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Aunque se me tache de anacrónico, he de decir que las playas españolas, o mejor dicho lo que se cuece y tuesta en ellas, no me gusta.
Reconozco que soy un tipo raro, pero soy pez al que no le apetecen esas aguas, ahí me siento fuera de sitio, no estoy a mis anchas, para decir verdad, ni me encuentro.
.
El paseo por la playa es variopinto, uno debe abrirse paso, no solo entre olas, tumbonas, sombrillas y castillitos de arena; el camino tiene otros obstáculos, a cual más visual y llamativo.
Pálidas y orgullosas tripas cerveceras; bronceados cuerpos esculpidos en los gimnasios capitalinos; tangas de infarto, mamás con tapper y tortilla; niños llorones de espalda quemada; señoronas entradas en años y en kilos luciendo pechamen y embadurnadas de aftersun hasta las cejas; ligones de playa y hasta jubilados increíbles haciendo footing alegremente (estos últimos, los más dignos). ¡Esto es el circo humano!.
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La cuestión se hace mucho más pintoresca, cuando el sol toma las de Villadiego y se hace la noche. Los bikinis y el baño solar dan paso a los pareos y modelitos ad lib para seguir dando rienda suelta al “miraqueguapasoyquetipotengo”, que la estación estival y la moda exigen.
Y no, no hablo de discotecas, ni bares de copas, que por mi condición de padre que intenta ser responsable ni he pisado; sigo hablando de la playa y sus aledaños.
Cuando la noche llega, el paseo marítimo se transforma en otro caleidoscopio de diversidades. Moritos en su top manta vendiendo de todo, cine a la orillita del mar, chiringuitos, fuegos de artificio, helados de cucurucho, horchata, cubata y paella para los más glotones.
Y en el negro interior de la playa misma, la historia es otra, más íntima y escondida; parejitas, trios o lo que se tercie, haciéndose de todo, sin buscar más refugio que la oscuridad nocturna; grupitos de jóvenes alrededor de una guitarra o de un radiocassete fumándose el porrete del día, y hasta los más animados, dándose el bañito nocturno en pelota picada…,
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Así, el ingenuo peripatético que se atreva, tanto de dia como de noche, se topará con un sinfín de ejemplares de la más diversa y dispar fauna playera; por eso, ustedes comprenderán que se hace harto difícil para cualquiera que quiera mantener algo de paz espiritual, si quiera, llegar a unos niveles mínimos aceptables entre tanto barullo y proposición sensitiva. Con tanto cachondeo, en todos los sentidos, a uno se le va el santo al cielo.
Las costas españolas de hoy, son un canto a la exhibición, a la carne (carnaza) y a la desinhibición. Donde en muchas ocasiones, el pudor, el buen gusto y la vergüenza brillan por su ausencia.
No digo yo, que haya que cortar alas a la libertad, que no critico a nadie y cada uno sabe como utilizar o maltratar ese bendito don divino, pero es que hay cosas que por estética e incluso por educación, deberían evitarse.
Por eso, se hace imperiosamente necesario, buscarse las tretas y huir del desmadre.
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Truco 1. Un buen recurso, la lectura. Nada como un par de buenos libros con los que sofocar los calores de mediodía y “pasar” de las tediosas y malísimas fotonovelas de la tele. (Ya comentaré, próximamente mis dos nuevos hallazgos).
Truco 2. Escaparse del mundo, buscando a la persona, hablar con la gente, conversar de todo, incluso de Dios.
Truco 3. Disfrutar de la familia, jugar con los niños, contarles cosas, hablar con ellos, saber que quieren, estrechar lazos, jugar, repartir buen humor.
Truco 4. Conocer sitios, empaparse de vivencias, vivir la historia.
Truco 5. Pensar por caridad y justicia en aquellos que trabajan para que otros disfruten o desparramen.
Truco 6. Experimentar la grandeza del mar, por sí solo, de su fuerza, de su belleza, de su sonido; de toda la naturaleza, de los amaneceres y los ocasos en la orilla del mar.
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Y es que esta última experiencia...., ha sido uno de los mayores tesoros que me llevo de mi último viaje.
