Ya finalizando el mes de marzo y por tanto, empezando la primavera…., curiosamente me sobrevienen pensamientos otoñales. “¿Has visto, en una tarde triste de otoño, caer las hojas muertas? Así caen cada día las almas en la eternidad: un día, la hoja caída serás tú.” Camino nº 739
Las circunstancias mandan; hoy nos hemos enterado del repentino fallecimiento de un familiar de mi mujer, y cuando suceden estos acontecimientos, además de ser un mazazo inesperado para las personas más cercanas, supone un torpedo en la línea de flotación de las conciencias más tranquilas y enquistadas. Una muerte, esperada o no, es una llamada de atención, para todos. Todos, tenemos el mismo destino…, y no se puede evitar, ni mirando para otro lado.
Las circunstancias mandan; hoy nos hemos enterado del repentino fallecimiento de un familiar de mi mujer, y cuando suceden estos acontecimientos, además de ser un mazazo inesperado para las personas más cercanas, supone un torpedo en la línea de flotación de las conciencias más tranquilas y enquistadas. Una muerte, esperada o no, es una llamada de atención, para todos. Todos, tenemos el mismo destino…, y no se puede evitar, ni mirando para otro lado.
La muerte es muerte por donde se mire: ausencia de vida y separación. No hay paliativos, como diría Bécquer “Dios mío, qué solos se quedan los muertos”
No, la muerte no admite atenuantes…, por eso, viendo esa soledad en la que se quedan y también nos quedamos, es tan humanamente lógico como imposible…, que intentemos eludirla. Sin embargo, nosotros como creyentes ¿Cómo deberíamos afrontar este difícil trance???...., en las palabras de Jesús, que se hizo hombre como nosotros, está la respuesta: "Adelantándose unos pasos, se inclinó hasta el suelo, y oró diciendo: Padre mío, si es posible, líbrame de esta copa de amargura; pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú." (Mateo 26, 39): Confianza, Esperanza, serenidad, esas fueron las actitudes de un hombre que veía que su muerte se aproximaba, esa es la lección suprema del Maestro.
No, la muerte no admite atenuantes…, por eso, viendo esa soledad en la que se quedan y también nos quedamos, es tan humanamente lógico como imposible…, que intentemos eludirla. Sin embargo, nosotros como creyentes ¿Cómo deberíamos afrontar este difícil trance???...., en las palabras de Jesús, que se hizo hombre como nosotros, está la respuesta: "Adelantándose unos pasos, se inclinó hasta el suelo, y oró diciendo: Padre mío, si es posible, líbrame de esta copa de amargura; pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú." (Mateo 26, 39): Confianza, Esperanza, serenidad, esas fueron las actitudes de un hombre que veía que su muerte se aproximaba, esa es la lección suprema del Maestro.
Pero para muchos, la muerte es tabú. Esta sociedad evolucionista y descreída, lamentablemente está llena de miedos. Es lógico que si se rechaza cualquier intervención superior todo quede abocado unicamente al libre arbitrio de las leyes físicas y a un término sin esperanza alguna, y por eso, la muerte da tanto miedo. Si creemos que la vida es un mero accidente, consecuencia de una serie de casualidades, en la mayoría de las veces…, inexplicables para la ciencia, por fuerza, ha de darnos miedo. Miedo porque para los que así creen, después de la vida, no hay nada. La muerte es la puerta a la nada, más absoluta y más cruel. La vida, entonces, incluso la del más inteligente de los seres, se llame como se llame…., ha sido un puro absurdo.
Afortunadamente, Cristo nos vino a sacar de esa nada…, nos vino a dar la oportunidad de la vida para siempre, que perdimos con el pecado. "Así pues, por medio de un solo hombre entró el pecado en el mundo, y con el pecado la muerte, y la muerte pasó a todos porque todos pecaron." (Romanos 5, 12). De tal manera que para los cristianos, y es esa la Verdad, la buena Noticia que tenemos que transmitir al mundo…, es que la muerte no supone una ruptura, no es un final. La muerte forma parte de la vida. Igual que en esas leyes físicas que dicen que “la energía, ni se crea, ni se destruye, solo se transforma”, nosotros los cristianos sabemos que “vita mutatur, non tollitur” la vida no se pierde, sino que se transforma. ¡Creemos que Jesús resucitó y que también nosotros resucitaremos con Él!
