Cuando uno afronta situaciones
-ciertamente extremas- como la mía,
las reacciones de la gente de alrededor son muy diversas. La mayoría, gracias a
DIOS, te animan con sus palabras; sin embargo no faltan quienes -con toda la
buena fe del mundo-, apelan a la resignación..., y por ahí, no paso.
Una cosa es -aceptación-, otra
bien distinta es -resignación-.
No entiendo ese mito de la "resignación cristiana", como
probablemente tampoco lo entendió San Pablo haciéndose valer, reivindicando sus
derechos de ciudadano romano, cuando fue necesario, para no dejarse pisar.
La resignación, personalmente, me suena como
a renuncia. Por eso no me gusta. Sin embargo, -la aceptación- es el paso
imprescindible para avanzar. La aceptación no es conformarse con el presente,
es simplemente un reconocimiento sincero de la situación. un estado -necesario-
en el que se inicia el proceso para intentar superar la dificultad.
Otra cuestión importante,
también consejo de muchos, es... ¡la paciencia!. Esta no
es mala recomendación, puesto que al contrario de aquella inoperativa -resignación-,
esta si que es una gran virtud. "Quien
sufre sin paciencia, pierde el cielo; quien sufre con paciencia, gana el cielo;
quien sufre con gozo, asegura el cielo", decía San Juan
María Vianney, el cura de Ars.
La paciencia no es pasividad ante el
sufrimiento,. Tampoco es no reaccionar..., aguantarse; es sobretodo fortaleza
para aceptar con serenidad el dolor y las pruebas que la vida va poniéndonos a
nuestra disposición para el continuo progreso interno.
Pienso que esta es la doctrina aceptada
comunmente por la Iglesia y creo con sinceridad, que este es el procedimiento
que yo debo adoptar en este momento, con respecto a un trance como el que
ahora, particularmente estoy viviendo: Aceptación y paciencia, si.
Resignación... ¡no!
Sobre este particular..., hay
quienes tienden a confundir
unas cosas y otras, apelando al famoso Libro de JOB,.... sin conocerlo. Job, es ciertamente el paradigma de la
paciencia, pero..., Job, en el texto bíblico, no es el resignado personaje que
una apologética absurda intenta mostrarnos. Parece que sólo se recuerda aquello
de: «Dios me lo dio y Dios me lo quitó».
Contrariamente a los que hablan sin conocimiento de causa, Job pide
explicaciones, se cuestiona todo. En el curso del texto Job pide a Dios que
comparezca. Quiere discutir con Él. Quiere sobre todo, hacer valer su
inocencia. No puede aceptar como castigo su terrible infortunio. No se resigna a aceptar una culpabilidad que
desconoce. Dada su infinita precariedad, asumiendo una culpa que ignora, no
acepta postrarse ante el Omnipotente, incluso desoyendo el consejo de sus
amigos.
Pero aún así Job, ¡no deja de
hablar con DIOS! El
magnífico mérito de Job es que nunca llega a perder la confianza, siempre es
fiel a DIOS; lo que ocurre es que no entiende y pregunta. Al final DIOS que nunca es sordo a la
peticiones de sus hijos, se hace sentir y enseña sus poderes, le muestra las
bondades de su creación.
Dios sabe que Job le había sido siempre fiel
por mucho que le tildara de enemigo, de injusto, de causante de sus males sin razón
y sin motivo..., como a veces nos pasa a nosotros también cuando no entendemos
las cosas.
Sin embargo... Satán —que así se le llama en el libro de JOB, al antagónico— no consiguió que Job renegara de Dios (su fe era desinteresada; no derivaba de su bienestar material). Y... sus objeciones, aún iracundas y llenas de reproches, se hacían siempre desde una actitud de confianza, filiación y ¡diálogo!
Sin embargo... Satán —que así se le llama en el libro de JOB, al antagónico— no consiguió que Job renegara de Dios (su fe era desinteresada; no derivaba de su bienestar material). Y... sus objeciones, aún iracundas y llenas de reproches, se hacían siempre desde una actitud de confianza, filiación y ¡diálogo!
Dialogo que no deja de ser una constante
oración a través de la cual, y gracias a esa persistencia, el Señor finalmente
hace su aparición: ese es el gran triunfo de Job.
Meditando todo esto, creo que todo lo que me está pasando, mi
enfermedad concretamente es un regalo. Toda crisis es una oportunidad.
