EL MATRIMONIO PERFECTO.

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Cuantas veces me gusta mirar aquel hogar de Nazaret. Naturalmente, la figura protagonista de esa casa era el Hijo, pero a veces me sorprendo pensando que es una pena que los Evangelios nos hablaran tan poco de esa ejemplar pareja conyugal. De esa manera uno debe agarrarse a lo que tiene y tirar de imaginación, arroparse con lo poco que se sabe y con lo mucho que se puede imaginar o intuir.
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Así, sin despreciar en absoluto a la Virgen, como figura modélica de madre y esposa; me fijo más en el papel del padre…., por la parte que me toca.
Me parece impresionante como ese humilde carpintero supo llevar a cabo la misión excepcional de ser esposo de María y padre del mismo Dios, de una manera tan natural que por esa misma sencillez, se torna en sobrenatural.
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¡José, custodio de esta familia tan especial!; dice la Escritura que José era un hombre agradable a Dios: justo y bueno (Mateo 1,19), pero algo más debía tener este hombre para que Dios mismo, le confiara el cuidado de su Hijo y de su madre.
El Evangelio no ha conservado ninguna palabra suya, pero si, ha descrito sus apariciones en el texto, a base de acciones. Se podría decir que casi toda la vida de José se podría resumir en una sola palabra «Hizo». Siempre hizo…, lo que convenía, es decir la voluntad de Dios, y ahí está su mérito y su éxito.
De hecho…, por eso precisamente, la Iglesia reconoce que la santidad de San José está muy por encima de los Patriarcas y Profetas del Antiguo Testamento, de los Apóstoles, de los Mártires, de los Confesores, de las vírgenes y aun de los mismos ángeles.
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Pero volvamos ahora, a cuestiones más domésticas. A mi, me gusta también, fantasear a menudo sobre esos años de vida oculta de Jesús, cuando sólo María y José conocían su misterio, ¡que luminoso y alegre debió ser aquel hogar!.

Es de lógica pensar que Jesús llamaba “padre” o "papá" a José, y que además de enseñarle, hablara con Él, jugará con Él, y todo esto me emociona; pero dejad que ahora me pare también en ese José-esposo.
En este caso, siempre contemplo a José en medio de circunstancias muy adversas, pero en todo momento, muy cerca de María, llenándola de delicadezas, cuidándola…., amándola… ¡Como se debían querer!...

Por eso, os confesaré, que yo le invoco y le encomiendo mi matrimonio. Creo que para esto de la cosa marital, salvo María, no hay mejor valedor. Esposos..., os invito a comprobarlo.
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Para terminar el post, permitidme que, como siempre, lo amenice con un vídeo alusivo. Esta vez, igual que el comentario, también va de matrimonios.
A mi, esta –sorpresa- que vais a ver, me ha enternecido, me ha parecido emocionante y además la canción es preciosa y llena de esperanzas. SIN DUDA GENIAL, no os lo perdais.

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