sábado, 16 de mayo de 2009

ESCRITORES Y DEMONIOS

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Rompo una vez más la rutina musical del finde, provocado por el estreno de un nuevo peligro, en nuestras pantallas de cine.
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Cuentan las crónicas de la historia antigua la historia de un joven romano que había sido convertido al cristianismo. Su vida era recta y apacible, crecía en santidad y era ejemplo, en la clandestinidad de aquel imperio, para muchos de los que se reunían en las catacumbas. La fama de su bondad era conocida por todos. Sin embargo, su vanidad, su soberbia (vicios muy humanos) y la omisión en la custodia de sus valores sagrados, le hicieron ponerse al borde del abismo; y no digo de la condenación, porque eso solo Dios lo sabe y es muy grande y misericordioso.
Al conocer su fama, alguno de sus conocidos, le propuso un reto, seguro de que no iba a poder afrontarlo. Debería asistir, a un combate a muerte de gladiadores, en el Circo Romano. El, accedió, seguro de sí mismo, y persuadido de que aquello, precisamente porque era una carnicería humana no agradable a Dios, iba a ser repulsivo y de que allí mismo, podría convencer a su “amigo” de lo deplorable que resultaría aquel sangriento espectáculo.
Al principio fue así, ante aquella orgía de sangre, aquellos gritos pidiendo muerte, aquel desenfreno de violencia incontenible, tapaba sus ojos aterrorizado, era la degradación del ser humano en masa, algo inconcebible, indescriptible. Pero poco a poco, sus manos fueron destapando su rostro, y clavando la mirada en este o aquel luchador, al poco tiempo, influido de lleno por las voces de la masa, fue tomando partido; de tal modo, que imperceptiblemente fue jaleando los lances de los gladiadores, y finalmente, aquellas mismas manos, que habían cubierto su cara, acabaron señalando al Cesar con el pulgar hacía abajo. La diabólica obra había sido consumada, el “santo” sucumbió al ambiente.
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Este cuento histórico tiene muchas moralejas, la principal es que tenemos mucho que custodiar, nada menos que un alma sagrada e inmortal, y la segunda es que “el mundo” tiene sus tretas, sus habilidades para hacernos perder, en solo unos minutos, lo que con tanto mimo, venimos cuidando durante, a veces, toda una vida.
Dios está con nosotros siempre, nos cuida y nos guía, a través de sus Ángeles y sus Santos pero nunca nuestra soberbia debe creer que tenemos todo ganado; siempre hay que poner de nuestra parte, todos los días de nuestra vida hemos de evitar situaciones, lecturas, películas e incluso personas, que nos puedan poner en el brete de perder nuestro tesoro.
La oración, la frecuencia sacramental, la santas lecturas, las buenas compañías, son elementos básicos que nos dan energía y fortaleza para hacer frente a los distintos envites que el mundo nos propone. Pero también, en eludir ciertas cosas, está la clave.
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He querido plantear, en este fín de semana, este tema, animado principalmente por la aparición en nuestras pantallas, de “Ángeles y Demonios”, la última película de Tom Hanks, basada en la novela de Dan Brown del mismo nombre. Brown, autor también de la panfletaria “El Código Da Vinci”, es un autor de éxito, principalmente por dos causas:
Primero por la poca formación intelectual, histórica y mucho menos teológica de sus seguidores. Y segundo, por la necesidad del pobre ser humano, que siempre, aunque no quiera, tiende a buscar lo sobrenatural.
Son cientos de novelorios los que tocan temas religiosos o bíblicos, la mayoría de ellos, salvando excepciones: (
La Sangre del Pelícano), sin ningún rigor y plagados de mentiras e inexactitudes. Pero todos acaban siendo best sellers, precisamente por esa latente necesidad espiritual, que hemos mencionado. Brown, como muchos otros autores de ese subgénero han encontrado su filón monetario y se aprovechan de la inmadurez de la masa para subir sus cuentas corrientes como la espuma. Brown es un oportunista más, al que no le importa dar cien patadas a las Escrituras y a la Historia, con tal de que sus obras estén en lo más alto del ranking.
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Estas novelas o sus películas, seguramente también tienen éxito, porque además de tocar esos temas, son thrillers donde el misterio y la acción, se manejan hábilmente para atraer al lector-espectador; pero eso no quiere decir que la obra en sí, sea buena en su concepto más puro. Todo lo contrario, en aquel Circo Romano, también todo estaba muy bien organizado, todo estaba configurado de forma muy “civilizada” para atraer a ese gran tropel de público, posteriormente ávido de sangre…cristiana.
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Un cristiano de hoy, tampoco puede claudicar ante la opinión de la masa, tampoco puede transigir, ni si quiera en pequeños detalles, porque se acaba aplaudiendo lo que no es ni cristiano, ni humano. Sé que esta obra de Brown está de moda, claro, como lo está también atentar y atacar a todo lo Católico, la moda no es excusa. Empezamos por claudicar, porque son cosas sin importancia, porque solo es una novela y acabamos aceptando (oído entre mis mas allegados) por aceptar y comprender el aborto, ¡solo, en caso de violación!.
Se empieza por poco, se acaba con todo. Hay que ser radicales. Nuestra alma inmortal está en juego.