Hoy, la verdad, tenía otro tema pensado para postear. Sin embargo, las circunstancias mandan y obligan gustosamente a cambiar radicalmente de asunto. Mi intención con este artículo es en primer lugar, pediros una oración por el alma inmortal de Ángel Soler, y también, de paso, compartir reflexiones y reafirmar certezas sobre la muerte y la resurrección, que son, sin lugar a dudas, elementos esenciales en la fé cristiana: . "Ahora bien, si nuestro mensaje es que Cristo ha resucitado. ¿Cómo dicen algunos de ustedes que los muertos no resucitan? Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, el mensaje que predicamos no sirve para nada, ni tampoco sirve para nada la fe que tienen. Pero lo cierto es que Cristo ha resucitado. Él es el primer fruto de la cosecha. Ha sido el primero en resucitar." (1 Cor. 15 12-14.20)
Por eso, aunque ahora…, inmediatamente después al evento de la muerte, todo parezca inerte. A pesar, de esa quietud, incluso, porque no decirlo, a la posterior putrefacción de todo nuestro cuerpo terreno, no nos angustiamos, porque sabemos que es pasajero. Ahora…, no es posible ver “ni lucecitas verdes”, ni cinematográficos efectos especiales…; la muerte es muerte y no un espectáculo. No lo es… Pero creemos firmemente que la resurrección es posible, y será un hecho…, incluso, -la resurrección de la carne-, cuando nos toque a cada uno, y eso… que nadie se confunda, no es ciencia ficción, será una realidad absoluta, y que cada uno deberá asumir, según su vida: "No se admiren de esto, porque va a llegar la hora en que todos los muertos oirán su voz y saldrán de las tumbas. Los que hicieron el bien, resucitarán para tener vida; pero los que hicieron el mal, resucitarán para ser condenados." (Jn 5, 28-29).
Así pues…, aunque es complicado, por los miles de lazos afectivos que dejamos en una separación, hemos de aprender a aceptar la muerte, sobretodo fiándonos de Dios. Cuando muere una persona que queremos, nuestro amor hacia ella permanece intacto y, aunque pasen los años, el amor no muere nunca, porque si es verdadero, es fiel reflejo del inmenso amor de DIOS hacía cada uno de nosotros. Ese Amor, Su Amor es más fuerte que la muerte. Solo con aceptar, en vida, ese AMOR y actuar en consecuencia, seremos capaces de sortear ese gran «agujero negro» sin retorno, que tanto teme esta sociedad. "Yo soy la Resurrección. El que cree en Mí, aunque muera vivirá. El que vive por la fe en Mí, no morirá para siempre"
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4 comentarios:
Yo creo en la vida eterna, pero si extraño a las personas cuando se van.
Tu post, es tan descriptivo y hermoso que me cuesta comentar.
Y la imagen me dice muchas cosas.
Saludos!
Siento mucho esta pérdida, os acompaño de verdad con mis oraciones y mi sentimiento.
reflexionamos mucho con tu post y nos iremos preparando los que ya estamos en primera línea, pero se desgarra el alma con estas despedidas, aunque creamos en el reencuentro en la VIDA.
BESIÑOS apenados
Querido, otra vez metí la pata con el comentario anterior, se me olvidó salir de la dirección de Tamara (Siempre) y parece que te lo escribió ella.
En fin, fui yo y reitero todo y sobre todo que te quiero.
¿Estás mejor del catarro?
BESIÑOS alejados.
Todavía no tengo noticias de Alborán, ya te contaré cuando las tenga.
Si de alguna manera me enterara de que Jesús no resucitó, esta vida sencillamente ya no me interesa lo más mínimo.
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