“Sed santos porque Dios es santo” (Levítico 19,1-2,11-18)
Dios llama a la santidad, en radicalidad y no solo al sacerdocio y a la vida consagrada; nos llama a todos, sin discriminaciones; no importa el estado o la situación.
Bien es verdad, que Sacerdote solo hay uno: Jesucristo, que se ha ofrecido a Sí mismo como víctima sobre el altar de la cruz para dar toda gloria a Dios y para salvar al mundo.
También es verdad que Jesús, consagró a los apóstoles en la Ultima Cena, y dejó en su Iglesia el Sacramento del Orden, con el cual los Obispos, sucesores de los Apóstoles, imponen las manos y consagran sacerdotes ministros para servicio de la Iglesia.
Pero no es menos verdad, que los laícos, por el Bautismo que hemos recibido y por la Unción del Espíritu Santo, tenemos también un verdadero sacerdocio. Estamos consagrados como sacerdotes y participamos del único sacerdocio de Jesucristo. Por medio de los sacerdotes ministros, ofrecemos a Dios la misma y única Eucaristía. Con la recepción de los Sacramentos, junto con los sacerdotes ministros, ejercemos continuamente nuestro verdadero sacerdocio; y con nuestra vida metida en medio del mundo, y con nuestro testimonio, vamos consagrando el mundo para hacerlo más digno de Dios.
Dios llama a la santidad, en radicalidad y no solo al sacerdocio y a la vida consagrada; nos llama a todos, sin discriminaciones; no importa el estado o la situación.
Bien es verdad, que Sacerdote solo hay uno: Jesucristo, que se ha ofrecido a Sí mismo como víctima sobre el altar de la cruz para dar toda gloria a Dios y para salvar al mundo.
También es verdad que Jesús, consagró a los apóstoles en la Ultima Cena, y dejó en su Iglesia el Sacramento del Orden, con el cual los Obispos, sucesores de los Apóstoles, imponen las manos y consagran sacerdotes ministros para servicio de la Iglesia.
Pero no es menos verdad, que los laícos, por el Bautismo que hemos recibido y por la Unción del Espíritu Santo, tenemos también un verdadero sacerdocio. Estamos consagrados como sacerdotes y participamos del único sacerdocio de Jesucristo. Por medio de los sacerdotes ministros, ofrecemos a Dios la misma y única Eucaristía. Con la recepción de los Sacramentos, junto con los sacerdotes ministros, ejercemos continuamente nuestro verdadero sacerdocio; y con nuestra vida metida en medio del mundo, y con nuestro testimonio, vamos consagrando el mundo para hacerlo más digno de Dios.
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Nuestra labor es propagar nuestra fé como nuevos Apóstoles en este mundo págano.
Nuestra misión es hablar del Amor, para que haya personas predispuestas por nosotros para oír la voz de Cristo y a seguirle, donde el Señor les lleve, donde el Señor quiera que estemos; en las misiones, en las ciudades, en los pueblos. Porque allá donde hay un ser humano tiene sentido Jesucristo, porque Él es el gran don para la humanidad, es el gran DERECHO de la humanidad.
Nuestra labor es propagar nuestra fé como nuevos Apóstoles en este mundo págano.
Nuestra misión es hablar del Amor, para que haya personas predispuestas por nosotros para oír la voz de Cristo y a seguirle, donde el Señor les lleve, donde el Señor quiera que estemos; en las misiones, en las ciudades, en los pueblos. Porque allá donde hay un ser humano tiene sentido Jesucristo, porque Él es el gran don para la humanidad, es el gran DERECHO de la humanidad.
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Para eso, es imprescindible que Dios se haga audible en nosotros y en todos, por mediación nuestra. Necesitamos no tener miedo y actuar con toda la generosidad, diciéndoles: Señor aquí estoy, pídeme lo que quieras. Porque tan misionero es aquel que se va a la selva o aquel que sube a los montes, como el enfermo, por ejemplo, que estando en su casa, sin poderse mover, ofrece su sufrimiento en comunión con toda la Iglesia, por esa verdad de fé tan bella que es la Comunión de los SANTOS, para que precisamente aquellos que tienen que anunciar de palabra a Jesucristo, lo hagan apoyados en la gracia y en el amor de Dios.
Ojalá que todos estemos dispuestos a oír la voz de Cristo y cumplir nuestra labor de sacerdotes y misioneros de Cristo, haya donde estemos.
Para eso, es imprescindible que Dios se haga audible en nosotros y en todos, por mediación nuestra. Necesitamos no tener miedo y actuar con toda la generosidad, diciéndoles: Señor aquí estoy, pídeme lo que quieras. Porque tan misionero es aquel que se va a la selva o aquel que sube a los montes, como el enfermo, por ejemplo, que estando en su casa, sin poderse mover, ofrece su sufrimiento en comunión con toda la Iglesia, por esa verdad de fé tan bella que es la Comunión de los SANTOS, para que precisamente aquellos que tienen que anunciar de palabra a Jesucristo, lo hagan apoyados en la gracia y en el amor de Dios.
Ojalá que todos estemos dispuestos a oír la voz de Cristo y cumplir nuestra labor de sacerdotes y misioneros de Cristo, haya donde estemos.
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Y vuelvo por fín, al tema del post anterior, la alegría, la felicidad. Porque ser felices implica sobretodo dirigir nuestras antenas cristianas hacia ese Dios que no deja de emitir millones de ondas de gracia para todos aquellos que están dispuestos a ofrecer una imagen de ser sus hijos y de pertenecer a El. Nuestra vida, sería todavía un desastre mayor, si no estuviese orientada hacia esa fuente de energía espiritual que es el cielo.