El amanecer, en pareja, rezando el rosario y escuchando solo la contestación al ave maría y el rumor de las olas….¡inefable, amigos, inefable!...
.
Por supuesto que en la playa también podemos sentir la inmensidad de nuestro Dios.
Hoy en nuestras playas hay tanto ruido y tanta luz artificial que no le oímos, pero El sigue ahí, nos habla…nos dice que sigue sosteniéndonos con su amor. El TAMBIÉN está ahí.
A mi me ha funcionado y por eso, esta noche, me atrevo a proponerte que tú también te busques tus “truquis”, y verás, como yo, como también le oyes.
Estés donde estés, huye de las interferencias, sube tu antena y sintoniza. La frecuencia de Dios, siempre emite; es fácil dar con ella, solo que hay que querer buscarla.
Aunque se me tache de anacrónico, he de decir que las playas españolas, o mejor dicho lo que se cuece y tuesta en ellas, no me gusta.
Reconozco que soy un tipo raro, pero soy pez al que no le apetecen esas aguas, ahí me siento fuera de sitio, no estoy a mis anchas, para decir verdad, ni me encuentro.
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El paseo por la playa es variopinto, uno debe abrirse paso, no solo entre olas, tumbonas, sombrillas y castillitos de arena; el camino tiene otros obstáculos, a cual más visual y llamativo.
Pálidas y orgullosas tripas cerveceras; bronceados cuerpos esculpidos en los gimnasios capitalinos; tangas de infarto, mamás con tapper y tortilla; niños llorones de espalda quemada; señoronas entradas en años y en kilos luciendo pechamen y embadurnadas de aftersun hasta las cejas; ligones de playa y hasta jubilados increíbles haciendo footing alegremente (estos últimos, los más dignos). ¡Esto es el circo humano!.
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La cuestión se hace mucho más pintoresca, cuando el sol toma las de Villadiego y se hace la noche. Los bikinis y el baño solar dan paso a los pareos y modelitos ad lib para seguir dando rienda suelta al “miraqueguapasoyquetipotengo”, que la estación estival y la moda exigen.
Y no, no hablo de discotecas, ni bares de copas, que por mi condición de padre que intenta ser responsable ni he pisado; sigo hablando de la playa y sus aledaños.
Cuando la noche llega, el paseo marítimo se transforma en otro caleidoscopio de diversidades. Moritos en su top manta vendiendo de todo, cine a la orillita del mar, chiringuitos, fuegos de artificio, helados de cucurucho, horchata, cubata y paella para los más glotones.
Y en el negro interior de la playa misma, la historia es otra, más íntima y escondida; parejitas, trios o lo que se tercie, haciéndose de todo, sin buscar más refugio que la oscuridad nocturna; grupitos de jóvenes alrededor de una guitarra o de un radiocassete fumándose el porrete del día, y hasta los más animados, dándose el bañito nocturno en pelota picada…,
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Así, el ingenuo peripatético que se atreva, tanto de dia como de noche, se topará con un sinfín de ejemplares de la más diversa y dispar fauna playera; por eso, ustedes comprenderán que se hace harto difícil para cualquiera que quiera mantener algo de paz espiritual, si quiera, llegar a unos niveles mínimos aceptables entre tanto barullo y proposición sensitiva. Con tanto cachondeo, en todos los sentidos, a uno se le va el santo al cielo.
Las costas españolas de hoy, son un canto a la exhibición, a la carne (carnaza) y a la desinhibición. Donde en muchas ocasiones, el pudor, el buen gusto y la vergüenza brillan por su ausencia.
No digo yo, que haya que cortar alas a la libertad, que no critico a nadie y cada uno sabe como utilizar o maltratar ese bendito don divino, pero es que hay cosas que por estética e incluso por educación, deberían evitarse.
Por eso, se hace imperiosamente necesario, buscarse las tretas y huir del desmadre.
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Truco 1. Un buen recurso, la lectura. Nada como un par de buenos libros con los que sofocar los calores de mediodía y “pasar” de las tediosas y malísimas fotonovelas de la tele. (Ya comentaré, próximamente mis dos nuevos hallazgos).
