miércoles, 28 de septiembre de 2011

LA HUELLA DE LA FELICIDAD

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Una de las frase más emblemáticas de la película "Gladiator" es la siguiente:
"Todo lo que hacemos en la vida tiene su eco en la eternidad". Y lo es, por la simple razón de que es cierta. Todo lo que hacemos deja una marca tan personal e intransferible como la mismísima huella digital.
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¡Cuantas veces hemos leído u oído, eso que dicen de que, cuando estás a punto de morir..., "ves" toda tu vida de un golpe, como si fuese una película!; sin embargo, creo que mi caso, es un poco distinto.
Porque, a  medida que voy cumpliendo años, afloran más aquellos recuerdos que tenía más guardados. Empiezo- a "ver" la vida pasar, pero más lentamente de lo que cuentan; como preparándome para lo que viene, y también como... enseñándome lo poco bueno que hice y lo malo que, en tantas ocasiones, fui.
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En muchas entrevistas a gente famosa, sobretodo sin son a gente mayor, siempre surgen un par de preguntas que invariablemente se repiten, hasta la saciedad:
¿Se arrepiente usted de algo?,
¿Si volviera a nacer, hubiera vivido exactamente igual o cambiaría algo?
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¡Cuanto gustan los periodistas de esos inútiles futuribles!. La vida es una sola y sin capacidad de marcha atrás. De todos modos, son curiosas las contestaciones. Pocos son los que..., cambiarían toda su vida, y son bastantes los que van de "sobraos" y no cambiarían ni un ápice...
Pero lo que más sorprende es "la soberbia", (-contenida- porque hay público delante), de muchos de los encuestados a la hora de exteriorizar cualquier sentimiento de arrepentimiento.... Parece como si arrepentirse fuera para débiles, para gente insegura.
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Habría que advertir que la vida es una sucesión de batallas, pero también es una escuela, un tiempo de aprendizaje. Vivir es prepararse para situaciones difíciles. Los giros y vueltas que da siempre sorprenden. Los tiempos cambian, llegan nuevos desafíos y problemas, y con ellos también algunos reveses, muchas caídas; así que finalmente las derrotas se suceden con más frecuencia de lo que le gustaría a nuestro inflado ego.
La manera con la que enfoquemos las dificultades, el modo en que reconozcamos los fallos e intentemos corregirlos es lo que va a marcar la diferencia.
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Finalizando, vuelvo al principio.
Cuando esos recuerdos remotos de mi pasado, vuelven y me enfrentan cara a cara con mis errores, yo si tengo la necesidad inmediata de arrepentirme, por lo que pude haber sido y no fuí, por lo que pude haber hecho y no hice, y por todo lo que hice, sin deber.
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Siento que mi huella no ha estado siempre en el camino correcto, siento mucho haber sido generador de confusiones.
El agua de la confesión ha lavado mis faltas, pero las consecuencias quedan, y aquella torpe huella permanece, al menos en mi memoria y eso me entristece.
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Sin embargo, agarrado ahora a la cruz de ese sufrimiento que persiste, la benevolencia de DIOS, me propone ahora pisar con profundidad: Vivir, "pasando haciendo el bien".
Abrazando, enseñando, acogiendo, besando, riendo, alentando, soportando, consolando, sufriendo, llorando, reconociendo el error, pidiendo perdón y también perdonando:. ¡AMANDO!
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Esa es la huella más profunda y visible, la que tú puedes dejar, la que es guía al mejor de todos los caminos, ese remanente se llama AMOR y es... la auténtica huella de la felicidad.

¡Perdóname!, no te quise dañar, desde ahora tu felicidad.... será la mía. Te amo.
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JUSTIFICACIÓN DE LA FOTO DE PORTADA.
No he visto a dos personas más entregadas a los demás, ni más felices, que los dos de la foto.
¡Que ternura, que respeto, que delicadeza, que admiración y que cariño se adivinan entre ellos! Su alegría, irradia porque el AMOR que se dieron y el que dejaron, fue muy grande y persiste, tanto que sus huellas permanecen más allá de sus vidas.
A mi juicio, esas imágenes que hoy traigo a portada, definen perfectamente la palabra ¡felicidad!
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4 comentarios:

MDR dijo...

La felicidad y el amor van juntos.
Solo se consigue la felicidad amando.
Es como tu dices el Beato Juan Pablo II y la Beata Teresa de Calcuta son los ejemplos más recientes de esa felicidad y la trasmitian tan nitidamente. A la Madre Teresa no la ví nunca en persona pero al Papa JPII sí, y el verlo fue para mi tan impactante que todavía no olvido ese recuerdo, creo que su gran amor a Dios se mostraba en sus acciones y se reflejaba en toda su persona.
Gracias Arcen.
Me pareció muy claro tu post.
DTB!!

Mento dijo...

Hay dos frases que a mi me ha costado mucho aprender a decir, bueno a decir de corazón y sintiendolas: Me equivoqué. Y: perdonamé por ello. Solo cuando he conseguido decirlo sintiendolo me he sentido libre y feliz y he alcanzado el cariño real de quien he tenido en frente.
Un beso.

Anónimo dijo...

..."yo si tengo la necesidad inmediata de arrepentirme, por lo que pude haber sido y no fuí, por lo que pude haber hecho y no hice, y por todo lo que hice, sin deber.

Siento que mi huella no ha estado siempre en el camino correcto, siento mucho haber sido generador de confusiones.
El agua de la confesión ha lavado mis faltas, pero las consecuencias quedan, y aquella torpe huella permanece, al menos en mi memoria y eso me entristece."...

No añado nada... lo estropearía... pero lo repito contigo porque también lo siento así.
Gracias.
Un abrazo.

Militos dijo...

Querido, tú post me emociona y coincide en algunos detalles con parte de la entrada que bloger me dejó a medias.
Para mi la felicidad es estar en cada momento donde Dios quiere que estés, aunque a ti te gustaría estar en otra parte.

BESIÑOS desde Vicálvaro.

Todo va bien, pero mi hija está muy dolorida.

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