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Hace unos meses, al filo de no sé que post de la HOJA, me entró uno de esos comentarios, que denotan cuán buenos e inocentes, pueden ser mis lectores.
Me decía mi comunicante que no podía concebir como alguien podría estar en contra de figuras tan relevantes y tan buenas como Madre Teresa de Calcuta o Juan Pablo II. Pensaba mi amiga, que la bondad y las obras de estos dos grandes puntales de la historia del mundo, eran tan evidentes, que de por sí, fueron y son respetados y reconocidos de forma unánime por toda la población mundial.
¡Que preciosa, pero gran ingenuidad se desprende de esa forma de pensar! Está claro que esa hipótesis tan solo puede venir de alguien que mira al Papa santo y a la Madre de los pobres, desde el cariño y la admiración; sin embargo, lamentablemente la realidad es otra.
Como vimos en mi post anterior, hay mucha gente, que pretende hacer daño, desde fuera y curiosamente también desde dentro. Por eso, personajes tan emblemáticos y radicales en la verdad, como JP II y Madre Teresa, que solo predicaron y dieron amor en sus vidas, a unos y a otros, les molestan sobremanera.
Como vimos en mi post anterior, hay mucha gente, que pretende hacer daño, desde fuera y curiosamente también desde dentro. Por eso, personajes tan emblemáticos y radicales en la verdad, como JP II y Madre Teresa, que solo predicaron y dieron amor en sus vidas, a unos y a otros, les molestan sobremanera.
Estamos en el umbral del reconocimiento público de la bondad de una persona singular, única, excepcional. Nadie en su sano juicio, podría dudar de su dedicación, de su entrega hasta el mismo día de su muerte. Alguien de quien se puede decir, sin temor al equívoco, que es un santo. Sin embargo hay, incluso entre los que se nombran a sí mismos católicos, que todavía pretenden poner palos en las ruedas del carro de la Iglesia romana… (Ver enlace)
Hace unas décadas, Leonardo Castellani, filósofo, erudito, prolífico escritor, celebrado periodista argentino y además sacerdote de la Iglesia Católica, se hacía la siguiente reflexión en uno de sus escritos:
“En toda mi vida no he encontrado ningún santo. Por mi culpa desde luego; pero no lo he encontrado” (Ver enlace)
Yo, sin embargo, humilde propulsor de esta HOJA, no puedo decir lo mismo. Yo creo que en mi vida, gracias a DIOS, he tenido la inmensa fortuna de haberme encontrado con varios. Con algunos que ya lo son porque han muerto y con otros, que son serios aspirantes a serlo. Reconozco que tengo suerte, sin embargo, pienso que, afortunadamente esto no es algo tan inusual. Todavía hay mucho bueno por el mundo, a pesar de lo malo.
Yo, sin embargo, humilde propulsor de esta HOJA, no puedo decir lo mismo. Yo creo que en mi vida, gracias a DIOS, he tenido la inmensa fortuna de haberme encontrado con varios. Con algunos que ya lo son porque han muerto y con otros, que son serios aspirantes a serlo. Reconozco que tengo suerte, sin embargo, pienso que, afortunadamente esto no es algo tan inusual. Todavía hay mucho bueno por el mundo, a pesar de lo malo.
Bueno, pues sin duda, uno de esos santos con los que yo me he topado, se llamaba Karol Wojtila. Lo conocí en persona cuando, siendo ya Juan Pablo II, vino a España y además tengo la alegría de haber cruzado miradas con él. Fue en la Castellana de Madrid. De lejos nos miró a mi mujer y a mí, en la Castellana de Madrid, (todavía éramos dos novios muy pipiolos), entonces…, nos miró y nos bendijo, ¡nos bendijo un santo!, y serán apreciaciones mías muy particulares, desde luego nada científicas, pero… ¿querréis creer que lo sentí?, ¿que lo sentimos?
De algún modo, creo firmemente que esa –anécdota sin importancia- tuvo que ver mucho con mi posterior matrimonio, y con 20 años de felicidad ininterrumpida.
¿Cómo no voy a ser juanpablista?... ¡hasta la médula, amigos, hasta el mismísimo tuétano!
¿Cómo no voy a ser juanpablista?... ¡hasta la médula, amigos, hasta el mismísimo tuétano!
Así que, por eso, cuando oigo a todos esos “cultísimos fariseos antagónicos” (Ver enlace), siento una terrible desazón, una pena muy grande y no puedo dejar de pensar en aquellas palabras del Papa Pablo VI: "El humo del infierno ha entrado en mi Iglesia". Hay rezar mucho…, por los de fuera, sí; pero también y muy especialmente por los que dicen que están dentro.
