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¿No habíamos quedado en que la cultura era patrimonio de la izquierda?. Pues señores y señoras zurdas de sentimiento, hoy, la han cagado ustedes de verde.
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A cualquiera que le interese algo la cultura, a cualquiera que sienta el placer y el gusto por el cine, el arte pictórico o escultórico, la música, el ensayo, la novela, la poesía, las biografías, la historia; a cualquiera sólo, con un mínimo de sensibilidad y respeto por el patrimonio y el acervo cultural universal, hoy le han rechinado los oídos hasta sangrar, y le ha dolido el alma hasta reventar.
Ian Gibson, Paco Ibáñez, Saramago, Bardem (pilarín), Cristina Almeida y unos cuantos más, en un acto de apoyo, ya inútil, al frustrado desenterrador nacional; han puesto las cosas en su sitio. Por la boca le llega la muerte al pez, y a estos que son muy bocazas, la muerte de su pretendida dignidad y de su supuesta honradez intelectual les ha sobrevenido de golpe y porrazo (que es lo que más les gusta).
Cristina Almeida, como portavoz de la “cremme” progrelista, ha pronunciado sentencia contra todos los libros “molestos”…¡a la hoguera con ellos!, ¡Viva la inquisición cultural!.
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La careta se ha caído y ha dejado ver la fea cara de la represión, el odio y la censura.
El progresismo que predican es involución encubierta, una vuelta y revuelta a los peores tiempos del Reich alemán, conocido entre otras cosas por tener esa misma aberrante costumbre. ¿Qué vendrá luego… una re-edición de las tristemente recordadas checas o ya directamente los campos de exterminio?.
Todas estas momias, de la cual la más jovenzuela es la oronda Almeida, son tipos y tipas radicales hasta la médula, terroristas de la palabra, asesinos en potencia y en esencia de los pensamientos disidentes, abertzales ideológicos peligrosos; y en ningún caso representan la comprensión y la ecuanimidad que lleva como sello el buen intelectual, que busca y lucha, y a veces hasta es capaz de morir, por un concepto que ellos ni conocen, ¡la libertad!.
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Lo de hoy ha sido realmente preocupante, en las palabras de Almeida, se han hecho presentes las peores distopías imaginadas. Como el de la famosa obra de Bradbury, Fahrenheit 451, donde el protagonista es un bombero, que curiosamente no apaga fuegos, sino que los provoca quemando libros, en una sociedad tremendamente indeseable; y el de la opresión imaginada por Orwell en su 1984.
Esas distopías (lo contrario de utopías) son fábulas ficticias, didácticas que cobijan grandes moralejas, posiblemente la lección fundamental, radica en enfrentarnos ante esas posibilidades, para aterrarnos y abominar de tales monstruosidades. Sin embargo, siempre se dice que la realidad supera a la ficción, y en este caso parece que hay, más de uno y una, empeñados en provocar mundos tan oscuros e inhumanos como los descritos en estas grandes obras literarias, que hoy, seguramente, si por estos tiranos culturales fuera, también estarían siendo pasto de las llamas.
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Por eso, ese personaje que tanto alardea de talante, debería ver muy bien, con quien anda y quien le apoya; porque todos estos “eruditos” no están ejerciendo de moderados y de tolerantes, sino de brazo armado de sus politiquillas de salón; y ahora que el tipo de la ceja, presume tanto de europeista y amigo de yanquis, son cosas que debería cuidar, y mucho.
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A cualquiera que le interese algo la cultura, a cualquiera que sienta el placer y el gusto por el cine, el arte pictórico o escultórico, la música, el ensayo, la novela, la poesía, las biografías, la historia; a cualquiera sólo, con un mínimo de sensibilidad y respeto por el patrimonio y el acervo cultural universal, hoy le han rechinado los oídos hasta sangrar, y le ha dolido el alma hasta reventar.
Ian Gibson, Paco Ibáñez, Saramago, Bardem (pilarín), Cristina Almeida y unos cuantos más, en un acto de apoyo, ya inútil, al frustrado desenterrador nacional; han puesto las cosas en su sitio. Por la boca le llega la muerte al pez, y a estos que son muy bocazas, la muerte de su pretendida dignidad y de su supuesta honradez intelectual les ha sobrevenido de golpe y porrazo (que es lo que más les gusta).
Cristina Almeida, como portavoz de la “cremme” progrelista, ha pronunciado sentencia contra todos los libros “molestos”…¡a la hoguera con ellos!, ¡Viva la inquisición cultural!.
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La careta se ha caído y ha dejado ver la fea cara de la represión, el odio y la censura.
El progresismo que predican es involución encubierta, una vuelta y revuelta a los peores tiempos del Reich alemán, conocido entre otras cosas por tener esa misma aberrante costumbre. ¿Qué vendrá luego… una re-edición de las tristemente recordadas checas o ya directamente los campos de exterminio?.