Nunca he estado de acuerdo con censuras impuestas desde fuera, por ejemplo las que vienen de cualquier estado totalitario. ¡Nunca!. Pero sí, creo, y además firmemente, en la necesidad de cierta auto censura.
Para mí, la Fé es un don y además un inmenso tesoro, que debo cuidar y preservar; y desgraciadamente muchas de las cosas que se publican más que alimentar mi fé tienden a desvirtuarla. Digamos que todo me es lícito pero no todo me conviene; para los que estamos convencidos de que en nuestras vidas, Dios es lo primero, todo lo que signifique apartarme del camino correcto, debe ser rechazable. Además soy de la creencia que no todo el mundo está preparado, ni está maduro intelectualmente para leer todo, probablemente, empezando por mi mismo.

Resumiendo, una persona de fé, puede leer y ver “todo”, siempre y cuando se tenga buen criterio, madurez espiritual y bases bien fundamentadas; si no se tienen estas cimentaciones el consejo es dejarlo, para cuando se haya crecido más espiritualmente. Y aún así, tomarlo todo con alfileres y bajo el sabio consejo de una buena dirección espiritual.
Hay casos como este en los que no vale el viejo aforismo “Todo tiene algo bueno que aportar”; en muchas ocasiones, ciertas lecturas y ciertas películas que se inician con esas premisas, pueden poner en serios aprietos las verdades de la fe y excitar dudas inútiles y engañosas. La fé es algo demasiado precioso, demasiado importante, para ponerla en juego.La idea clara que tendría que tener cualquier católico, es que ante obras que atacan a la Madre la Iglesia, con claro tufillo demoníaco,
NI UN SOLO CENTIMO DE NUESTROS BOLSILLOS, NI UN SOLO MINUTO DE NUESTRO TIEMPO.

Para terminar, como siempre un par de vídeos, el primero es un breve pero necesario resumen de alguna de las muchas mentiras de esta obra de Brown.

Y por fín, un último vídeo que refleja la auténtica GRAN RIQUEZA de la Iglesia, que no es precisamente de la que habla Brown en sus panfletos.
En este documento clandestino, pero absolutamente real, se recogen los últimos momentos de la vida del obispo chino mártir John Han Dingxiang. Este obispo murió en la cárcel tras 30 años de prisión, en 2007. Fue incinerado en secreto y sepultado en una tumba donde se omitió la palabra "obispo".
Fé, coherencia, donación y AMOR, Estos son nuestros grandes tesoros, y aunque no tengan el brillo de los best sellers de moda, son los más dignos de ser salvaguardados.

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5 comentarios:

Gaudiumlux dijo...

Preciosa, presciosa entrada, gracias por ella . Totalmente de acuerdo en todo lo que dice. Saludos

Militos dijo...

Con una miseria de enlace, aprovecho para aplaudirte por este oportuno y necesario post. La gente parece bobalicona, no digo que lo sea, sólo que lo parece.
Podías hacer como Hispanicus que contó el final para reventar esta película blasfema.
Te deseo un buen fin de semana.
Un lejano beso que no sé si te llegará.

En De Dentro estoy promocionando el nuevo blog de mi hija Raquel, cuando pase tu finde, que no quiero perturbar, espero que me lo apoyes.
Más besos

Magicomundodecolores dijo...

Querido Arcendo: ante todo, gracias por tus palabras hacia mi matrimonio.Antonio se ha emocionado con los comentarios de todos los que han escrito.

De Dan Brown qué decir, sólo es un mercader más que quiere vivir del templo y del cuento. En su otra novela, no se si sabes que hubo deslices hasta en las calles de Paris, ni siquiera sabía ubicar bien los escenarios. Y el "pegoste" que se tiró en la historia que contaba es hasta ridículo. Yo leí ambos libros, hasta la última letra, pues no hay nada que me disguste más que empezar un libro y no terminarlo, pero me prometí ni mirarle más, es que tontorrón una cosa mala, pero para las personas que no estén firmes en la fe, es peligroso y, para los que no la tienen, es un acicate inculto y ridículo, pero les da pie para criticar más. Así que estoy de acuerdo contigo: ni un duro por lo libros o las pelis, que ahí no se nos ha perdido nada a los católicos. Los errores en esta novela son garrafales y, la primera película la empecé a ver, por el morbo de ver actuar juntos a Amelie y Tom Hanks y fue decepcionante.
Sigue así, que hay mucha gente que necesita que le abran los ojos.
Un beso y que tengas buen finde.
Ahhh...se me olvidó en mi post de San Isidro labrador felicitarte, así que lo hago ahora.

Anónimo dijo...

No se ve el último video Arce.
Con mi dinero que no cuenten para difundir patrañas.
Y desde luego la lectura hay que seleccionarla porque nos impresiona mucho más que una pelicula.
Un bs

alter-ego dijo...

La nueva generación duda de la fe,duda del trabajo y duda del matrimonio,lo cual es la ocasión de un inmenso pogreso,porque algún día podrá creer en ello de una manera sana...,a menos que perpetué nuestros errores,ya sea rechazado todo compromiso que no esté totalmente garantizado,ya sea comprometiéndose con la ilusión de que efectivamente lo está.

No te quito la razón Arcen estoy al 100 por cien contigo.Viendo esta película puedes juzgar con seguidad.Buen fin de semana amigo,hermano Dios nos guarde.

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