El humo lleva oscuridad, mancha, impide ver con claridad. Gracias a ese humo, muchos en vez de callar y orar, se pierden en un mar de contradicciones, y difunden peligrosamente la confusión, que es en realidad lo que más desea –el enemigo-
Sin embargo, en contraprestación, gracias a DIOS, contamos con faros luminosos, con SANTOS como Juan Pablo II, que disipan el humo y muestran el camino, el único posible; que no es nunca el del enfrentamiento entre hermanos, nunca el de la crítica destructiva, nunca el de la mofa y el desprecio, es solo el del AMOR con mayúsculas.
Por fortuna he tenido vivencias que me han enseñado mucho. Por eso, no por sabio, sino por viejo, cada vez es más difícil engañarme, pero los que actúan, con tan “mal café”, como estos “hermanos”, están haciendo un daño, que en cierta medida, me veo obligado a reparar.
Efectivamente yo puedo hablar de Juan Pablo II, desde mi emotiva y subjetiva experiencia personal, para mí nada despreciable; pero lo que de verdad me convenció de él, fue el ejemplo de toda su vida y también de su agónica muerte, me convencieron sus gestos, me ganó su amabilidad, su sonrisa, su firmeza, su convicción, sus palabras, llenas siempre de vida y fuerza… ¡Yo si he de ser sincero, jamás, podré dudar de la santidad de este providencial, polaco universal.
Efectivamente yo puedo hablar de Juan Pablo II, desde mi emotiva y subjetiva experiencia personal, para mí nada despreciable; pero lo que de verdad me convenció de él, fue el ejemplo de toda su vida y también de su agónica muerte, me convencieron sus gestos, me ganó su amabilidad, su sonrisa, su firmeza, su convicción, sus palabras, llenas siempre de vida y fuerza… ¡Yo si he de ser sincero, jamás, podré dudar de la santidad de este providencial, polaco universal.
Una de las cosas que me dan más alegría de todas las que estoy escuchando y leyendo estos días, como preparación a la celebración de su beatificación, ha sido conocer que, durante esos días, todas las iglesias de Roma, permanecerán abiertas de día y también de noche.
Sin duda, este evento será un tiempo de oración y por lo tanto de Gracia. Será una oportunidad única e inestimable que Dios va a regalar a toda su Iglesia, de la mano de su siervo Juan Pablo; sería de necios desaprovecharla.
Dejémonos de rencillas absurdísimas y aprovechemos este gran momento porque..., podría ser nuestro último tren, aunque eso solo Dios lo sabe.
Dejémonos de rencillas absurdísimas y aprovechemos este gran momento porque..., podría ser nuestro último tren, aunque eso solo Dios lo sabe.
El vídeo de hoy..., es parte de mi vida... ¡Yo estuve allí!...
¡¡¡EMOCIONANTE!!!, todavía se me ponen los pelos como escarpias cada vez que lo veo.
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5 comentarios:
Muchas gracias, Arcen, por el testimonio y por el vídeo: también yo me he emocionado, porque estuve allí. Es cierto que entre los apretones de la entrada (pocas veces me he sentido tan comprimido) y una jaqueca fortísima que me provocó varios vómitos, me parece que no me enteré mucho de las palabras del Papa. Pero supongo que también yo respondí "SI" a su pregunta tan comprometedora. ¡Qué importante ha sido, es, este Papa para la Iglesia y para el mundo!
Emocionante! no digo más.
Ami tambien me da mucha pena cómo tratan este asunto desde dentro de nuestra Iglesia, espero ese dia con mucha ilusión porque este Santazo junto con la Misericordia de Jesús harán ese dia muchas cosas! un abrazo. el video precioso.
También yo lo ví, por primera vez en esa visita. Estaba en el servicio militar.
Juan pablo II significa lo que Francisco de Asís en su época. La Iglesia necesitaba una hombre así, ¡un santo así! No llegamos a ser conscientes de lo mucho que hizo por todo el rebaño, por la Iglesia confiada.No tengo ninguna duda de que es uno de los santos más grandes de los últimos siglos. Quien ha tenido el privilegio de estar ante él y hablarle sabe que esa santidad emanaba de su ser.
Doy gracias a Dios por haber experimentado esa luz.
Me ha encantado tu entrada.
Un abrazo.
Me ha encantado tu testimonio que no carece de objetividad. Juan Pablo II ha marcado no sólo nuestras vidas, sino también nuestra historia. Por algo desde el primer momento de su nacimiento al cielo se le proclamó como Grande.
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