lunes, 31 de marzo de 2008

UNA DURA Y SENTIDA CRÍTICA.

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En los últimos días estamos asistiendo, a través de los medios, a acontecimientos que sorprenden, que no nos han de dejar indiferentes.
La primera de las noticias que quiero comentar, apareció ayer 30 de marzo en “Minuto Digital”; bajo el significativo título “¿El catolicismo en crisis?”, nos informa que según el periódico vaticano ‘L’Osservatore Romano’, por primera vez desde que el cristianismo se convirtió en una religión mayoritaria, el catolicismo ha dejado de ser la que más fieles tiene en el mundo. Ahora es el Islam la religión más profesada en todo el planeta.
Otra de las noticias preocupantes tiene su origen en el Ayuntamiento de la localidad madrileña de Rivas-Vacíamadrid, gobernado por Izquierda Unida. Dicha corporación ha puesto en marcha un servicio gratuito que tramita solicitudes de apostasía en España y aunque desde su puesta en marcha tan sólo se han tramitado poco más del centenar de solicitudes, el hecho en sí, es ciertamente revelador.
El ataque a la fé católica en España promovido, principalmente desde el poder, está dando sus frutos; mientras tanto, los mismos sectores oficiales fomentan la infiltración de otra serie de creencias contrarias que atentan contra las raíces mismas del cristianismo y de la cultura occidental. De hecho, los musulmanes son ya más de 1.130.000 en España. De los cuales unos 33.000 son conversos.
En Europa la escalada islámica es igualmente inquietante. La semana pasada el diputado holandés Geert Wilders lanzó a Internet el documental FITNA (Maldad), en el que alerta a occidente sobre la peligrosa deriva que lleva occidente manteniendo las políticas de tolerancia hacía el Islam. El cortometraje de Wilders, como era de esperar, además de no ser bien acogido, ha sido perseguido y censurado; Europa prefiere cerrar los ojos ante esta amenaza real.
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Mientras tanto, lenta pero inexorablemente, la penetración callada sigue su marcha. “OS CONQUISTAREMOS CON EL VIENTRE DE NUESTRAS MUJERES”, dice el Corán, y así lo están haciendo. Hoy en día, el Islam está invadiendo occidente y quiere que seamos tolerantes con sus costumbres, por violentas que sean; mientras los gobiernos de Europa, la actitud de las democracias europeas ante el Islam (empezando por el Gobierno de España), se apresuran a impulsar alianzas imposibles con ideologías totalitarias, prehistóricas, genocidas, intolerantes y excesivamente crueles, que sólo inspiran sentimientos de odio. Gracias a esta equivocada política de paños calientes se provoca que este desatino que conlleva la destrucción de Europa y de sus valores, se extienda por Europa como una mancha de aceite que va en formación cerrada de combate, hacia la guerra “santa”.

¿COMO se ha llegado a tal tesitura?, la respuesta ha de buscarse principalmente en la pérdida de valores que señalábamos arriba, la misma que ha hecho disminuir el número de católicos en el mundo, como señala el diario vaticano; la misma que hace que muchos bautizados acepten renunciar a su fé gracias a iniciativas como la del Ayuntamiento de Rivas-Vacíamadrid.
Otra lamentable noticia aparecida en MINUTO DIGITAL, y que está intrínsecamente relacionada precisamente con lo que estamos comentando, dice que “Uno de cada cuatro jóvenes se siente ‘poco o nada español`”. La claudicación es absoluta, no sólo en el plano religioso, sino en cualquier ámbito. Viendo el panorama, se vé que las logias han hecho bien su trabajo, destruyendo la reserva de valores que crearon y alimentaron la cultura cristiana occidental.

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Resulta harto sorprendente que exista dilema entre dos posturas totalmente opuestas y que esté triunfando la más perversa, la más perniciosa para el ser humano. Es más, existe un sentimiento generalizado que pretende inundar la opinión pública y es la difusión del bulo malicioso de que todas las religiones son iguales; desde ciertos medios interesa propagar esa homogeneidad, para luego tacharlas a todas de malas, intolerantes y atentatorias contra la libertad humana; pero a nadie se le escapa que el principal punto de mira está en la Iglesia Católica.

Lo que ocurre es que el abismo diferencial es tan importante que choca frontalmente con cualquier atisbo de duda. Si bien, una ideología, la de la Yihad, la ablación y la dilapidación; habla sin piedad de muerte y destrucción del infiel, y promueve torturas, atentados suicidas y sacrificios humanos; el catolicismo sólo enseña perdón, misericordia, amor al prójimo y aunque sea enemigo y además es el mismo Dios el que se sacrifica por su criatura. ¿Cómo puede haber vacilación?.

Repito de nuevo, ¿CÓMO se ha llegado a esto?, pues a mi modo de ver, se ha llegado por un alejamiento de lo básico, y de una relajación espiritual e intelectual, sin precedentes. Sin embargo, el quid de la cuestión radica sobretodo en la pregunta ¿QUIEN o QUIENES son los culpables? Pues aunque sea escandaloso lo que voy a decir, yo creo que la misma Iglesia Católica, sin eludir que todos los que profesamos esa fé, somos Iglesia, es decir todos tenemos parte de responsabilidad, parte de culpa.

