Las obsesiones nunca son buenas, algunas acaban agravándose hasta derivar en patologías de lo más feas.
Sin embargo, este parece ser el país que alberga más personajes públicos obsesos por Kilómetro cuadrado.
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Gallardón tiene verdadera obcecación por empapelar y arruinar la vida y la carrera de Jiménez Losantos; le tiene tal ojeriza, que si por el primer edil fuera, el buen periodista acabaría en el Tribunal de la Santa Inquisición quemado por brujo radiofónico. Menos mal que esa institución ya no existe y que la sabiduría y ecuanimidad de D. Antonio María Rouco se mantienen firmes e impolutas.
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Otro de los perturbados insistentes, es el ínclito Pepiño Blanco. Su fijación actual, consiste en desacreditar repetidamente (cual lorito real), a Esperanza Aguirre, calificándola de cobardona e irresponsable. El mísero orate, no se dá cuenta de que más que loro, él es gallina de corral. Por muchos cacareos que dé, sus tonterías no empañan una labor valiente y patente de una gran mujer que ha sabido hacer de su comunidad, la envidia de España, con muy pocos recursos, pero con el apoyo mayoritario de todos los madrileños.
¡Habría que haberle visto a él en Bombay!, efectivamente, el no se hubiese marchado tan pronto, estaría todavía debajo de la mesa, como ya lo hicieron, todos los máximos representantes de su partido en aquel recordado 23 de febrero.
¡Por favor, que no le hablen a Esperanza de valentía!, y menos un cagabandurrias como este.
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Seguimos en esta galería de obsesos compulsivos, con otro curioso ejemplar. Cuando un presunto prestigioso miembro de la judicatura, arma el lío padre, para desenterrar las tumbas de los abuelos, sinceramente tendría que hacérselo mirar.
Estas ya son cuestiones muy macabras, que ni por ayudar al desgobierno en su afán de propagar cortinas de humo para desviar la atención, tienen una lógica justificación.
Su afán ya es tan irracional que hasta el mismo ha tenido que cesar su actividad por miedo a ser suspendido de empleo y sueldo, por grave enajenación mental.
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Otro objeto, digno de estudio, es el mal llamado jefe de la oposición. Su empeño por deshacer lo hecho, desmarcarse de lo anterior y de todo lo que sus votantes quieren; también raya en lo enfermizo. Los complejitos son la puerta de entrada a conflictos de personalidad mucho más graves. Hasta el punto de poder llegar a confundir y confundirse en la piel del mismo enemigo, vamos lo del síndrome de Estocolmo, pero a lo bestia.
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Pero la más grave monomanía de todas llega de la mano de este desgobierno y de su jefe de filas, por esquilmar y desfondar, los ya escasísimos ahorros de todos los españoles, en base a impuestos y dádivas, para pagar su crisis, sus nacionalismos y los muchos ministerios, cargos y carguitos de su ejecutivo.
La obsesión es tan intensa que puede llegar el día en se torne se torné contra él mismo, como en este vídeo genial, que he recibido por email. En el se demuestra que, al fínal, la avaricia, para desgracia del avaro, acaba siempre, rompiendo el saco.
Por mi parte tan sólo desear que esto ocurra cuanto antes, por el bien de todos los españoles.
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3 comentarios:
qué bueno el video, genial seguro que Zp caía en la trampa, tanto coger de aquí pa darlo allí.
Lo de Pepiño es tronchante, no puede soportar que Esperanza saliera ilesa. Ya da por pensar que lo organizaron contra ella.
Muy gráfico tu post.
¿Ves como te inventas palabras? ¿lo de las bandurrias está en el diccionario? Me he reído un montón
Un besito
que angustia el video, pero si que está bien reflejado en que acaba la avaricia.
Yo creo que la obsesión forma parte de la actividad política (El poder embriaga más que el dinero... ese si que te deja dentro del todo) luis
Me ha gustdo mucho, me he reido y la moraleja es tremenda de cierta.
Yo creo que todos tenemos pequeñas obsesiones, yo por ejemplo, siempre compruebo el gas, la luz y la puerta de la calle cuando me voy a dormir, y con lo despistado que soy a veces lo hago varias veces por que no me acuerdo de si ya lo he comprobado.
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