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De vez en cuando, como el Guadiana, aparecen por aquí, nombres como Chesterton, Orwell, o Saint Exupery, entre otros. Todos ellos, muy distintos en muchos aspectos, pero con el denominador común de ser grandes maestros en la “literatura de valores”
.
Sin embargo, si hay uno que destaca, sin despreciar al resto, entre los preferidos de LA HOJA, sin duda es J.R.R. Tolkien.
Digamos que el detonante, para volver ha hablar de él, ha sido, que estos días he estado viendo, otra vez, con mis hijos, la trilogía cinematográfica del “anillo” (cada vez que la veo, o la leo, siempre saco nuevas inspiraciones). Pero sobretodo quiero volver a honrar a Tolkien, para reivindicar su figura y difundir su obra entre los que todavía no han tenido la dicha de conocerla.
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Para el que no profundice, Tokien pasaría por ser un simple escritor de cuentos fantásticos, de cierto mérito. Se leerían sus obras, gozando solo de una narración más o menos imaginativa y bien escrita. Sin embargo, nos quedaríamos sin lo mejor. Porque todas las obras de Tolkien, tienen un gran tesoro escondido tras el amenísimo relato. Su riquísimo mensaje espiritual, metafísico, filosófico, teológico, netamente religioso.
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Su obra escenifica magistralmente la clásica lucha del bien contra el mal, una lucha donde impera el amor, la amistad, el sacrificio, la fidelidad, el honor, el valor de lo pequeño y la lucha constante contra “las fuerzas oscuras”, ahí en ese incansable bregar, es donde se encuentra el heroísmo.
De tal modo que se podría decir que su creación es una nueva mitología…, de origen cristiano.
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Sus libros están repletos de simbolismos religiosos, señal inequívoca de la gran importancia que le da Tolkien, a la trascendencia. Por eso, no se puede desgajar al escritor de su vida, ligada inseparablemente a su catolicismo. Tolkien vertió su sabiduría y sus creencias en todas sus obras. Pero…
¿De donde viene todo ese misticismo? ¿De donde le vienen todos esos valores heroicos a este excelente escritor? El mismo, lo explica:
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“Yo soy cristiano (lo que se puede deducir de mis relatos) de hecho, soy católico romano […] El señor de los Anillos es, sin duda, una obra fundamentalmente religiosa y católica; lo fue así primero de manera inconsciente, pero conscientemente en la revisión”
“He planeado conscientemente muy poco y debo estar agradecido principalmente al hecho de haber sido formado (desde que tenía ocho años) en una fe que me ha alimentado y que me ha enseñado todo lo que sé; y esto se lo debo a mi madre, que fue siempre fiel a su conversión a la Iglesia Católica y que murió joven debido en buena parte a las incomodidades y privaciones de la pobreza resultante de su conversión.”
.
¡DE SU MADRE!, es la respuesta.
- El valor de las cosas pequeñas.
- El esfuerzo para lograr objetivos
- La honradez y la perseverancia
- Y el abnegado sacrificio.
Todos esos valores cristianos que tan bien plasmó en sus obras: VINIERON DE SU MADRE. Son lecciones aprendidas en la niñez. Todo es fruto pues, de aquel buen legado materno que indudablemente permea toda la obra tolkieniana.
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Para acabar, quisiera hacerlo con un memorable monologo de SAM SAGAZ, que corrobora todo lo que aquí hemos dicho hoy, esa influencia maternal católica, implícita, pero evidente:
.
«Ha sido un error. No deberíamos ni haber llegado hasta aquí… pero henos aquí.
De vez en cuando, como el Guadiana, aparecen por aquí, nombres como Chesterton, Orwell, o Saint Exupery, entre otros. Todos ellos, muy distintos en muchos aspectos, pero con el denominador común de ser grandes maestros en la “literatura de valores”
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Sin embargo, si hay uno que destaca, sin despreciar al resto, entre los preferidos de LA HOJA, sin duda es J.R.R. Tolkien.
Digamos que el detonante, para volver ha hablar de él, ha sido, que estos días he estado viendo, otra vez, con mis hijos, la trilogía cinematográfica del “anillo” (cada vez que la veo, o la leo, siempre saco nuevas inspiraciones). Pero sobretodo quiero volver a honrar a Tolkien, para reivindicar su figura y difundir su obra entre los que todavía no han tenido la dicha de conocerla.
