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-En lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad, a las duras y a las maduras, en todo momento, en cualquier circunstancia, mi fidelidad al compromiso…, es hasta la muerte…-
Eso, ¡todo eso!, es más o menos, lo que todavía hoy, se sigue diciendo en las bodas; y aunque ese “hasta la muerte”, pueda sonar duro y tajante; es lo que da máximo valor al vínculo.
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Hoy, hay una tendencia generalizada de rechazo al compromiso a largo plazo; la pereza, la comodidad, el hedonismo “enseña” a rehusar cualquier obstáculo. Cuando –el mundo- nos brinda otras opciones, no tiene sentido pelear. Los problemas no se abordan, se evitan, sin luchar…, la lucha es algo desfasado, obsoleto…, sin sentido.
Es más fácil, empezar de nuevo, que mantener una relación o sostener un principio.
Sin embargo, en este cambalache relativista, el hombre no gana nada, lo pierde todo; porque toda relación que carece de compromiso…, está SIEMPRE condenada al fracaso.
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Esto que estamos comentando aquí, no se puede limitar solo a la relación de pareja, al matrimonio. El compromiso y la fidelidad es algo que compete a todos los ámbitos de la vida del cristiano. La misma fé, el cumplimiento de la religión, requiere un compromiso decidido hasta la muerte (¡que es vida!), de otra manera…, la práctica de la religión, no sería plenamente auténtica, en algo estaríamos fallando.
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Ayer, hablábamos aquí, de COHERENCIA. Hoy, de una manera u otra, vuelvo a incidir en la importancia de ser consecuente al cien por cien, con lo que se cree.
Aquello de… “en lo bueno y en lo malo”, ¡también rige para nuestra vida corriente, para nuestra fé cotidiana!
No podemos estar diciendo que rezamos mucho, que vamos a misa los domingos, que somos muy devotos de tal advocación mariana o de tal santo, que hasta vamos de costaleros en el paso del Cristo de nuestro pueblo y luego; -a la primera de cambio-, cuando llegan las dificultades, cuando nos vienen mal dadas (que siempre vendrán)…, lo primero que se nos oye decir es que “estamos perdiendo la fé”, o que “Dios no nos hace caso y se ha olvidado de nosotros” (lamentos ambos, oídos hace poco, en boca de alguien a quien quiero mucho)
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Si... nuestra fé es tan endeble que se dobla al primer soplido, ¡vaya fé de pacotilla que tenemos!
Si... son así nuestras –más profundas- creencias, es que las tenemos muy enterradas y además…, hemos entendido muy poquito de ellas.
Si... ese reniegue es tan... "automático…", alguien con mucha razón, nos podría calificar de mojigatos, meapilas, beatillos, de gente sin razón y sin raíz.
Estaríamos siendo INCOHERENTES. Estaríamos renegando de la CRUZ -inevitable-, estaríamos actuando como aquellos, que solo creen en supercherías y amuletos.
¡Y nuestra religión no es así! Para hacerla creíble a los demás, primero nos la tenemos que creer nosotros. Creer, conocer y luego actuar con la máxima COHERENCIA.
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El compromiso es… “EN LAS BUENAS Y EN LAS MALAS” y hasta el final, así de claro, así de contundente. Las cosas serias, no admiten, ni medias tintas, ni componendas.
Claro que…, puedo entender que haya momentos en los que todo –lo malo- parece juntarse en nuestra contra. Dolores, enfermedades, sufrimientos físicos o psíquicos, no nos van a faltar… A nadie, aunque pretenda eludirlos, le van a faltar. Pero esos tiempos recios son precisamente los más grandes MOMENTOS DE OPORTUNIDAD y el truco está... en INTENSIFICAR nuestra vida de oración, buscar aún más, el ENCUENTRO CON DIOS.
Dios no evita el dolor y la enfermedad, ni a sus hijos más queridos. El ejemplo televisado del sufrimiento agónico del beato Juan Pablo II, es buen ejemplo de ello. Pero también lo fue, su paradigmática fidelidad, su absoluto compromiso con DIOS y con los hombres, su coherencia de vida.
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Juan Pablo nos enseñó que la fidelidad al compromiso nunca es atadura, por el contrario, es la libre expresión de nuestras aspiraciones, que nos colma de alegría y que tiene la increíble pero cierta, facultad de iluminar a todas las personas con las que nos cruzamos cada día.