Ciertamente cuando le pedimos ayuda a Dios
es probable que no nos quite el peso de estas cruces, ni algunas de las
penalidades que conlleva, pero nos fortalece -muchas veces también a través de
la paciencia-, para poder llevarlas mejor.
Pero... como nos enseñaba JOB, la paciencia no excluye -en ningún caso-,
¡sin perder las formas ni la fe!, el derecho a la protesta y al pataleo... y
creo que tampoco.. el legítimo deseo de alivio. En este caso habrá que recordar
y repetirse que “no hay mal que dure cien años”.
Como decía Santa Teresa...:
"Nada te
turbe,
nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda.
La paciencia todo lo alcanza,
quien a Dios tiene,
nada le falta.
Solo Dios basta."
Todo se pasa y solo Dios basta, en eso se basa mi esperanza y ahí no hay
resignación alguna, solo una PACIENTE espera, que a pesar de mis debilidades,
me refuerza interiormente, cada vez más.
* * *
...
* * * * *
10 comentarios:
Y con esa actitud, saldrás.
Tu blog es un blog lleno de VIDA, y de la buena. Cuando entré por primera vez me recordaste a varias personas que vivieron y viven tu misma situación y que siguieron y siguen adelante siempre. He vivido muertes ejemplares, plenamente conscientes de que es un tránsito a una vida mejor, a la verdadera vida y así nos lo hicieron vivir también a nosotros, y estoy viviendo al lado de personas (entre ellas mi madre) que siguen adelante sin perder un ápice de confianza en Dios. Personalmente han sido y son para mí un verdadero ejemplo de fe, vivieron y viven su enfermedad como una oportunidad que Dios les da. Y aunque tenían y tienen sus horas bajas,somos humanos, siempre muestran la actitud que tú tienes y que te doy las gracias de todo corazón por compartirla. Es una verdadera catequesis leer tus entradas y debemos estar agradecidos porque las compartes con tanta generosidad.
Siempre te doy las gracias porque es lo primero que me sale cuando leo, un ejemplo. Una bendición encontrarnos con tu blog, así lo siento siempre, y además ¡¡¡nos pones una música preciosa!!!, como te digo, una bendición...
Muchas gracias, por tantas cosas buenas, haces mucho bien.
Ahora voy a escuchar la música del otoño que nos dejaste, porque todavía no me ha dado tiempo, y gracias otra vez, siempre.
No es buena la resignación. Es cosa de otras religiones, pero no de los cristianos. Tú mismo, que luchas, todos los días, como has estado luchando desde el principio, bien es verdad que en otras batallas, nunca te has resignado, ante nada, y eso es lo que te mantiene fuerte.
Muy bella, la música de otoño.
Besos y abrazos.
Lo que siempre admiré de Job fue su rebeldía y su aceptación final, cuando descubrió a Dios en todo lo que le ocurría. Para luchar, hay que ser rebelde.
Gracias por tu oración , el viaje estupendo, ya ves, sin Watsup y sin nada te dejo BESIÑOS DE agradecimiento.
¡Que buena lección me das!
Gracias Arcen.
DTB!!
Querido Arcen, me ha sorprendido mucho tu entrada y tu negativa a resignarte.
Me doy cuenta de que esa palabra a perdido el sentido maravilloso que tiene, pues signica: "Entrega voluntaria que hace alguien de sí poniendose en las manos y voluntad de otra persona".
Espero que sabiendo el sentido y significado de esa palabra aceptes RESIGNARTE sabiendo de Quién te fías.
Un abrazo muy muy fuerte.
Queridos todos, gracias por visita y comentarios.
Querida Madre agradecida, por supuesto que sé de quien me fío, por eso no me rindo..., solo es cuestión de semántica, espero que entiendas mi post con el sentido que le he querido dar.
ABRAZOS.
Arce, que sepas, te leo todo los días. Aunque no escriba, estoy presente. Rezo.
Pienso como tú Arcen, hay que aguantarse cuando has perdido una vez luchado, pero ¿sin luchar? quién ha dicho eso!!
Es verdad lo que dices EN TODO.
Esto escribiste el 8 de octubre y estamos casi ya en Enero, que manera de luchar, querido Lohengrin, sigue, sigue, sigue..., que venceremos.
BESIÑOS DE LUCHA, SIEMPRE ¡EN GUARDIA!
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