POST SILENTE

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Observando hoy, esas viejas fotografías de mis antepasados, mi corazón latía deprisa. Parecía como si ese músculo fundamental sintiera el inexorable paso del tiempo.

Aquellos jóvenes, (algunos ni sé quien son) hoy aparecen ahí, sonrientes, en un papel ajado, viviendo su momento. Cuántas risas pasadas, cuantas sentimientos vividos, cuantas palabras dichas, y ahora.... ¡cuánto silencio!

¿Y es malo ese silencio?, o ¿triste?, sí, triste puede que sí, pero malo, estoy seguro que no.

Ese silencio, habla.  Permite que las ideas circulen sin que salgan al exterior. Nos dice que no podemos dejar lo esencial para después de nuestro funeral.

A veces callamos por tristeza, se guarda silencio por el dolor que es incapaz de convertirse en llanto. Silencio, porque las lágrimas se agotan. Pero habría que aprender a callar sin otro motivo que la propia voluntad.

Se respeta el silencio por obligación.

Se guarda silencio en los hospitales, en las salas de velatorios, en los actos solemnes.

Se guarda silencio por pudor, por deferencia, por dolor..

Pero también deberíamos..., callar para mirar, para aprender, para escuchar, para convertir el silencio en cómplice, para saber que el eco existe.

A veces, para aprovechar ese tiempo que se marcha tan rápido..., deberíamos CALLAR. ¿porque decirlo todo?

Callar para pausar y para rezar. Callar para aprovechar esos benditos tiempos de silencio, para comprender que el silencio puede llegar a ser el antifaz de los sonidos más hermosos.

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