Juan Pablo II, maestro de tantas cosas, siempre estuvo EN LAS BUENAS y EN LAS PEORES, hasta que la muerte le llevó a la VIDA.
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Capitulando diré que me gustaría animar a todos los que, por diversas circunstancias, estén hoy, algo cegados. Dios nos sigue queriendo hasta el extremo. A todos, a mí, y a ti por supuesto también y NOS QUIERE ¡con locura!.
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Sin embargo, para esta y para veces sucesivas, en las que nos encontremos de bajón, hemos de tener en cuenta, -yo también-, el punto fundamental, para blindarnos contra toda desesperación, y este no es otro que la relación con DIOS.
Relación que no es otra cosa que tener confianza absoluta en DIOS. Buscar esa certeza, a diario, aún sin ganas, aún “en lo oscuro”, a través de la oración constante, y si es posible la frecuencia sacramental.
Ese es el primer y gran paso que voluntariamente debemos dar nosotros; después asumido ese COMPROMISO, aún en el dolor y la enfermedad, el consuelo infinito de tu PADRE DIOS, siempre acaba por hacerse sentir.
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Moraleja: ¡No desesperes! y HAZ lo que debes.
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8 comentarios:
¡Qué gusto da buscar la sombra bajo tu hoja... ! Eres valiente a la hora de publicar, porque tienes claro lo que quieres decir. Cuando todo lo tenemos claro, y lo entendemos no hacemos uso de la fe, la fe ilumina los momentos de oscuridad. Cuando otros están a oscuras nos toca a nosotros mostrarles la luz y a ellos les toca dejarse llevar. Momentos malos los tenemos todos.
Besos.
pero a la palabra compromiso le tienen miedo las persoans que nos rodean y nos hacen tener miedo a todos aquellos que estamos en busqueda
muy bueno tu entrada
Hoy estoy tan agobiada que me da hasta coraje tu entrada arcendo. lo siento, pero es la verdad.
me da coraje porque me siento señalada. Como una pobre meapilas, sí. Se que lo da de mi, no de Dios. pero no puedo salir a anunciar a Jesucristo resucitado ayer y hoy tener una cara de palo que me llega al suelo por el peso del agobio y la apatia que siento. No existe el cristiano triste, sino un triste cristiano de pacotilla, asi me siento yo.Menos mal que hasta de mala beta he terminado de leer toda tu entrada, ese HAZ lo que debes del final ha sido el golpe más certero. Pero como suele decirse, lo que no mata nos hace más fuertes. GRACIAS, por ponerme en la verdad.
Nadie nos conoce como ÉL, nadie nos ama como Él.
Se de agobios y de sufrimiento y de pasarlo mal y peor y peor aún ...una y otra vez constante en mi vida pero una cosa tengo clara...Él sigue mandando el rayito de sol que ilumina cada mañana, Él sigue soplando la leve brisa que en la sequedad me sigue dando aliento...Él verdaderamente me lleva en brazos y a Él le agradezco cada momento de mi vida, los buenos y también los malos.En Él confío.
Gracias por decir las cosas como las dices, tan clara y rotundamente.
Abrazos.
Oh Arcen!!
Tu entrada me ánima mucho.
Gracias!!
Ponerse delante de un post como éste es para no decir ni pío. nadie como tú para hablar de coherencia.
Lo que no se puede entender es por qué a unas personas el dolor y el agobio les conducen a Dios y en cambio a otras les separa de Dios.
A mi Dios siempre me escucha, lo que pasa es que casi nunca hace lo que yo quiero porque para eso es Dios y yo una necia criatura que todo lo ignora.
BESIÑOS, espero que coherentes
Siento que no pasaras hoy por mi blog
COMPROMISO, COMO ME GUSTA ESA PALABRA, QUE SIGNIFICA TANTAS COSAS POSITIVAS CUANDO SE HACE PARA EL BIEN.
UN ABRAZO
Pero la fe no es algo que se nos da, y poseemos para siempre. Esta sufre tormentas, acosos, palizas, soledades,imcomprensiones... solo la perseverancia, el cuidado, el mimo,el alimento la mantiene viva y fuerte y no siempre se consigue. ¡Es mi caso! por eso no siempre logro estar en las buenas y en las malas, pero eso no me desanima, porque mi deseo y mi lucha es estar a las duras y a las maduras.
Un abrazo
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