hábil artesano. Apenas llegado Yo a la edad que me permitía manejar las herramientas, no dejándome saborear la
ociosidad, me encaminó al trabajo, y se sirvió sobre todo de mi amor por María para estimularme a trabajar: hacer aquellos
objetos que le fueran útiles a Mamá. Y así se inculcaba el debido respeto que todo hijo debería tener hacia su madre, y sobre
este respetuoso y amoroso fulcro apoyaba la formación del futuro carpintero.
¿Dónde están ahora las familias en que a los pequeños se les haga amar el trabajo como medio para realizar algo grato
a los padres? Los hijos, actualmente, son los déspotas de la casa. Se desarrollan indiferentes, duros, mezquinos para con sus
padres, a quienes consideran a su servicio, como si fueran sus esclavos; no los aman, y de ellos reciben a su vez poco amor. En
efecto, al mismo tiempo que hacéis de vuestros hijos unos déspotas caprichosos, os separáis de ellos desentendiéndoos
vergonzosamente.
Padres del siglo veinte (ya veintiuno), vuestros hijos son de todos menos vuestros: son de la nodriza, de la institutriz, del
colegio, si sois ricos; de los compañeros, de la calle, de las escuelas, si sois pobres. No son vuestros. Vosotras, madres, los
generáis, nada más; vosotros, padres hacéis lo mismo. Y, sin embargo, un hijo no es sólo carne; es mente, es corazón, es espíritu.
Creed, pues, que nadie tiene más deber y derecho que un padre y una madre de formar esta mente, este corazón, este espíritu.
La familia existe, debe existir. No hay teoría o progreso alguno que pueda válidamente demoler esta verdad sin
provocar un desastre. Una institución familiar desmoronada sólo puede dar futuros hombres y mujeres cada vez más
depravados, causa a su vez de calamidades crecientes. En verdad os digo que sería preferible que no os casarais más, que no
engendrarais más sobre esta tierra, en lugar de tener estas familias menos unidas que un clan de monos, estas familias que no
son escuela de virtud, de trabajo, de amor, de religión, sino un caos en que todos viven autónomamente, como engranajes
desengranados que al final terminan por romperse.

Ramón en http://nocheoscuradelalma.wordpress.com/ dijo...

Seguid, seguid destruyendo. Ya estáis viendo y sufriendo los frutos de vuestra acción quebrantadora de la forma más
santa de la vida social. Seguid, seguid, si queréis. Pero luego no os quejéis de que este mundo sea cada vez más infernal, morada
de monstruos devoradores de familias y naciones. ¿Así lo queréis? Pues sea así..."
Esto lo decía Jesús en 1944... ¿Qué diría ahora, en 2005, con tantísima corrupción, con tantísimos devaneos y divorcios
en los matrimonios, que ya ni siquiera se casan sino que se juntan como los animales, y encima en uniones brutales de
hombres con hombres y de mujeres con mujeres, queriendo incluso adoptar hijos, en estas uniones abominables (ante los ojos
de Dios) para que éstos vivan la corrupción desde pequeños?..."

MDR dijo...

Que montaje más bonito le hiciste a san José.
Me encantó el vídeo, las recomendaciones de un gran santo.
Y las revelaciones que colgo Ramón.
Que bueno que entre a tu hoja.

Yo también quiero mucho a San José.

Gracias!!
DTB!!

Angelo dijo...

Tu entrada me ha ha hecho pensar en Santa Teresa, creo que ella es la que decía que todo lo que pidamos a San José nos lo obtendrá.
Todos tenemos nuestras devociones y acabamos pidiendo a cada santo algo en particular. Yo sigo pensando que en mi caso la mejor petición que puedo hacerle es la de ser un buen padre, tal como él lo hizo. ¡Cuantas cosas para aprender de él! Tu lo has dicho muy bien: "papaito"
Un abrazo y felicidades por la parte que te toca.

Militos dijo...

Má amor no cabe en un post. Que nuestro San José te bendiga y conceda lo que le pides.

BESIÑOS PACUCHOS

OF/ Perdona la brevedad,pero aún ando febril y gargantosa, me ha dado bien fuerte.

Militos dijo...

ángelo no andas errado con lo de Santa Teresa, ella decía que Nunca San José le había negado nada de lo que le pedía.
Un beso

Querido Arcendo: a pesar de los pesares griposos he escrito un post a todo correr por no obviar a San José. Como soy una aprovechada al final del mismo he copiado tu preciosO banner.
¿Me perdonas?

BESIÑOS por el descaro que tengo.

Militos dijo...

El video no puede ser mejor. Perfecta la descripción que hace el santo Josemaría de San José. Hoy habrá celebrado en el cielo su propio santo con él,menuda fiesta habrán tenido.
Gracias por darme la oportunidad de volver a ver este video.

BESIÑOS festivos

Ramón en http://nocheoscuradelalma.wordpress.com/ dijo...

Militos que te mejores pronto, recuerda ofrecer la gripe por las almas benditas del purgatorio, hay que ayudarlas a salir.

Militos dijo...

Muchas gracias Ramón, siempre dedico los lunes s las almas del Purgatorio, ahora ofreceré, como dices, las molestias de la gripe por ellas, muchas gracias.
Un beso, espero que tú te encuentres bien, querido Ramón

Militos dijo...

Y BESIÑOS PARA TÍ, ME DESPISTÉ, QUERIDO ARCENDO.

BESIÑOS

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