jueves, 21 de julio de 2011

LA ECUACIÓN PERFECTA: DOLOR X CRUZ + CURACIÓN X AMOR = REDENCIÓN

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Hace unos días, una persona muy allegada, que estos días está viviendo un pequeño Calvario con la enfermedad de uno de sus hijos y está algo desalentada por la prolongación de ese sufrimiento y la falta de resultados positivos inmediatos, no solo ponía en duda la eficacia de la (mi) oración, sino que también, se atrevía a cuestionar la existencia de DIOS, al menos, en su faceta de padre amoroso.
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Como ya dije en un post anterior, la enfermedad, el sufrimiento, el dolor y la muerte…, siempre llegan. Ningún humano está exento.., ni siquiera el más santo. Desde la expulsión del Paraíso, es lo que toca, sin embargo eso no demuestra que DIOS no exista o que no nos quiera.
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Cuando una persona, cae en una enfermedad y esta se alarga por tiempo indefinido, no es extraño que todos se sientan abatidos, por el cansancio y por la incertidumbre. Sin embargo, es bueno saber que ese aparente mal que nos está pasando, es oportunidad de cosas muy buenas. Esa enfermedad puede ser generadora de grandes beneficios, tanto para el enfermo, como para todas las personas que sufren por él y alrededor de él.
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Ya sé que, en esos momentos, especialmente duros, es difícil, muy difícil verlo así.
Ya sé que todas estas disquisiciones –metafísico-teológicas-, al que lo está pasando mal y no cree, le traen al pairo; sin embargo, me preocupa mucho, que aquel o aquellos, que –a las buenas- dicen que creen, cuando vienen las tortas, renieguen de El.
Cuando veo esto, en seguida me vienen a la cabeza, otras palabras, otro reproche que nos hace el Maestro… “hombres de poca fe”, ¿cuantas veces, hemos dejado de creer en su GRAN e INIGUALABLE poder?... Yo, muchas…, pero afortunadamente, Él me sigue aguantando.
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Ese tiempo de prueba máxima es cuando la fe nos exige más, es cuando de verdad se hace fe activa y verdadera:… “dichosos los que creen sin haber visto” (Jn 20-29)
Esas palabras de CRISTO han de ser un faro en esas dolorosas oscuridades. No son falsas promesas, en DIOS por su naturaleza, no cabe la falsedad. Es una gozosa realidad, saber de boca del mismo DIOS, que siempre seré bienaventurado, dichoso, alegre, feliz, porque me basta creer en Él, para saber que REALMENTE está a mi lado.
El ENORME consuelo que tengo es saber, que aunque yo, alguna vez peque, y deje de creer si quiera un instante en Él; Él no deja de creer en mí, de sostenerme con su AMOR, de quererme, de amarme con el corazón de todos los padres y las madres que en el mundo han sido y serán.
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En el dolor, ya sea físico o psíquico, antes del recurso fácil de echar la culpa a un DIOS, al que curiosamente luego acabamos también “acusándole” de no existir; deberíamos saber si nuestras flaquezas, si nuestros pecados, han tenido algo que ver, en lo que ahora está pasando. Porque al final, tanto el efecto mariposa, como la comunión de los santos, son totalmente ciertos. Todos formamos parte del mismo Cuerpo Místico cuya cabeza es Cristo, y a todos nos afecta, lo que uno, haga.
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Lo importante es saber que la oración, no solo es eficaz, sino que en estos momentos es necesaria, y además es el mejor modo de probar a DIOS nuestra fé; es el mejor momento para demostrarle, aún –sin haber visto-, nuestra confianza en su poder; de decirle que tenemos la voluntad de quererle con todo nuestro ser y que por todo eso, aceptamos filialmente lo que Él, nos quiera mandar (“hágase tu voluntad”)
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La fé es un don, un regalo, que no tiene todo el mundo. Nosotros, somos, debemos ser portadores y mensajeros de ese regalo. Más en estos momentos, donde es más fácil dudar.
El dolor puede hacer tambalear nuestras creencias, pero también las puede reanimar y fortalecer.
El mejor método para ayudar y ayudarse a fortalecer esa fé titubeante y volver a la ESPERANZA es precisamente la oración, volver a REZAR, con más ahínco, con más convencimiento, con redoblada confianza.
Con la oración, el dolor no genera desesperación, antes bien, el sufrimiento regenera amor hacia el que sufre, un amor desinteresado para ayudarlo, aliviándolo.
La oración, en todo caso, nos enseña a aceptar los propios límites humanos y nos anima a ofrecer al Señor todos nuestros propios sufrimientos, uniéndonos misteriosa, pero verdadera y eficazmente al sacrificio redentor de Cristo. Eso es lo que vale +. Así, las cuentas, sí que salen.

Hoy os invito a SUMAROS a mí, rezando por TODOS los que sufren.
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3 comentarios:

Angelo dijo...

¡menudo ritmo has cogido! Casi me pierdo algún post, aunque confieso que me gusta ver esta frescura de La Hoja. No puedo añadir nada a tu comentario. Todos tenemos experiencia del dolor y del sufrimiento y por eso podemos entenderlo. Hoy me sumo a tus peticiones, por todos aquellos que se desesperan ante un dolor que no saben como aliviar.
Un fuerte abrazo.
Off topic: Esta tarde me voy con Tote a ver Harry P. Y eso que he cogido un catarro de aupa. Estoy como una sopa

Mento dijo...

la enfermedad y lo digo de primera mano es quien te pone al crisol la fe. pero yo tengo que dar gracias por la mia, porque en ella me estoy encontrando con Jesucristo.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

En el sufrimiento es cuando uno se da cuenta de hasta que punto es Dios quien nos lleva en brazos...
Uno por si mismo no vale nada, es Él quien da la fuerza para poder seguir, así lo experimento.
Un abrazo.

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