AMAR EN TIEMPOS REVUELTOS

 

Existe en televisión un culebrón de cierto éxito que se llama igual que el título de mi post de hoy. Lo primero que he de decir es que, aunque no me gusta dicha serie, le reconozco mucho mérito. Los guionistas parece que han encontrado el botón mágico de una audiencia incondicional y creo que es debido, tanto a una acertada ambientación, como a unos actores que hacen su trabajo muy dignamente.
Otra cuestión distinta son las inexactitudes, las patadas a nuestra historia más reciente y en consecuencia, las agresiones a la verdad, que se hacen veladamente desde este producto televisivo.

Uno que ha tenido la suerte de vivir en el denostado franquismo, no puede admitir que todo en aquella época fuera malo; igual que para ser ecuánime, tampoco debo reconocer lo contrario. Hubo de todo…, pero en mi opinión, al menos en lo que yo viví, lo bueno supera a lo malo… de largo.
No pido, que los guionistas se ajusten a mi pensamiento y pinten todo a mi gusto, lo que sí es exigible en una televisión pública, porque yo la pago, es que no me hagan comulgar con unas ruedas de molino que nunca existieron, que se sirvan mejor de investigar la historia de verdad y que guarden el carnet político en el cajón cuando se planteen hacer un trabajo de esta envergadura.
De todos modos, tras esta breve introducción, revelaré que, si he escogido este título para mi exposición de hoy, es porque es, lo que más me gusta de todo este culebrón.

Al margen de la serie en sí, AMAR EN TIEMPOS REVUELTOS, además de ser una frase feliz, es un reto apasionante.

AMAR que es lo prioritario, ha de hacerse SIEMPRE, pero amar –en ciertos momentos, difíciles- no siempre es fácil. No estoy pensando ya, en el manido recurso de la crisis externa, sino más bien, en las muchas crisis interiores por las que, en distintas épocas de la vida, nos toca pasar a los humanos. Concretamente estoy aludiendo a esos paréntesis terribles en los que padecemos esos temidos, silencios de DIOS.

A veces, por penas, por tropiezos, por enfermedades, por circunstancias de distinta índole, parece que todo se nos hace más cuesta arriba. Tanto es así que pareciera que DIOS nos ha dado la espalda, que hasta la fe, se nos ha extraviado. Y uno entonces, se pregunta… Si la fe es un don ¿Se puede llegar a perder?...
Creed que, cuando llegan esos tiempos MÁS difíciles, esta es una de las primeras cuestiones que surgen.

Echando un guiño a tan intrincado post, apelemos a la sonrisa echando mano de la socorrida Santa Rita, que siempre nos recuerda que –lo que se da, no se quita-. Ciertamente…, la fe es un don y por lo tanto, NO SE PIERDE. Sin embargo…, se puede vivir al margen de ella hasta no usarla, de modo que se acaba viviendo como si no se tuviera.
Dios, a veces, nos hace pasar por un túnel silente para probar nuestra Fe. Me imagino que más de uno, hemos pasado por experiencias similares, sin embargo en ese tiempo revuelto, NO PODEMOS PERDER LA FE, por el contrario... es cuando más debemos agarrarnos a lo que muchas veces, presumimos tener… EL AMOR INCONDICIONAL POR ÉL.

¿Qué hacer pues, en estos tiempos difíciles?, la respuesta es obvia, AMAR, AMAR MÁS, AMAR MEJOR…, y seguir caminando.
Dedicar más tiempo a la oración, frecuentar más los sacramentos, ofrecer a DIOS nuestras penas, eso es VIVIR LA FE.
Una fe que no es cuestión de sentimentalismos, una fe recia, una fe que no está hecha a nuestro gusto, ni a nuestra medida, es DIOS padre misericordioso, quien pone los términos.

Lo nuestro, mientras la niebla no nos permita ver ¡lo que SABEMOS está ahí!, será vivir principalmente la caridad. Busca dar alegrías a los más cercanos, incluso con pequeños vencimientos que son grandes actos de amor; porque nuestra misión sobretodo en estos tiempos, es esperanzar, procurar dar luz y también cuando sea querido por Dios,… llevar un poquito de su Cruz.

Si tenemos la gracia de poder verlo así… entonces ese AMAR EN TIEMPOS REVUELTOS… no será tan insuperable, el optimismo de sabernos copartícipes en el sufrimiento salvador del mismo Cristo a través de nuestra caridad, se hace dulcemente soportable. "Porque mi yugo es suave y mi carga ligera" (Mt. 11,3O).

Lo principal en malos tiempos es no perder la paz.
Aunque no lo notes; Él siempre escucha. Sigue hablando al Señor.
Si aguantas el tirón, si resistes el embate, si eres perseverante, estate seguro de que ya volverá la cara y verás de nuevo su sonrisa. Yo ya me la imagino....
Yo ya casi la veo; así que espero, deseo y rezo, para que tú, -a través de este post-, también la hayas podido descubrir… si quiera, un poquito.

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