Todas estas momias, de la cual la más jovenzuela es la oronda Almeida, son tipos y tipas radicales hasta la médula, terroristas de la palabra, asesinos en potencia y en esencia de los pensamientos disidentes, abertzales ideológicos peligrosos; y en ningún caso representan la comprensión y la ecuanimidad que lleva como sello el buen intelectual, que busca y lucha, y a veces hasta es capaz de morir, por un concepto que ellos ni conocen, ¡la libertad!.
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Lo de hoy ha sido realmente preocupante, en las palabras de Almeida, se han hecho presentes las peores distopías imaginadas. Como el de la famosa obra de Bradbury, Fahrenheit 451, donde el protagonista es un bombero, que curiosamente no apaga fuegos, sino que los provoca quemando libros, en una sociedad tremendamente indeseable; y el de la opresión imaginada por Orwell en su 1984.
Esas distopías (lo contrario de utopías) son fábulas ficticias, didácticas que cobijan grandes moralejas, posiblemente la lección fundamental, radica en enfrentarnos ante esas posibilidades, para aterrarnos y abominar de tales monstruosidades. Sin embargo, siempre se dice que la realidad supera a la ficción, y en este caso parece que hay, más de uno y una, empeñados en provocar mundos tan oscuros e inhumanos como los descritos en estas grandes obras literarias, que hoy, seguramente, si por estos tiranos culturales fuera, también estarían siendo pasto de las llamas.
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Por eso, ese personaje que tanto alardea de talante, debería ver muy bien, con quien anda y quien le apoya; porque todos estos “eruditos” no están ejerciendo de moderados y de tolerantes, sino de brazo armado de sus politiquillas de salón; y ahora que el tipo de la ceja, presume tanto de europeista y amigo de yanquis, son cosas que debería cuidar, y mucho.
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9 comentarios:
Por Dios, esto si que no lo aguanto. Totamente de película de terror soviético.. Sólo falta que vayan también por las casas a quitarnos esos libros.
Esto ya es el desparrame.
Buf, te dejo porque si sigo no voy a poder dormir.
Esta es la cultura zapateril
Un beso con todo mi enfado.
Hasta mañana si Dios quiere
Cristina Almeida resurge... del fuego.
¿Dónde se había metido hasta ahora? Echábamos de menos sus piromanías...
Enlazo tu artículo.
sigo con el mismo enfado que anoche.
¿Qué quiere decir distopía?, nunca había oido esa palabra. Supongo que será una utopía distorsionada ¿No?
¿También eres inventor de palabras ¿o ya existía?, soy un poco inculta.
Un beso
Si alguien de derechas se le ocurre decir que hay que quemar ciertos libros, ¿hasta dónde se oirian sus protestas?
Esto demuestra lo que creen la democracia o cuanto necesitan este tipo de espectáculos para hacerse notar o hacer méritos para que puedan vivir cómodamente como buenos proletarios, entiéndase la ironía.
Lo parte buena de esto, que también la hay, es que ellos mismos se quitan la careta y cualquiera que quiera ver puede comprobar su totalitarismo y su incipiente violencia.
Saludos
¡¡¡Jo, que optimista Caballero ZP!!!
Los que sabemos como son, no necesitamos que se la quiten...porque además, es que son feísimos...mejor con ella, por favor.
Para que esto tuviera algo de positivo y generase un poquito de "nervio", los que les mirasen tendrían también que quitarse las gafas de culo de vaso...por eso de la distorsión...
En fin...Arcen, que esta banda de progres en lugar de quemar libros podían quemar fantasmas, que tienen la casa a reventar y no sé si podrán dormir con tanto ruido de cadenas...por problemas de conciencia, seguro que a pierna suelta...
Un abrazo
Querido Arcendo, aunque amo Extremadura, no todo lo extremeño es bueno y aquí tenemos el caso de mi decepcionante paisana Cristina.
Hablas de rechinar en los oidos, más que ésto. Las palabras de Almeida, lo que han hecho ha sido humedecer mis ojos de unas lágrimás que por el dolor que me produjeron no pude ni llorarlas.
Un abrazo.
querido Arcendo: no es que no me fíe de tí, pero ya sabes que soy una curiosona. En mi diccionario de julio Casares, gordote, gordote, porque la primera parte es de sinónimos, editado en 1951, no viene la palabra distopía.
Busque en la wiki y sí:
Distopía es una utopía perversa, donde la realidad transcurre en términos opuestos a los de una sociedad ideal, es decir: una sociedad opresiva.
Esta palabra fue acuñada como antónimo de utopía.
Así que está clarísimo el empleo que haces de ella en el post.
Comento esto para bochorno mío, no por otra cosa.
Voy a tener que jubilar a Casares, pero me va a costar un millón de lágrimas
Un beso reparador.
Hay que ver cuánto sabes.
Buen post, la izquierda mas radical esta dejando caer el velo de hipocresía que la envuelve. Nunca fueron buenos tiempos para aquellos que opinamos en contra de sus ideas, ejemplos hay muchos durante la historia mas reciente.
La señora Almeida debería leer mas en vez de alimentar su chimenea.
Saludos.
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