NOSTRA CULPA – MEA CULPA.

Desde la jerarquía (principalmente en algunas diócesis), hasta la base, todos hemos renunciado a la misión, hemos condescendido, nos hemos rendido. Hemos perdido el sentido del “misterio”, hemos rebajado las exigencias, hemos depreciado las expectativas. Hemos suprimido el sentido del sacrificio, hemos hecho un cristianismo burgués y facilón, hemos huido de la Cruz doliente y salvadora de nuestro Maestro. Hemos prostituido nuestra fé y con ello, ha perdido el atractivo de la superación personal y de darse a los demás, por amor a Dios.
Nuestro Dios, ya no es una realidad, es sólo un símbolo; la caridad es simplemente un simple ejercicio de filantropía, no un acto de amor. Nuestro Dios ya no es juez, la línea entre el bien y el mal se ha difuminado y todo vale. Nuestras liturgias son celebraciones llenas de ruido, donde el recogimiento no tiene lugar. Los Sacramentos signos visibles de la gracia, están devaluados; olvidamos a menudo que en la comunión está Cristo esperándonos en cuerpo, sangre, alma y divinidad, y se comulga de cualquier manera, incluso en pecado mortal; en muchos de nuestros templos las confesiones son práctica en desuso y los confesores escasos y apresurados. Los sacerdotes, a veces visten y viven como quieren, olvidando así sus obligaciones de pastor permanente de su grey. Y Los fieles, cada vez lo somos menos, no sólo en cantidad, sino también en calidad; condescendemos con modas, usos y doctrinas en muchos casos contrarios a lo que defendemos; hemos perdido los signos y a las costumbres que exteriorizan el respeto a lo Sagrado (las genuflexiones, por ejemplo), y sobretodo casi no rezamos, la relación con nuestro Creador es nula, el rosario es cosa “de viejas” y la misa es para el cumpli-miento dominical (cumplir y mentir). Hemos convertido nuestra fé en una ONG, medio hippy en el que todo tiene cabida.

Alguien dijo alguna vez, que “las crisis de este mundo son crisis de santos”, y estaba en lo cierto. La solución está dentro de nosotros, de cada uno de nosotros, a nivel individual.
La devaluación de la fé es un hecho por la perdida de los principios. Se han perdido las formas y los fondos. La exigencia que supone seguir los pasos del crucificado, no es fácil, “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.” (Mateo 7:13-14), "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame" (Lc 9, 23). Todo lo contrario es una adulteración de la doctrina. La Católica no es una religión beligerante, pero la negación de todo lo que el mundo propone, supone lucha para seguir el Camino, la Verdad y la Vida. Requiere una lucha interior personal constante, en saberse negar a uno mismo; que no es conducta de tontos, sino de valientes, aunque este mundo ego-hedonista diga la contrario. Supone empezar a cambiar el mundo desde un cambio radical en lo personal.

La solución a los problemas que la sociedad actual nos plantea, llega por la vuelta a los orígenes y sobretodo por aceptar la cruz, que es símbolo de suma y de salvación. Al fín y al cabo, Dios es padre y “quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”, pero solicita nuestra colaboración, lo demás lo tendremos por añadidura: “Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre.” (Apocalipsis 3:8).

Pdta./, Para el que quiera verlo, os dejo el enlace del polémico y acertado documental de Wilders, de la página del compañero y amigo “Caballero Zp”.

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3 comentarios:

Oscár dijo...

Ya lo comentaba Vitorio Messori a s.s Juan Pablo Segundo a lo cual su santidad respondia que la fe no es una cosa de números, no es que le restó importancia, sino que s ebasó en una realidad al fin y al cabo es neotestamentaria la cita : cuando vuelva el Señor ¿encontrará fe?.Asi que inclusive tal cosa, cumple con la palabra de Dios, la cual todo pasara mas la palabra no.

Militos dijo...

Vuelvo a intentarlo.
Alguién muy conocido cuando le contaban le contaban algo malo decía: "la culpa la tengo yo". ¿Te suena?, pues yo también lo digo: mea culpa.
Un abrazo desde alicante para todos los conocidos.

Martha Colmenares dijo...

Primero, voy a poner tu enlace de relacionado pues está muy completo.
Y segundo, tan grave pero tan sencillo. La perversidad del socialismo, isquierdismo y todo eso en forma de fundamentalismo con su lenguaje diabólico y nosotros, los cristianos no hemos sabido defenderlo, ni nuestros principios morales, ni creencias. De ahí el libertinaje y todo lo demás, el atractivo de los jóvenes especialmente, promovido por los progres. Hay una degración en el ser humano bárbara, y la otra parte, el islamismo mata, asesina, corta dedos, entierra medio cuerpo de mujeres, y nosotros, tan tranquilos. Además, somos los primeros que le damos la espalda a nuestra iglesia católica.
Un abrazo, Martha
Ah!. Estábamos en sintonía, entonces.

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