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Para el que no profundice, Tokien pasaría por ser un simple escritor de cuentos fantásticos, de cierto mérito. Se leerían sus obras, gozando solo de una narración más o menos imaginativa y bien escrita. Sin embargo, nos quedaríamos sin lo mejor. Porque todas las obras de Tolkien, tienen un gran tesoro escondido tras el amenísimo relato. Su riquísimo mensaje espiritual, metafísico, filosófico, teológico, netamente religioso.
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Su obra escenifica magistralmente la clásica lucha del bien contra el mal, una lucha donde impera el amor, la amistad, el sacrificio, la fidelidad, el honor, el valor de lo pequeño y la lucha constante contra “las fuerzas oscuras”, ahí en ese incansable bregar, es donde se encuentra el heroísmo.
De tal modo que se podría decir que su creación es una nueva mitología…, de origen cristiano.
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Sus libros están repletos de simbolismos religiosos, señal inequívoca de la gran importancia que le da Tolkien, a la trascendencia. Por eso, no se puede desgajar al escritor de su vida, ligada inseparablemente a su catolicismo. Tolkien vertió su sabiduría y sus creencias en todas sus obras. Pero…
¿De donde viene todo ese misticismo? ¿De donde le vienen todos esos valores heroicos a este excelente escritor? El mismo, lo explica:
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“Yo soy cristiano (lo que se puede deducir de mis relatos) de hecho, soy católico romano […] El señor de los Anillos es, sin duda, una obra fundamentalmente religiosa y católica; lo fue así primero de manera inconsciente, pero conscientemente en la revisión”
“He planeado conscientemente muy poco y debo estar agradecido principalmente al hecho de haber sido formado (desde que tenía ocho años) en una fe que me ha alimentado y que me ha enseñado todo lo que sé; y esto se lo debo a mi madre, que fue siempre fiel a su conversión a la Iglesia Católica y que murió joven debido en buena parte a las incomodidades y privaciones de la pobreza resultante de su conversión.”
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¡DE SU MADRE!, es la respuesta.
- El valor de las cosas pequeñas.
- El esfuerzo para lograr objetivos
- La honradez y la perseverancia
- Y el abnegado sacrificio.
Todos esos valores cristianos que tan bien plasmó en sus obras: VINIERON DE SU MADRE. Son lecciones aprendidas en la niñez. Todo es fruto pues, de aquel buen legado materno que indudablemente permea toda la obra tolkieniana.
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Para acabar, quisiera hacerlo con un memorable monologo de SAM SAGAZ, que corrobora todo lo que aquí hemos dicho hoy, esa influencia maternal católica, implícita, pero evidente:
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«Ha sido un error. No deberíamos ni haber llegado hasta aquí… pero henos aquí.
Igual que en las grandes historias, señor Frodo, las que realmente importan, llenas de oscuridad y de constantes peligros, esas de las que no quieres saber el final porque ¿cómo van a acabar bien? ¿Cómo volverá el mundo a ser como era después de tanta maldad como ha sufrido? Pero al final todo es pasajero, como esta sombra. Incluso la oscuridad se acaba para dar paso a un nuevo día. Y cuando el Sol brilla, brilla más radiante aún.
Esas son las historias que llenan el corazón, porque tienen mucho sentido aun cuando eres demasiado pequeño para entenderlas. Pero creo, señor Frodo, que ya lo entiendo, ahora lo entiendo: los protagonistas de esas historias se rendirían si quisieran, pero no lo hacen, siguen adelante, porque todos luchan por algo.»
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5 comentarios:
Mi abrazo diario y mi gratitud por lo que cada día me llevo de esta hoja.
Creo que es una influencia bastante subliminal la del cristianismo en esas películas.
Cuando las vi, yo por lo menos no fui capaz de verlas, ahora sí.
En su género son obras maestras, no existen película ni que se les parezcan de lejos.
Ví las dos torres, pero casi me salía de la sala, es que era altísimo volúmen de sonido, y esos días había tenido mucho trabajo en el hospital, y solo fuí por no decir no.
La verdad no entendí ni disfruté nada.
Hasta ahora que te estoy leyendo me doy idea de que se trata.
Gracias Arce!!
Me encanta este escritor, y esta trilogia la tenemos en casa, como casi todos, mis hijos se saben de memoria los dialogos, y viene bien verla de vez en cuando, me voy como siempre encantada de visitar esta hoja, abrazos.
Eres un gran mentor, querido Arcendo. No puedo comentarte mucho pues la nena está hoy muy molesta, pero qué bonito y consolador lo que cuentas de la madre de Tolken. Si las madres no sabemos dejar a los hijos esa herencia de la fe, perderíamos tantos años de dedicación total a ellos.
BESIÑOS
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