Truco 2. Escaparse del mundo, buscando a la persona, hablar con la gente, conversar de todo, incluso de Dios.
Truco 3. Disfrutar de la familia, jugar con los niños, contarles cosas, hablar con ellos, saber que quieren, estrechar lazos, jugar, repartir buen humor.
Truco 4. Conocer sitios, empaparse de vivencias, vivir la historia.
Truco 5. Pensar por caridad y justicia en aquellos que trabajan para que otros disfruten o desparramen.
Truco 6. Experimentar la grandeza del mar, por sí solo, de su fuerza, de su belleza, de su sonido; de toda la naturaleza, de los amaneceres y los ocasos en la orilla del mar.
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Y es que esta última experiencia...., ha sido uno de los mayores tesoros que me llevo de mi último viaje.
El amanecer, en pareja, rezando el rosario y escuchando solo la contestación al ave maría y el rumor de las olas….¡inefable, amigos, inefable!...
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Por supuesto que en la playa también podemos sentir la inmensidad de nuestro Dios.
Hoy en nuestras playas hay tanto ruido y tanta luz artificial que no le oímos, pero El sigue ahí, nos habla…nos dice que sigue sosteniéndonos con su amor. El TAMBIÉN está ahí.
A mi me ha funcionado y por eso, esta noche, me atrevo a proponerte que tú también te busques tus “truquis”, y verás, como yo, como también le oyes.
Estés donde estés, huye de las interferencias, sube tu antena y sintoniza. La frecuencia de Dios, siempre emite; es fácil dar con ella, solo que hay que querer buscarla.
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6 comentarios:
Querido Arcendo: ¿por qué crees que yo voy siempre fuera de temporada? Mi playa no tiene nada que ver con la que tú cuentas, aunque alguna loca que no teme al cancer de pecho también se ve de vez en cuando, pero el mar es casi para nosotros solos, aunque suene egoista.
Tus trucos me parecen fenomenales y claro que Dios está a la escucha y al habla siempre, en ningun sitio he hablado mejor con él que frente al mar, ya sabes que tengo alma de farera.
Me encanta venir y ver que ya tenemos post nocturno y ¡qué post, Dios mío! práctico y clarividente, de los de llevarse a casa y colocarlo en el corcho de los planing.
Un beso para ti y otro para la Hoja que tan sola a estado estos días.
Alguien se comió la H en "ha estado". Coyuntura que aprovecho para dejarte otro beso.
Hasta mañana si Dios quiere
Pues la playa para mí está vetada. Mis genes alemanes hacen que no nos llevemos bien, el sol y yo. Por lo que me ahorro algunas de tus visiones. Me han encantado los trucos que has tenido. Lo mejor lo del Rosario en pareja al amanecer. Me encanta el mar, pero verlo en la soledad de las arenas. Yo soy más de montaña. ¡Buscando siempre las alturas!Pero porque estoy muy en las "bajuras".No estoy en el mejor de los momentos. Hago caso de Militos.
Es verdad. Yo voy a la playa a primera hora, me baño y vuelvo a última hora de la tarde a lo mismo.
Pero es que veraneo en un cabo.Agosto es tremendo en todos lados.
Dar la vuelta al cabo al borde del mar con mis perros y los niños es uno de mis truquis.
Recomienda libros, anda, que últimamente ya no se que comprar, lo último que he leído ha sido "la taberna errante" de Chesterton y "el niño que no sabia soñar" de Vauro Senesi.
!Que bien que ya vuelvas a escribir!
Yo he ido buscando una playa de las familiares y llego de las primeras para disfrutar de los paseos a la orilla.
Y creo que últimamente, por si fuera poco lo que ya se da en las playas, viene dándose en tv y prensa como una ofensiva para que los pocos pudores que hay desaparezcan a base de ver nudistas y hablar de ellos y así se nos vaya haciendo la vista y tengamos por normal lo que no es.
Arcendo no he visto tu fiema en el apoyo a Benedicto, ¿No quieres? No sabes el cabreo que cogí cuando leí lo que puse en el post. El de No lograran callarnos. Luego el Papa, la buscará con lupa, El gran Arcen.
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