¡Si!, todos tenemos recursos y “madera” para ser santos de verdad. Me gusta eso de “tener madera de santo”, pero no quiero, rechazo querer ser un “santo de madera”, quiero ser santo de carne y hueso, como lo fueron Juan Pablo y Teresa. Aunque lo primero sea más difícil de realizar y mucho más fácil de tallar lo segundo.
Porque ser santo, abrazar la santidad es partir de la base de las dificultades que entraña el anteponer las necesidades de los demás a las propias, y sólo mirando a la cruz se consigue, el truco es dar la vida a los demás, a pequeños o grandes trozos, por amor al Amor.
Aunque no hemos de esperar frutos fáciles, tenemos la gracia y los medios, así que te reto…¿Te apuntas al desafío de Adviento?.
Lo primero, para ser santo es desearlo. Pidamos, pues a la Reina de los Santos que ponga ese deseo en nuestros corazones, para que podamos ser santos sacerdotes y buenos apóstoles de su palabra.
Y vuelvo por fín, al tema del post anterior, la alegría, la felicidad. Porque ser felices implica sobretodo dirigir nuestras antenas cristianas hacia ese Dios que no deja de emitir millones de ondas de gracia para todos aquellos que están dispuestos a ofrecer una imagen de ser sus hijos y de pertenecer a El. Nuestra vida, sería todavía un desastre mayor, si no estuviese orientada hacia esa fuente de energía espiritual que es el cielo.
¡Si!, todos tenemos recursos y “madera” para ser santos de verdad. Me gusta eso de “tener madera de santo”, pero no quiero, rechazo querer ser un “santo de madera”, quiero ser santo de carne y hueso, como lo fueron Juan Pablo y Teresa. Aunque lo primero sea más difícil de realizar y mucho más fácil de tallar lo segundo.
Porque ser santo, abrazar la santidad es partir de la base de las dificultades que entraña el anteponer las necesidades de los demás a las propias, y sólo mirando a la cruz se consigue, el truco es dar la vida a los demás, a pequeños o grandes trozos, por amor al Amor.
Aunque no hemos de esperar frutos fáciles, tenemos la gracia y los medios, así que te reto…¿Te apuntas al desafío de Adviento?.
Lo primero, para ser santo es desearlo. Pidamos, pues a la Reina de los Santos que ponga ese deseo en nuestros corazones, para que podamos ser santos sacerdotes y buenos apóstoles de su palabra.
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9 comentarios:
Querido Arcendo: danos un respiro. Acabo de llegar de mi alegría diaria y ya nos propones otra meta más difícil. Querer ser santos está tirado, pero trabajar en ello ya es otro cantar...sobre todo porque la meta es larga y la constancia complicada, pero en fin siempre queda María, apoyando y acogiendo a los que somos débiles por naturaleza.
Intenso, verdadero y currado post.
Un beso, todavía no es santo aunque sí alegre
En estos dias mi hijo Enzo escribio un post, parecido dijo en el contenido por supuesto que no te llega ni a los talones, pero me conmovio tanto que en esa inocencia de los niños, haya puesto una frase de ayudame a mantenerme con el corazon blanco como el niño Jesus y a no pecar.
Yo creo que no podría serlo, pero que conste que me ha obligado el gobierno.
Saludos
Feliz Navidad, y prospero año.
Un placer ser lector de este blog.
Dios llama a todos.
Solo tenemos que escuchar con el corazon.
Lo dicho un saludo. Feliz Navidad
Javian
http://orgullohispanicohispaneandoespana.blogspot.com/
Militos lo dice; querer ser santo, es una cosa y trabajar para ello y no te digo conseguirlo, es otra. Yo creo que, afortunadamente, Dios hace mucho la vista gorda con nosotros porque sino El Cielo estaría casi vacío.
Un abrazo
Siiiiisisisissiiii Arcen!!!!
El Espíritu Santo te ha cogido en brazos y te está dando una fuerza arrolladora!!!
Este post remueve el alma.
María nos lo está pidiendo y nos lo ha dicho: que somos los apóstoles de los últimos tiempos, tenemos encima una responsabilidad enorme y hay que empezar a dar el 200% por el Señor.
Gracias!! querido.
Aunque yo me veo lejos de la santidad, dicen que el matrimonio es un camino para llegar rápido...la maternidad, otro, aún más rápido...así que, igual consigo algo un día de estos...jajaja.
Yo apuntarme, me apunto...que conste...
Besos
Pues la verdad, es que tanto el tema de "estar alegres" como el de "ser santos" me han encantado.
Se nota que estas viviendo el adviento a tope.
Lo cierto es que nunca olvido esta llamada a la santidad.
A mi me encantó y se me quedo grabado una vez que se lo oí hace muchos años a la madre Teresa.
De momento intento que la voluntad del Señor se cumpla cada día en mi vida. A veces hasta lo consigo.
Gracias,
Un abrazo.
Bueno comentar que tengo conocidos sacerdotes, que dia a dia, trabajan por hacer contra corriente que los jovenes tengan un camino distinto al botellón y a las drogas, eso es ser Santos.
En particular un grupo joven que en mi parroquia no paran de darle vueltas al cerebro, para que los jovenes retomen el camino, y más de uno ya esta pensando en conocer el seminario.
La llamada no es solo a los sacerdotes y religiosas, sino a todos, todos estamos obligados, en participar y apoyar, a estos Religiosos, y futuros seminaristas, ya que son en estos tiempos un punto de apoyo fundamental, ante el ataque mason-satanico que sufrimos.
Ole...y olé.
Un abrazo Javian
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