EL ENEMIGO…EXISTE.

.
Hoy queridos mios, me vais a permitir que hable un poco del enemigo. Porque hay días en los que parece acechar más que otros. Se aparece y se cuela por cualquier rendija para tratar de hundirte, para echar todo a perder, para desanimarte, para confundirte, así es de cabrón, así es de listo.
Cuando menos te lo esperas, cuando parece que estás más contento, cuando parece que estás más seguro, ¡ZAS!, todo se vuelve del revés.
Y… os aseguro, que se pasa mal.
.
Esta claro que el demonio no es el protagonista del Evangelio, pero que duda cabe que su presencia en ese libro histórico es real, tan real como para no rechazar lo que el Libro Santo pueda decirnos de él. Rechazarlo como un puro “personaje de época” no sería una lección de seriedad, aunque se pinte con un tinte científico.
Su existencia no es ningún invento de la Iglesia para dominar a los ignorantes, desgraciadamente es una presencia real, que los humanos, consciente o inconscientemente todos hemos sentido alguna vez.
.
La novedad y también la esperanza del Evangelio es que nos lo presenta como un enemigo al que se le puede vencer. El Evangelio no nos muestra como suprimir al demonio, sino que nos clarifica que su poder desaparece ante la simple sombra de Jesús resucitado.
De hecho, uno de los grandes éxitos de la cristiandad primitiva fueron sus victorias sobre los demonios; se cuenta varias veces en los “Hechos” como aquellos primeros apóstoles regresaban felices de sus misiones porque “hasta los demonios se nos someten en su Nombre”.
.
Por eso, en momentos de debilidad, como el que a mí me ha tocado vivir hoy, antes que desesperarse hay que buscar remedio siempre en su Nombre y en su Palabra.
Hoy especialmente me ha venido bien, leer el Evangelio; incluso tratando de buscar referencias al enemigo en el Libro Sagrado, como tratamiento de choque, ha sido fantástico
Nada como la Palabra para sosegar el Espíritu. Con su Palabra no existe la desesperanza, si Judas mismo hubiera oído, hubiera escuchado…, me atrevo a creer que jamás hubiera terminado en aquella triste horca.
“Lámpara es tu Palabra para mis pasos, Luz en mis senderos”, dice el Salmo 119,105, y ¡Cuánta razón tiene!.
.
Para finalizar este post también quiero echar mano de la más poderosa de las aliadas.
“Como aceite derramado es tu nombre” (Ct 1, 2), “Y el nombre de la Virgen era María” (Lc 1, 27). Su nombre esparce fragancia, y alimenta mi lámpara, cura mis males, no hay nada que no ceda al poder del nombre de María. Como dice el Kempis, “… hasta los demonios lo temen de tal manera que al oír su nombre, huyen de aquel que lo nombra, como de fuego que los abrasara”; por eso yo, invoco también a María corredentora y por fín acabo, porque lo necesito, con esta breve oración.
.
Jesús mío, yo renuncio a Satanás y a todas sus obras.
Pon sobre mí, tu sello bendito, para que el espíritu maligno sepa que soy tuyo y quiero serlo, ahora y para siempre.
Marca mi vida, cúbreme con tu sangre bendita derramada en la cruz y por tus méritos infinitos y por la intercesión de María, te pido que protejas de todo mal y de todo poder del maligno, a mí, a todos mis familiares y a todos mis amigos.
Yo te proclamo, Jesús mío, como mi único Señor, yo te amo y en ti confío, siempre, siempre, siempre…
.

Amen.
.

* * *

* * * * *