SCROGGE EN MADRID

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La ley del Aborto, la decisión por la cual muchos inocentes serán privados del derecho a la vida, para nuestros parlamentarios es puro trámite administrativo. La rubrica de dicha ejecución ya no es de puño y letra, es electrónica; sin embargo estoy seguro de que la huella digital de los que ayer pulsaron el botón del “sí”, ha quedado marcada en la historia de sus vidas.
La huella digital es el instrumento de identificación más eficaz, la huella es personal, única y difícil de borrar. Es una simple marca, pero que para muchos, será un tremendo peso que llevarán consigo siempre.
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Este fín de semana anterior, aprovechando el puente de la Inmaculada tuve la oportunidad de llevar a mi chico al cine. La película escogida fue la nueva versión digitalizada de la obra de Dickens, “Cuento de Navidad”.
La verdad, es que, aunque echo de menos los dibujos de la vieja factoría Disney y recelo un poco de esas digitalizaciones, tenía ganas de verla. Creo haber visto todas las versiones anteriores y tenía la curiosidad de comparar.
Así pues, por mi hijo no conocía esa preciosa historia y por la proximidad de las fiestas navideñas, esa película parecía ser la idónea.
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La película no me defraudó, porque respeta bastante el texto dickensniano, además encontré muchas semejanzas con la que para mí, es una de las mejores adaptaciones, que curiosamente es un musical, dirigida en el año 1970 por Ronald Neame, en el que uno de los papeles protagonistas, el de Marley, lo hacía el siempre eficaz, Alec Guinnes.
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La historia es sobradamente conocida por todos, el protagonista es el avaro prestamista Ebenezer Scrooge. Sin duda, un estereotipo perfecto de infeliz. Un ser amargado y egoísta, que solo mira por sus beneficios y que desprecia a todos los que le rodean.
Sus víctimas en cambio, son personas pobres pero felices, gentes que saben disfrutar de la compañía y de cada momento que la vida les regala.
Sin embargo…, a todo cerdo le llega su San Martín y una víspera de Navidad, fiesta para el abominable, recibe la visita de su socio Jacob Marley, que había muerto años atrás. Marley le cuenta que toda la maldad que hizo en vida, ahora se ha convertido en una larga y pesada cadena que debe arrastrar por toda la eternidad y le anuncia la visita de tres espíritus, que le darán la oportunidad de rectificar, ahora que todavía puede.
Así, sucesivamente los tres espíritus, van haciendo su aparición:

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El del Pasado, que le hace recordar su vida infantil y juvenil, en un pasaje pleno de melancolía y añoranza.
El del Presente, que le hace ver la actual situación, tanto de la familia de su empleado Bob Cratchit y de la enfermedad de su hijo Tim; como la de su propia familia, personificado en el personaje de su sobrino Fred.
Y finalmente el más terrible de todos, el del futuro. Un fantasma mudo y sombrío que le muestra lo más desgarrador: su propio destino, su casa saqueada, la muerte de Tim Cratchit y lo más espantoso: su propia tumba.
Ante tal espanto, Scrooge se horroriza e intenta convencer al espíritu de que está dispuesto a cambiar.
Finalmente, el día de Navidad, Scrooge despierta de su pesadilla y se convierte inmediata y radicalmente en un hombre nuevo, generoso y bueno.
Hace que un chaval compre un gran pavo y lo envía a Cratchit. Sube el sueldo a su empleado. Sale a la calle a saludar alegremente a todos y entra en casa de su sobrino Fred para celebrar con la familia la Navidad.
La obra termina felizmente haciendo memorable la frase final del pequeño Tiny Tim: “Y que Dios nos bendiga a todos”.
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Sin duda, es una obra magnífica, de grandes valores y probablemente muy apropiada para estos tiempos que vivimos.
“Cuento de Navidad” es, con permiso de Frank Capra y su “¡Qué bello es vivir!”, la historia navideña por antonomasia. El merito está en su voluntad de recordar que el mejor negocio es el de la humanidad y eso exige un tratamiento preciso de los personajes para hacer que el lector sienta con ellos, especialmente como Scrooge y sin duda la obra lo consigue.
Las enseñanzas de Cuento de Navidad son muchas, sin embargo yo hoy, a la vista de los más recientes acontecimientos, señalados al principio, solo quisiera extraer algunas conclusiones:
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1º. A pesar de lo que nos quieren imponer, celebrar la Navidad, no son paparruchas.
2º. A pesar de lo que nos digan, la bondad, la generosidad y el temor de Dios es lo que hace al hombre más humano y mejor.
3º. A pesar de que parezca lo contrario, ni el dinero, ni el egoísmo dan la felicidad.
Y 4º. La moraleja principal es que nuestros actos tienen consecuencias, y que nuestro futuro no esta escrito, lo hacemos nosotros, eligiendo el bien o escogiendo deliberadamente el mal.
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La obra de Dickens se publicó, por primera vez en 1838, sin embargo, parece que hoy, la cara del peor Scrooge, asoma de nuevo en estas vísperas navideñas del 2009, por esta dickensiana España zapateril:
Renegamos de la Navidad y de lo que significa, el dinero es el dios del siglo, la generosidad es una entelequia, todos vamos a nuestra bola y ni si quiera tememos las consecuencias de nuestros actos.
Las cadenas que en vida, se están forjando algunos, dejarían cortas a las del desdichado Marley. Esa huella digital, posada en el botón del “si” en la votación del aborto, es la más pesada de todas.
¡Ojalá todos los Scrooges, que actuaron así ayer, tuvieran la visita de los espíritus esta Navidad del 2009!
La Misericordia de Dios es grande, incluso para ellos; el futuro no está escrito, mientras exista tiempo para rectificar.
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Con este post, y con las palabras de Tiny Tim, os deseo lo mejor en estas fiestas:

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“Y que Dios nos bendiga a todos”.

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